Las Setas de Sevilla, el coloso en madera de los grandes desafíos

Por: Alexandra Colorado Castro
Jefe de Redacción

Es tal vez la obra arquitectónica que ha desatado mayor polémica en España, una de las más cuestionadas en lo estético, lo utilitario y lo presupuestal de la arquitectura moderna y sin embargo, es también hoy sumamente famosa por tratarse de la segunda obra en madera –después del templo Todaiji (en Japón)– más grande del mundo.

Es ‘El Metropol’ Parasol o ‘Las Setas de Sevilla’ como se le conoce comercial y popularmente, una estructura en forma de parasol de 150 metros de largo, 70 metros de ancho y 26 metros de altura, ubicada en La Plaza de la Encarnación –en pleno corazón de la ciudad– que alberga en su base un mercado de abastos, aloja en su área subterránea un museo, cuenta con una plaza para la celebración de eventos y en su parte más alta tiene una terraza y un mirador.

Su construcción fue –y aún lo es– objeto de intensos análisis y fuertes críticas dado que para su construcción, desde la presentación del diseño hasta la entrega final de la obra, debieron pasar más de seis años; tuvo un sobrecosto de tres veces el presupuesto inicial hasta alcanzar casi los cien millones de euros; y para ciertos sectores expertos en arquitectura y diseño urbano es una obra que no justifica, ni en lo estético ni en lo práctico, la altísima inversión.

Para muchos es un intruso que se tragó la Plaza de la Encarnación, que devoró los referentes de cultura, identidad, paisaje e historia del emblemático sector, es un testimonio de la arquitectura basada en el marketing que convirtió al lugar famoso pero desvaneció su identidad; mientras que para otros es el símbolo de la ciudad que ha mejorado la economía de los comerciantes del tradicional mercado.

En cualquier caso es una obra de la que vale la pena recorrer desde la historia que la hizo posible hasta sus generosos espacios –los que en su primer año de existencia registraron la visita de más de un millón de personas–, pues suma un buen número de reconocimientos, entre ellos: uno de los cinco proyectos finalistas, en 2013, al Premio de Arquitectura contemporánea Mies van der Rohe que otorga bianualmente la Unión Europea; el Red Dot 2012 ‘Best of de Best’; y el bronce al diseño sostenible del Holcim Foundation for Sustainable Construction.

Aspecto de la antigua Plaza de la Encarnación.

La historia de una espera

Los antecedentes de este coloso en maderas están, como en una novela, llenos de eventos furtivos y complejos que, si se quiere, comenzaron desde muchos años antes de que se contemplara la idea de su existencia.

La plaza de la Encarnación había reservado una zona, desde el siglo XIX, para un activo mercado de abastos que debió ser demolido parcialmente en 1948 por replanteamiento urbanístico, luego en 1973 cayó el área restante a razón de su precario estado. Fue solo hasta 1990 cuando el Ayuntamiento de Sevilla se decidió a rehacer el mercado. Adelantó obras, invirtió 14,6 millones de euros, pero durante excavaciones en el área halló subterráneo restos arqueológicos de periodos romano y andalusí que obligaron a la suspensión de los trabajos, que provocaron la pérdida de los recursos invertidos pero que llevaron también a una nueva proyección de La plaza y del Mercado de la Encarnación.

El Ayuntamiento retomó la idea de ofrecer a los comerciantes un lugar definitivo para el desarrollo de sus actividades y crear además una plaza para eventos y un museo para los restos hallado y para ese efecto organizó un concurso abierto, en el año 2004, en el que participaron 335 prototipos, fueron elegidos 65 y cuyo ganador fue el arquitecto berlinés Jürgen Mayer.

El proyecto arrancó el 26 de junio de 2005 pero en 2007 –precisamente el año en que debía ser entregada a la cuidad– sufrió un drástico giro en su planeación cuando un concepto técnico emitido, precisamente en 2007, por la firma Over Arup y Partners informó sobre la inviabilidad de levantar la estructura original planeada por Jürgen Mayer y su firma, a razón de que el arquitecto no había realizado pruebas técnicas, su diseño estaba soportado solo en un proyecto básico y no habían tecnologías que, en esas condiciones, lo hiciera construible.

Pese a que continuaron los trabajos durante tres años, luego del concepto técnico, para 2010 y ante la presión de los medios de comunicación ya enterados del informe y tras su divulgación, la firma constructora Sacyr y la encargada de la ingeniería estructural, Finnforest and Arup, modificó el diseño, sustituyó en la estructura el uso de metal por madera

importada de Finlandia, lo que aumentó en 25,8 millones de euros (en otros documentos el incremento llega a los 40 millones de euros) el costo inicial de la obra.

No fue sino hasta marzo de 2011 que el gran Metropol Parasol vio la luz, se posesionó oficialmente de la plaza y entró a formar parte del anaquel mundial de libros especializados de arquitectura.

La nueva cara del mercado, y de las Setas que lo amparan, ha reactivado el comercio de este centro comercial que durante largos años permaneció inactivo y relegado.

La estructura y la madera:

Visualmente se presenta como una obra de arquitectura vanguardista, futurista y de aspecto ondulatorio y continuo, inspirada en las formas de las bóvedas de la catedral de Sevilla y en los ficus (1) de la adyacente Plaza del Cristo de Burgos; de acuerdo a Jürgen Mayer Architects plantea “una relación única entre lo histórico y lo contemporáneo”.

“No está tipológicamente definida y por ello tiene la gran ventaja de dejar abierto un campo amplio de interpretaciones: sombrillas, setas, paisaje o nube. En cualquier caso, representa una nueva identidad escultural arquitectónica para la ciudad de Sevilla. Sin especial esfuerzo ofrece también rápidas asociaciones con elementos tradicionales sevillanos: estructuras arbóreas milenarias en el centro de la ciudad o las bóvedas de la catedral”, explicó la Mayer H. Architects.

Técnicamente se trata de una estructura dispuesta en un terreno de 15.000 m², en forma de pérgola que, aunque pese a su imponente tamaño es también ligera gracias a la disposición de los elementos (entramado laminar bidireccional) y al manejo que los diseñadores y constructores dieron al material: madera micro laminada en capas en retículas soportadas sobre dos núcleos principales de hormigón y cuatro columnas de madera estratégicamente ubicadas.

En general, la obra está dividida en cuatro niveles. El primero –subterráneo de 4.879 m² y 9,95 metros de altura, dividido por muros colgantes, membranas metálicas semitransparentes y membrana de vidrio cambiante– comprende el Museo Antiquarium que exhibe los restos arqueológicos descubiertos, precisamente, durante las excavaciones realizadas en el terreno y que tenían como objetivo original convertir el área en un parqueadero

El segundo nivel a ras de la calle, lo constituye el mercado de la Encarnación (ubicado en el mismo punto donde funcionó en el siglo XIX), los locales y los restaurantes integrados a la Plaza de la Encarnación; y sobre éste nivel, el tercero, la plaza elevada, un espacio de 3.000 m² y a cinco metros sobre el nivel del mercado destinado a la celebración de eventos públicos. Vale señalar que estos niveles fueron conformados a partir de una estructura mixta de acero y hormigón.

El último nivel son los parasoles en madera que se levantan –entre 21 y 28 metros sobre la base de los amplios núcleos en hormigón que contienen las escaleras y asesores para acceder al nivel superior, y las columnas de madera que amparan los niveles inferiores– y se extienden en juego de entrelazamientos y ondulaciones para formar la plataforma curva sobre la que descansa el mirador y la terraza elevada a 22 metros (2).

Las amplias estructuras aéreas –de 150 metros de largo, 75 de ancho y 28 de alto, que se extienden estratégicamente para reducir las cargas en la estructura– son las responsables de dar sombra con un ángulo idóneo (según la trayectoria del sol) a la plaza pública y al mercado, permiten el paso de luz natural y reducen el uso de aires acondicionados pues facilita el escape de aire caliente, especialmente en las temporadas de verano cuando las temperaturas en la ciudad superan los 60 grados centígrados, casi insoportables para los sevillanos si no cuentan con un resguardo.

Sobre los ondulados parasoles que generan una sensación visual de movimiento– descansa el paseo de hormigón que recorre la mayor parte de la estructura de los parasoles y termina en el mirador con capacidad para 300 personas y desde el cual es posible contemplar la ciudad.

En cuanto a los materiales, el consorcio utilizó hormigón armado, madera micro laminada de abeto rojo –sometida a proceso de inmunización en autoclave con sales hidrosolubles, seca, encolada, cubierta con una membrana impermeable-transpirable y una capa de acabado– y acero para la estructura, uniendo éstos dos últimos con resina de poliuretano de alto rendimiento.

La elección de la madera resultó de los estudios y cálculos estructurales en modelos 3D que llevaron a sugerir la conformación de láminas de 3.0 mm de espesor obtenidas tras procesos de desenrollo y encolados, con las cuales los constructores formaron paneles de alta resistencia mecánica, y que fueron revestidas –para protegerlas de la exposición ambiental, los embates del clima y el vapor– con un una piel impermeable de poliuretano de entre 2,0 y 3,0 milímetros.

Declaraciones del ingeniero Jan Peter Koppitz, participante en la obra, aseguran que debido a la complejidad de la estructura, el equipo de diseño “debió desarrollar un programa interactivo capaz de determinar el espesor de los elementos de madera en cada una de las uniones para su adecuada optimización”, resultados que se sumaron a los del Arquitecto y el contratista de la madera para asegurar precisión y un comportamiento totalmente estable.

Referente a las uniones en las intersecciones de las más de 3000 piezas de madera –variables en espesor según su función en la estructura, de 7,0 a 22,0 centímetros de espesor y 30 centímetros hasta 16.5 metros de largo– éstas fueron realizadas mediante barras de acero encoladas para facilitar y agilizar el montaje en obra y de gran resistencia para responder a las altas temperaturas que alcanza la cuidad.

Un armazón de hormigón y más de 3.000 piezas de madera conforman el cuerpo del Metropol Parasol.

Sobre el paseo de hormigón, que se extiende por el cuatro nivel que forman los parasoles, es posible tener una generosa panorámica de la ciudad de Sevilla.

Los grandes “Peros”

La construcción de las Setas de Sevilla, como es ampliamente conocido, estuvo marcada por fuertes conflictos entre vecinos, ayuntamiento, constructoras, contratistas y el arquitecto, y por eventos desafortunados que sirvieron y han servido para alimentar la curiosidad de los turistas, aumentar el atractivo comercial de estos lugares públicos y avivar el análisis crudo de expertos en arquitectura, la revisión juiciosa de urbanistas y la observación de medios especializados de ingeniería (3).

De hecho, se mantiene viva la discusión entre quienes señalan, por ejemplo, que el Metropol Parasol logró una altura considerable pero respetuosa de los edificios circundantes y los que critican que la volumetría y las dimensiones de la obra fueron desmesuradas y desproporcionadas desde lo estético, y desconsideradas, desde lo histórico.

Desde el punto de vista topológico y geométrico se ha acusado al gran coloso de ser tosco y esquelético en el paisaje medieval de la zona, de presentarse como un elemento fuertemente contrastante (hecho que le da validez estética de todas formas), ajeno a la arquitectura tradicional, a los elementos urbanos de definición e identificación clásicos y al uniforme estilo que siempre distinguió al sector; y también de crear dos plazas –la de eventos y la de la Encarnación, una sobre la otra– que producen, para algunos, un espacio confuso desde la armonía de lo arquitectónico.

Otro tema discordia fue el de costos, punto que cuestionan expertos no solo por la gran inversión que demandaron los parasoles creados con el propósito de frenar los rayos solares y ofrecer sombra –problema que señalan algunos pudo resolverse con sistemas más económicos– sino por los sobrecostos que generó la falta de precisión en los diseños iniciales, pues fue concebido, inicialmente, como un diseño para ser realizado en metal, un material inconveniente en una ciudad que alcanza más de 60º C en agosto.

De hecho, el obviar las altas temperaturas llevó a realizar cálculos y procedimientos errados en las primeras fases del proyecto; fallas que solucionaron posteriormente especialistas de Arup y Finnforest Merk –con el apoyo de la firma Wevo-Chemie y el experto en maderas e insumos Borimir Radovic y que validaron las universidad de Augsburgo y la de Stuttgart en Alemania– desarrollando un nuevo proceso de resistente encolación.

Entre las observaciones también están, aseguran algunos, la poca documentación técnica disponible sobre la funcionalidad técnica real de las láminas de madera que forman los parasoles, de sus dimensiones, inclinaciones y profundidad en cuanto a la protección que ofrecen del sol y el flujo de aire necesario para lidiar con las temperaturas; así como del revestimiento de poliuretano sobre la madera que sella los poros e impide la función higroscópica de la madera, y que podría levantarse demandando mantenimiento frecuente.

De todas maneras no es posible desconocer a la ligera la extraordinaria obra de innovación tecnológica que representa este continuum gigante de maderas encoladas cruzadas.

Las imponentes Setas de Sevilla son ya parte y arte de la arquitectura de la cuidad, un centro que ha sido testigo de numerosas concentraciones para promover, denunciar o defender motivos diversos; un lugar obligado que despierta la curiosidad de cientos de visitantes que llegan a ellas para recorrerla y que de paso, activan la economía de un mercado que por años estuvo en ruinas y olvido.

Como ajeno, desproporcionado y fuertemente contrastante, lo califican quienes ven en el Metropol un elemento intruso en el paisaje de Sevilla.

Hoy el polémico parasol es la imagen turística de la ciudad y fuera de ella, es una obra de plasticidad contrastante con las rígidas formas tradicionales gobernadas por la ley de la gravedad, de alto contraste estético frente a materiales duros tradicionales como la piedra y la mampostería y que ratifica el papel protagónico que tiene la madera en las más importantes construcciones modernas y su respuesta como un material alternativo, eficiente y versátil en la solución de serios problemas estructurales como los que presentó esta monumental obra sevillana.

La historia dará, con el tiempo, su veredicto final.

El coloso en imágenes

Entrada y aspecto del Museo Antiquarium, que comprende el primer nivel de la construcción (subterráneo).

Los imponentes paneles de madera no solo tienen la función práctica de proteger del sol en tierra sino estética en el nivel más alto de la construcción.

La plaza, elevada a 5.0 metros a nivel del mercado y 3.000 m² de área, ha sido testigo ya de numerosos eventos.

La elección de la madera resultó de los cálculos estructurales en modelos 3D que llevaron la conformación de láminas de 3.0 mm de espesor obtenidas tras procesos de desenrollo y encolados, con las cuales se formaron paneles de alta resistencia mecánica.

Un desafío arquitectónico, económico, y urbanístico ha sido esta obra, hoy ya terminada es, innegablemente, una de las más importantes de Europa.

Junto al mercado se abre una plaza amplia que se ha convertido en el punto de encuentro social de masas, más importante de la ciudad.

Pese a las críticas “no es posible desconocer la magnífica obra de innovación tecnológica que representa este continuum gigante de maderas encoladas cruzadas”, afirma el arquitecto colombiano Gustavo Garzón.

Citas:Ficus: Género de árboles, arbustos y trepadoras que, entre otras características físicas, se distinguen por su forma bulbosa. Vale agregar que para el nivel superior, los diseñadores de la obra, destinaron iluminación con tecnología LED en blanco y óptica media, igual que para el museo, en versión RGB y en blanco frio 6500ºK.El ayuntamiento de Sevilla concedió los derechos de explotación de la plaza, los establecimientos y el propio parasol a la empresa Sacyr durante 40 años, lo que ha generado malestar en la cuidad pues las ganancias que genera el espacio va a las arcas de la constructora. Tal como ha sucedido con otras obras como el Dongdaemun Design Plaza de Zaha Hadid en Seul (Corea del Sur), el Graz Art Museum de Colien Fournier en Graz (Austria) y el Museo Guggenheim en Bilbao (España).Fuentes:  Arquitecto Gustavo Garzón – www.setasdesevilla.com – elblogdefari­na.blogspot.com.co – www.minube.com/rincon/metropol-parasol – laurbana.com -es.wikiarquitectura.com – www.deidigital. com/metropol-parasol-las-setas-en-sevilla/ – www.youtube. com/ (video) – www.latrotamundos.com/

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