Sobre las tierras secas de la minería crecerán los árboles

Sobre las tierras secas y degradadas por la minería, empieza a florecer la esperanza. A más de 30 grados de calor, decenas de familias del municipio de El Bagre siembran acacias, robles, abarcos y otras especies de flora que, cuando crezcan, serán su sustento en una tierra donde el oro parece haberse agotado y resulta necesario pensar en otras alternativas para sobrevivir.

El Bagre, a 326 kilómetros de Medellín, en la región del Bajo Cauca antioqueño, es una de las poblaciones que en los últimos años más ha sufrido las consecuencias de la explotación minera. Miles de hectáreas de este territorio (42.000 según Corantioquia) están degradadas y sus fuentes hídricas contaminadas, con una descomposición ambiental que parecía no tener freno.

Sobre ese caos, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), a través de su programa Oro Legal y en convenio con la Corporación Trópico Diverso y la comunidad ubicada en la quebrada Villa, implementan un proyecto que busca rehabilitar y corregir los impactos ambientales generados por la minería “irresponsable” y la tala selectiva.

En el proyecto –que abarca 850 hectáreas– participan 187 familias que se dedicarán a actividades silvopastoriles (forestal y pastoreo) y agrícolas, intentando frenar la devastación minera.

“Buscamos remediar los pasivos ambientales a través del enriquecimiento ecológico de 200 hectáreas de rastrojeras y el mantenimiento de 450 más, actividad que permitirá adelantar el proceso de sucesión natural de los bosques con la siembra de especies nativas; adicionalmente, sembramos 220 hectáreas de sistemas silvopastoriles para integrarlos a la producción ganadera”, explicó Miguel Molano, subdirector del Programa Oro Legal de Usaid.

El proyecto, a mediano y largo plazo, busca mejorar las condiciones productivas de la tierra y generar ingresos para familias de 15 veredas de los corregimientos Puerto López y Puerto Claver. “La misión es devolverle la vida al bosque nativo y proteger la cuenca de la quebrada Villa, que abastece el acueducto de El Bagre”, señala Héctor Sepúlveda, director regional en Antioquia de Oro Legal.

La recuperación ecológica de las rastrojeras apunta a contrarrestar los efectos de la deforestación y fortalecer la economía familiar. Los árboles, además de su alto aporte ecológico, poseen un importante valor comercial. Los sistemas silvopastoriles dinamizarán la economía en el mediano plazo, mejorando la productividad del ganado.

En Puerto Claver, con el Consejo Comunitario Afroclaver, otras 187 familias trabajan en un proyecto de recuperación de 295 hectáreas. De ellas, 92 familias han sido víctimas del conflicto armado y 75 % es mano de obra femenina, contratada por el Consejo Comunitario.

“Nos enamoramos de este proyecto porque le vemos sostenibilidad y va a rehabilitar nuestras tierras”, afirma Jesús Antonio Tate, representante legal de Afroclaver. El líder admite que en su región llevan cien años explotando el oro, “pero ya no hay más metales, tenemos que iniciar la reforestación”, añade.

Con información de www.elcolombiano.com


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