El Observatorio del Mueble de la UN: Un laboratorio de ideas para la Industria

Por : Alexandra Colorado Castro

Redacción M&M

El Observatorio del Mueble de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá) es más que una materia electiva, es un “laboratorio” para estudiantes y empresarios en el que unos y otros aprenden y se confrontan en un ejercicio de valiosas experiencias en lo académico, lo productivo y lo personal. A la fecha, cincuenta y cinco empresas y más de cien estudiantes han vivido la experiencia de trabajar y crecer juntos.

Durante años ha sido recurrente el discurso de la academia sobre la conveniencia de refrescar la producción de la industria nacional a partir de la vinculación de estudiantes de las disciplinas del diseño, a las empresas; de igual manera, ha sido también un tema de revisión constante por parte de la universidad y de las empresas, la manera más efectiva de consolidar ese “convenio”.

Precisamente, la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, desde el año 2008 viene trabajando desde uno de sus observatorios –asignaturas electivas teóri-co-prácticas para estudiantes de los últimos semestres de la Escuela de Diseño– el tema del mueble, en un ejercicio que ha arrojado experiencia y resultados intere-santes para los actores implicados.

Del ejercicio académico en el que han participado más de ciento cincuenta estudiantes de diseño industrial y al menos setenta Pymes bogotanas del mueble y que cuenta con la supervisión de los docentes de la  Universidad Nacional, ha surgido, además de una serie de productos innovadores uno de los propósitos centrales de la asignatura, un mapa metodológico eficiente que ha servido como hoja de ruta para los educandos pero que también ha sido una guía para las empresas y sus procesos creativos con fines productivos.

Los estudiantes trabajan tres etapas de fidelidad del diseño: de baja fidelidad (bocetación y modelos tridimensionales), de media en la que utilizan materiales blandos, como cartón corrugado para elaborar un modelo, y de alta en la que deben presentar a la empresa y a sus maestros, el producto. 

Los profesores Manuel Trujillo Suárez y José Javier Aguilar Zambrano –responsables actualmente de este Observatorio del mueble– explican el modelo que siguen los estudiantes a la hora de trabajar con las empresas; el impacto del ejercicio en los empresarios y en sus conceptos de crear y de hacer; y los casos resultantes de esa experiencia.

La hoja de ruta El Modelo

El observatorio del mueble (1) que es en realidad un taller de diseño  está concebido para acercar, como un puente, a los estudiantes con la realidad del sector y para que desarrollen nuevos productos en contextos reales, en las fábricas y los talleres, en un ejercicio que para muchos estudiantes se convierte en “su primera vez” diseñando en una empresa.

El modelo de funcionamiento del Observatorio se divide en cuatro fases –Observación, Análisis, Sínte-sis y Ejecución–e inicia en el aula y termina con la presentación de un producto finalizado.

El primer  paso es la revisión del sector del mueble y la industria de la madera –por parte de los estudiantes– a partir de estudios existentes para conocer su estado. Posteriormente, buscan empresas fabricantes y comercializadora de muebles que empleen entre 10 y 50 personas, en las cuales trabajar por espacio de 17 semanas, cinco de ellas dedicadas a la ejecución de los productos propuesto en etapas de diseño. Los jóvenes aplican a los gerentes, cuestionarios que les permitan identificar en las empresas sus estrategias productivas, de marketing y las que usan para desarrollar nuevos productos; y adicional analizan sus formas de trabajar, sus capaci-dades actuales (lo que sabe hacer y lo que hace) y sus capacidades de innovación (lo que podría hacer en términos novedosos para el merca-do); se concentran en los recursos y procesos de la compañía.

De igual manera revisan los ciclo de vida de alguno de los productos –desde el origen de la materia prima, la fabricación y la presentación en punto de venta hasta la disposición de producto después de cumplir su servicio–; al igual que analizan los espacios o contextos de uso para los que diseña la empresa a partir de temas como los actores, las actividades, los propósitos, las posturas y los objetos divididos en muebles y herramientas.

En este proceso es importante seña-lar que los estudiantes piensan estratégicamente el desarrollo de los productos, imaginan su futuro, trabajan en los estilos de los muebles pero también en el uso que tendrán. Para ello estudian los escenarios del entorno social y cultural que tendrán los productos (2), así como las capacidades de la empresa y los retos ambientales a los que deben responder los muebles futuros.

“Si hoy se identifica una lista de capacidades en una empresa, probablemente ella desarrollará unas fortalezas particulares a mediano plazo y otras a futuro. Los estudiantes deben analizar y proyectar el capital del negocio que exploran y hacerlo con base que les dan sus investigaciones sobre la empresa, el entorno, los cambios del entorno. Sobre la base lógica de la investigación se diseña y se produce; se re-configura y se crea”, explica el profesor José Aguilar.

En el ejercicio los empresarios obtienen datos y elementos externos que les permiten ser más estratégicos en sus negocios; más responsa-bles con sus insumos y sus procesos, y lograr que el éxito en el desarrollo de sus nuevos productos sea mayor.

Con la información obtenida y los escenarios propuestos, los estudiantes muestran a la empresa el mapa de sus posibilidades y se disponen a planear, trazar y presentar un diseño nuevo de producto en el que se consideren las fortalezas y capacidades de la empresa.

Para consolidar la propuesta elaboran en la universidad, bocetos de las primeras ideas y con algunas de ellas realizan modelos tridimensionales –en cartón o en cualquier otro tipo de material (3)– que son funda-mentales porque a través de ellos pueden probar, mejorar e identificar los defectos en el uso que podrían tener las versiones siguientes.

Las propuestas de producto son luego presentadas a la empresa y con ella se establece un vínculo de colaboración para mejorar las ideas y realizar el prototipo que bien puede ser producido en las instalaciones de la fábrica o en los talleres de diseño de la universidad, en un proceso que cuenta con la asistencia, asesoría y la guía permanente de profesores, durante todo el proceso.

Vale anotar que el mapa metodológico aunque es un modelo pensado y diseñado para un ejercicio académico, puede contemplarse como un esquema interesante para las empresas del mueble y en el que están inmersas sus dinámicas de funcionamiento y esquemas de producción, pero con la posibilidad de ser sensiblemente mejorados.

El arte de convencer al empresariado

El diálogo con los empresarios es de lo más complejo del ejercicio” afirma el profesor Trujillo, y es que aunque parece una sociedad de mutuo beneficio, la relación entre la academia y la industria en ocasiones ha parecido distante por resistencias y desconfianzas entre las partes. “Hemos detectado distintas reacciones, desde quienes apoyan con espacio y recursos a los estudiantes desde el inicio aunque no sepan con certeza qué hace un diseñador; pasando por las que quieren un dise-ñador porque saben que la competencia tiene uno y es exitosa; hasta las que sólo le ofrecen al estudiante el espacio en sus talleres pero no lo financian. Los empresarios sólo financian lo que pueden ver”, afirma el profesor Aguilar.

Por eso una de las primeras tareas de los estudiantes es convencer a los empresarios de financiar sus proyectos, cosa que sucede, afirman los profesores, en el 75% de los casos y por convicción misma de los industriales; el 25 % restante debe cubrir la totalidad con recursos propios.

Señala que es frecuente que, a medida de que avanzan en el proceso y emergen las oportunidades de nuevos muebles, los empresarios cambien sus posturas frente al trabajo de los estudiantes. Van comprendiendo que las nuevas propuestas están alineadas con la visión de sus capacidades, con lo que pueden hacer de forma inmediata o que podrían hacer en un corto plazo, y aunque no entiende el modelo teórico-académico empiezan a adoptar prácticas del modelo, aun en temas primarios.

“Hemos tenido estudiantes haciendo capacitaciones sobre temas tan básicos como la construcción de  plan-tillas a escala 1.1, con carpinteros felices porque manifiestan que es la primera vez que reciben planos para producir y no dibujos que los obligan a imaginar el diseño. A partir de ese momento toda la empresa entrega correctamente sus diseños para que puedan entrar a producción y los dueños de las empresas comienzan a notar los cambios”, explica el profesor Aguilar.

De la experiencia a través del tiempo, los profesores líderes han logrado identificar hechos que aunque no podrían ser declarados como generalidades –por cuanto no hay análisis ni estadísticos que los soporten– sí son recurrentes en el sector del mueble local y son también ámbitos en los que el modelo de trabajo del Observatorio del mueble tiene buenos campos de acción.

Entre otras cosas, los empresarios pueden aprender, a través de la experiencia del observatorio, a lograr la media ideal entre el costo y el precio de un producto, reduciendo el primero para aumentar los beneficios del segundo; ese es uno de los aportes del diseño.

“Hemos advertido que la pequeña empresa produce de forma reactiva –“observa qué vende el mercado para hacerlo igual y vender también”–, no tienen una visión de desarrollo de nuevos productos y es ahí donde el modelo funciona porque sí ellos identifican sus capacidades de diseño pueden tener la oportunidad de crear productos que eventualmente sean innova-dores en el mercado. Pasan de ser reactivas a que otros las copien”, afirma el profesor Aguilar.

La ventaja que tiene el diseño para las empresas –señalan los docentes– es que les sirve para vender, para desarrollar, ofrecer y entregar productos que no solo satisfagan los deseos de los clientes sino que cubran necesidades, lo que a la postre les asegura ventas permanentes y en ese sentido el diseño incentiva la fidelidad del mercado. De otro lado han advertido en las empresas del sector, desconocimiento e incluso la evasión de temas cruciales que les atañen directamente, como la ecología, la procedencia de los recursos que utilizan, la importancia de implementar sistemas de seguridad y  de cumplir con las normas básicas de prestaciones para sus empleados; asuntos que si no son resueltos durante la intervención de los estudiantes del Observatorio, al menos considerados por los industriales para ser resueltos posteriormente.

Mucho más que estudiantes

Para el profesor José Javier Aguilar, el observatorio, además de cumplir los propósitos anotados en cada fase del modelo, tiene unos alcances que van mucho más allá de lo académico, que impacta la forma de crear y la manera como se desempeñarán en el ejercicio profesional, los estudiantes.

“Los estudiantes dicen, a manera de queja, que la academia no les enseña a hacer lo que se hace afuera y la respuesta es que no siempre lo que se hace afuera es lo que se debe hacer”, afirma el profesor Trujillo.

En este sentido, la orientación académica del Observatorio les muestra –a diferencia de lo que ocurre en la industria– la diferencia de diseñar desde el análisis de contextos de uso reales y no desde las tendencias que, por ser establecidas por institutos de diseño, son entendidas como verdades absolutas y en su aplicación se ignora la realidad colombiana o la realidad del sector.

La Silla Mantis es un pupitre multitarea pensado para los espacios de aprendizaje contemporáneo, de allí que permita ser reconfigurado a fin de sea sencillo utilizarlo en actividades individuales y colectivas. También cuenta con dispositivos para utilizar computadores personales. Empresa colaboradora: Didácticos Pizacryl

“El estudiante además de ir a la empresa, va a los contextos de uso –no a los mercados– a las casas, a los espacios educativos, a las oficinas; observa cómo la gente usa los elementos de un espacio, entrevista y toma fo-tos. No diseñan a partir de imaginarios o de tendencias supuestas y sí consideran una tendencia, la aterrizan a la realidad”, afirma el profesor Aguilar.

En realidad durante el ejercicio, los estudiantes son quienes identifican las oportunidades, no la empresa, y este hecho les permite ganar además de conocimiento valioso, una autonomía, que estimula su capacidad creativa en el escenario real de las empresas y les permite advertir a los empresarios sobre las contradicciones halladas en el diseño de los muebles.

‘Ami’ es una mesa de centro multifuncional con cajones diseñados para bebidas, vasos y copas. El prototipo está fabricado en aglomerado con un acabado superficial de flor morado. Está provisto de cajones de color blanco que funcionan con sistema de expulsión “push”. Empresa Colaboradora: Shalom

advertir a los empresarios sobre las contradicciones halladas en el diseño de los muebles. De otro lado, el ejercicio los lleva a entender la necesidad clave de la experimentación como fórmula para reducir considerablemente los márgenes de error y las costosas pérdidas en planta de producción que sufren la mayoría de pequeñas y medianas empresas –muy poco seducidas por adelantar jornadas de ensayos–; y que serán futuros escenarios de trabajo para los estudiantes.

Señalan los profesores que las empresas de muebles por lo general realizan un boceto y lo entrega al carpintero para que éste haga el producto, sin fases previas y con una alta probabilidad de llevar errores al mercado.

En contraste y en su práctica, los estudiantes deben adelantar un pro-ceso de edificación de su idea de producto a partir de las acciones de diseñar, evaluar y mejorar; y en el que realizan varios modelos y pruebas para lograr buenos resultados con el fin de construir un prototipo final que luzca y funcione como el producto pensado para el mercado.

En contraste y en su práctica, los estudiantes deben adelantar un proceso de edificación de su idea de producto a partir de las acciones de diseñar, evaluar y mejorar; y en el que realizan varios modelos y pruebas para lograr buenos resultados con el fin de construir un prototipo final que luzca y funcione como el producto pensado para el mercado.

Uno de los buenos ejemplos, en este sentido, es el cambio de lacas tóxicas a unas libres de contaminantes en una empresa de muebles para niños para la que diseñaron una cama cuna modular con soluciones a la hora del cambio de pañales, y el diseño de una marquilla para informar.

Mesa de centro ‘Trap’ diseñada para mejorar las condiciones de quienes laboran desde el hogar y realizan reuniones habituales de trabajo en grupo. El mueble ofrece plataformas modificables que resuelven los problemas posturales mediante el uso de herrajes elevables. Materiales: estructura en acero, mdf y chapilla de flor morado. Empresa colaboradora: Lounge Design.

Zen, fue un mueble tipo Loft para separar la sala de la alcoba diseñado por un grupo de estudiantes del Observatorio. Su carácter de  “doble faz” y los servicios que ofrecía convenció a la fábrica para, no sólo incluir en el diseño un buje de $800.000 que le diera movilidad a la pieza principal sino para producirlo y venderlo con un amplio margen de ganancia. Empresa colaboradora, Enmadera Mobiliario.

a los compradores de las cualidades ecológicas de ese nuevo producto –distintivo que fue adoptado para la venta del resto de los productos– es que finalmente fue patrocinado por la empresa.

Otros casos, aunque no han llevado a la intervención de los productos o a la aceptación de las sugerencias en lo productivo, sí han conducido a que las empresas revisen su manejo en lo administrativo.

Un grupo trabajó con una compañía que licitaba para dotar espacios con sus pupitres clásicos. La empresa no les permitió intervenir su diseño bandera bajo el argumento de que no necesitaba ni admitía cambios; pero a pesar de la negativa el grupo revisó y encontró no sólo nuevas posibilidades en la forma para el pupitre y sus servicios, sino falencias en el diseño original que le impedía a la empresa avanzar en la intensión de exportar”, cuenta el profesor Aguilar.

En resumen y tal como lo señalan los conductores del Observatorio, la universidad y este observatorio trabajan con un recurso infinito representado en la creatividad, la curiosidad y el deseo de aportar de un grupo de estudiantes preparados, innovadores y quienes finalmente serán los empresarios del futuro. La alianza presente entre la academia y la industria puede ofrecer los mejores resultados siempre que la voluntad prime entre las partes y vean, en su par, un aliado, tan como ha sucedido sucede en este valioso ejercicio.

Citas:

1- La Universidad Nacional trabaja académicamente varios sectores industriales a través de sus observatorios: calzado, marroquinería, empaques, alimentos y muebles.

2- los estudiantes hacen una proyección del estado de la empresa en varios escenarios de tiempo: el actual, el ideal, el futuro próximo (de dos a cinco años) y el futuro lejano (de cinco a 10 años).

3- Los estudiantes trabajan tres etapas de fidelidad del diseño: de baja fidelidad (bocetación y modelos tridimensionales), de media en la que utilizan materiales blandos, como cartón corrugado para elaborar un modelo, y de alta en la que deben presentar a la empresa y a sus maestros, el producto.

Los estudiantes trabajan tres etapas de fidelidad del diseño: de baja fideli-dad (bocetación y modelos tridimensionales), de media en la que utilizan materiales blandos, como cartón corrugado para elaborar un modelo, y de alta en la que deben presentar a la empresa y a sus maestros, el producto.

Fuentes:
Manuel Trujillo. Diseñador Industrial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, con énfasis en diseño de producto centrado en el usuario. Desde 2010 ha trabajado con el Observato­rio del Mueble UNAL. En el 2009 fue Ganador del Concurso Docente de la Excelencia Académica de la Universi­dad Nacional, en la cual es Profesor de Cátedra Asociado. En septiembre del 2008 recibió el título de Maestro en Artes Industriales de San Francisco State University, EU. Entre 2001 y el 2008 trabajó en el diseño interior para espacios comercia­les, en Estados Unidos e Italia.
José Javier Aguilar Zambrano. Ingenie­ro Químico de la Universidad Nacional de Colombia, MSc en Cambio Técnico y Estrategia Industrial de la Universidad de Mánchester (PREST); MSc en Dise­ño Innovativo del Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas de Estrasburgo (INSA), Doctor en Sistemas Industriales de la Universidad de Estrasburgo. Profesor Asociado de la Escuela de Diseño Indus­trial. Vinculado a la Universidad Nacional desde 2003. Ha desempeñado tareas docentes y de investigación en la Universidad Pontificia Bolivariana y la Universidad Javeriana y ha impartido asignaturas en los ámbitos de la Gestión de Tecnología, la estrategia de innovación y la gestión em­presarial.
Proyectos y estudiantes/diseñadores.
Dik4: Sergio Mauricio Rico Parra y Fidel Enrique Fonseca Mayorga / Mantis: Angélica Forero, Alexander Lozano, Nubia Morales y Marisol Valencia / AMI: Angie Paola Bello Cárdenas y Edwin Javier Cadena / Trap: Juan Pablo Galindo Amaya / Zen: Josué Orrego Guayabo, Julián Gil Jiménez, Laura Ximena Villota & Sandra Liliana Benítez.
Fotos:
Observatorio del mueble, Universidad Nacional de Colombia.

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