La Poda y su Influencia en la Calidad y Precio de la Madera

En una significativa mayoría de proyectos, tanto privados como estatales, erróneamente se ha visto y tratado la plantación de árboles como una actividad simple, en el sentido de que luego del establecimiento, los responsables de la actividad emprenden muy pocas acciones de manejo y sólo esperan un tiempo para cosechar la madera y recuperar la inversión; óptica que ha llevado, tristemente, al fracasado de múltiples inversiones de reforestación.

La misma consecuencia ha tenido el hecho de que no se planifiquen las inversiones propias del flujo de caja durante la vida de la plantación, ó que cuando se requieren acciones de manejo que garanticen la calidad de la madera, estas no se ejecuten por falta de recursos, lo que invariablemente afecta no sólo la calidad sino hasta la permanencia misma de la plantación; en estos sentidos se desconoce que los proyectos de reforestación deben tener seguridad –antes del establecimiento– de las inversiones a lo largo de la vida del proyecto.

También ocurre que las inversiones para el manejo, las determina un proceso administrativo que asigna recursos sujeto a sus propios condicionamientos y no a los condicionamientos y requerimientos técnicos de la plantación, o que no emprende actividades en el momento que se requieren para evitar daños en la estructura de la plantación o la calidad de la madera.

Con el panorama descrito, puede pensarse que esta nota es de tipo elemental y tal vez no aplique a las grandes empresas reforestadoras o a pequeños grupos de reforestadores experimentados; sin embargo hace énfasis en una de las prácticas básicas pero determinantes en el óptimo desarrollo de las plantaciones, una acción de manejo que influye decididamente en el valor de la madera y por tanto en la rentabilidad del proyecto: las podas.

 La gente se preocupa más por limpiar abajo, cuando lo realmente importante es limpiar arribaFrase de Stefan Tschampel, reforestador quien compra madera de Melina para exportar a Alemania, y quien enfatiza la significativa importancia de la poda, e indica la dificultad de encontrar madera bien manejada – sin nudos– lo cual no solo tiene implicaciones en el costo, sino aun en la misma viabilidad económica del proyecto de reforestación.

La Poda en el Mantenimiento General de la Plantación

 Para obtener madera de calidad, además de la genética empleada, y la adecuada selección del sitio y la especie, la plantación requiere de actividades de sostenimiento y protección que garanticen su buen desarrollo, entre las que están, las limpias, la fertilización, manejo integrado de plagas y enfermedades, entresacas y control de incendios entre otros aspectos (1).

Aunque de cada una de estas labores da para una ampliación detallada, el presente texto se concentrará en la poda, práctica que incide directamente en la calidad de la plantación y que consiste, principalmente, en cortar las ramas de los árboles para obtener madera limpia; es decir, libre de nudos y por ende, un producto de mejor calidad.

De acuerdo con Fernando Berrio (2009), la poda mejora las propiedades físicas de la madera por la reducción de cantidad y tamaño de nudos; aporta materia orgánica al suelo por la adición de los nutrientes que le es propia, principalmente nitrógeno; mejora el acceso a plantaciones jóvenes, y además, reduce el riesgo de incendios. Los siguientes son algunos parámetros y consideraciones para efectuarlo correctamente:

  • Realización de la primera poda

A mayor tamaño de las ramas, mayor dificultad existe para eliminarlas, pero también se amplía el área expuesta después de la poda y por lo tanto, aumenta el tiempo de cicatrización que es el tiempo que demora el árbol en sanar la herida ocasionada por la poda.

En términos generales, se recomienda la poda cuando los árboles alcanzan tres metros de altura, aunque excepcionalmente, algunas especies como por ejemplo Acacia mangium en la Orinoquía, necesitan una poda de formación a pocos meses después de su establecimiento.

El procedimiento se realiza sólo hasta la mitad de la altura para favorecer el crecimiento del árbol, pues de eliminarse más de las hojas debidas, éste se reduce también, pues la función de las hojas es optimizar la fotosíntesis y aprovechar los rayos solares, el aire, el agua y los nutrimentos del suelo en la elaboración de productos necesarios para su desarrollo. En realidad, en los proyectos con especies vegetales lo que se cosecha es luz a través de las hojas y sin ellas, no hay buen crecimiento.

  • Método de corte de las ramas

Las ramas deben cortarse a ras del fuste, sin dañar la corteza del árbol, aplicando cicatrizante para evitar que el árbol se haga susceptible a ataques de organismos que puedan pudrir la madera. Aunque lo ideal es podar con tijera, también puede realizarse con serrucho o sierras de arco; incluso, es posible hacer una poda bien hecha con un machete bien afilado.

  1. Con serrucho: es posible realizarla en ramas de hasta 5.0 cm. de diámetro; cuidando de sujetar bien las ramas para que la corteza no se raje, cuando caigan.
  2. Con machete: Debe realizarse siempre en dos cortes: el primero de abajo hacia arriba (este previene la rajadura de la corteza cuando cae la rama), y el segundo, de arriba hacia abajo para dejar un corte liso y a ras del fuste.
  3. Tijeras podadoras: Son tijeras largas, de manejo con las dos manos que hacen el corte en una sola operación, normalmente con este sistema no se producen desgarramientos.
  • Poda de ramas gruesas

Para eliminar ramas grandes, lo correcto es efectuar tres cortes a fin de evitar que se dañe la corteza del árbol: primero se elimina la parte más pesada –aproximadamente a 20.0 cm. del fuste (con dos cortes)– y luego se efectúa un tercer corte cerca del fuste. No siempre conviene cortar las ramas al ras del fuste pues en las podas de ramas medianas y grandes, el tamaño de la herida puede inducir una afectación sanitaria del árbol y por tanto es importante reducir el tamaño de la herida dejando la rama cortada ligeramente por encima del fuste.

  • Primera poda de los árboles

Es recomendable efectuar la primera poda en la época seca dado que la temporada ofrece como ventajas, un rápido secado de los cortes, riesgo bajo de enfermedades y cicatrización rápida de los cortes.

Vale anotar que no es necesario podar todos los árboles en la primera poda; aquellos de mala forma, con plagas o enfermedades y de pobre crecimiento deben ser los primeros en ser extraídos en el primer raleo; sin embargo, si es muy útil podar la mayoría de los árboles para facilitar el movimiento dentro de la plantación y evitar la competencia entre árboles podados, práctica que debe adelantarse al menos hasta el año seis (6), dependiendo de la especie.

Para la Teca por ejemplo, se recomiendan dos o tres podas en el segundo año y hasta el 50 por ciento de la altura del árbol; otras dos podas en el tercer año y de ahí en adelante, las podas que requiera para su desarrollo. A la hora de efectuarse la tarea, se recomiendan las sierras de mano hasta la altura a la que llegue el operario y de ahí en adelante, con elementos de extensión.

Los rendimientos de la poda dependen de la experiencia de los operarios; en plantaciones jóvenes una persona puede podar un promedio de 400 árboles/día siempre que la altura de los individuos no sobrepase los 2.50 m., una altura mayor –de 5.0 a 6.0 metros y trabajando con elementos de extensión–, puede arrojar un rendimiento medio de 250 árboles/día.

También es importante eliminar los rebrotes no deseados, que pueden aparecer en las bases de los tallos recién establecidos luego de efectuadas las podas, trabajo que reporta un mayor rendimiento, en promedio de 800 árboles por jornal, y que debe adelantarse considerando el estado del tiempo, pues no se recomienda efectuarla en verano e invierno, plenos.

Esta práctica, que recibe el nombre de ‘deschuponado’ o ‘deshije’ y no es propiamente una poda, se aplica para impedir que los rebrotes se desarrollen; su presencia afecta la calidad del árbol, pues presentará malformaciones en el tronco y poco desarrollo. El deschuponado tiene la ventaja de que los árboles están bien arraigados y firmes al suelo y los brotes son fáciles de cortar.

De otro lado está la cicatrización de la poda, que se puede apoyar con mezclas de oxicloruro de cobre; de hecho algunas compañías reforestadoras utilizan, por ejemplo, fórmulas de 200 gramos de oxicloruro diluido en 10 litros de agua y 10 litros de pintura de vinilo, aplicado con brocha; o cal viva, 2.0 kilogramos mezclados con 1.0 kilogramo de oxicloruro de cobre diluidos en 15 litros de agua.

En términos generales, la falta de poda o las podas mal hechas, además de producir los defectos ya mencionados y que se observan externamente en el fuste del árbol –madera afectada por nudos indeseables–, también forman defectos internos no observables sin cortar la madera, y sus consecuencias son negativas en términos de la aceptabilidad del recurso y por tanto en la reducción del valor comercial del producto (Ver ejemplos gráficos: Aspecto interno de nudos imperceptibles externamente)

Fernando Berrio, (2009), indica que “…de acuerdo con la opinión de varios autores, las plantaciones responden a las labores silviculturales de poda con una disminución en el crecimiento en altura, diámetro, área basal y volumen. En términos generales, se recomienda una poda que no supere el 50 por ciento de remoción de copa viva y, si es posible, no más del 45 por ciento si la plantación cumple con las exigencias en altura y diámetro…”

El mismo autor indica que en un ensayo de intensidades de poda que se realizó en Pinus patula en Anserma (1) –en los bosques que fueron de la Compañía Nacional de Reforestación S.A.– los resultados fueron concluyentes y contundentes sobre los efectos de la intensidad de la poda. Se constató que la remoción de copa viva deprime el crecimiento de las plantaciones y, proporcionalmente, la intensidad del tratamiento; apreciaciones que tuvieron su base en que el crecimiento se fundamenta en la fotosíntesis y que al quitar superficie foliar, es natural que el crecimiento disminuya.

Vale anotar que algunos usos o productos finales de la madera no requieren poda en el manejo de la plantación, tal es el caso de la producción de “chips”, leña u otros usos en los que los que la presencia de nudos no es relevante.

Reflexión Final

El protocolo de poda, como en todas las acciones de manejo de plantaciones forestales, no se puede generalizar; en algunos casos, el crecimiento exuberante de algunas especies como la Acacia mangium en la Orinoquia, por ejemplo, exige la realización de podas tempranas, y aunque la pérdida de área foliar disminuye el crecimiento, este compensa con la rapidez de su crecimiento y con la ventaja de una mejora en la calidad de su madera desde un principio.

Vale anotar que por la tendencia que tiene esta especie en dicha zona, a generar varias ramas, justifica incluso podas en el primer año de vida. Otras especies como algunos eucaliptus, tienen poda natural, es decir sus ramas se caen solas, por lo cual no se requieren podas.

Para algunos entendidos en el tema, una opción en plantación es aumentar la densidad de siembra dado que en este caso, por la competencia por la luz, los individuos requieren menos podas y logran mejores dimensiones en forma y altura. La propuesta es merecedora de un análisis económico por el impacto que representa una mayor cantidad de árboles por hectárea –algunos señalan que una densidad de plantación por ejemplo de 1.600 árboles por ha, es ventajosa– frente a los beneficios en cuanto a la forma, menor cantidad de podas, limpias que se realizarían en la plantación.

El tema de la poda está ampliamente documentado en la literatura internacional; en Colombia se puede afirmar que es escasa su investigación.

Cita:

  1. Para obtener madera de calidad, la plantación requiere de actividades de sostenimiento y protección que garanticen su adecuado desarrollo, entre ellas están, el raleo, para liberar las especies de maleza y pasto; la fertilización, la cual varía con cada suelo y especie y exige un análisis del suelo para dosificar correctamente la adición de nutrientes o correctivos; el ‘riego’, que se aplica en casos excepcionales cuando las condiciones climáticas lo exigen, como en verano, caso en que debe efectuarse, normalmente, cada tres ó cuatro días, con suministros de 6.0 a 0 litros por árbol y con carro tanque; las limpias, que deben efectuarse en las plantaciones, sin falta, durante los primeros dos años para asegurar su correcto establecimiento y crecimiento inicia. Igual circunstancia ocurre con las actividades fitosanitarias que, normalmente, tienen un énfasis en el concepto de la prevención, con la aplicación del ‘Manejo integrado de plagas y enfermedades’ (MIP) que incluye la realización de aclareos o entresacas y control de incendios.
  2. ‘Aplicación de diferentes intensidades de poda en una plantación de Pinus patula ubicada en la finca “La Germania” del Proyecto Anserma’. 

Bibliografía:

  • Berrío, F., Vélez, G. 1985. ‘Aplicación de diferentes intensidades de poda en una plantación de Pinus patula ubicada en la finca “La Germania” del Proyecto Anserma’. Compañía Nacional de Reforestación, Departamento Forestal. 27 pág. Armenia.
  • Berrio, F. 2009 Medellín, Escrito sin publicar PDF.
  • Trujillo, E. 2007. Guía de Reforestación. Bogotá. 280 p.

Fuente y Fotografía Cortesía:

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