El Sino del Sina

Miguel Rodríguez

Biólogo

Hace ya miles de años, acuñaron los hombres la palabra ‘tragedia’ para significar lo acontecido a quien, sin posibilidad alguna de cambio ante lo funesto, no tenía otra alternativa que cumplir su destino; su significado pareciera evolucionar a la par con la cultura al punto que llega a considerar, el filósofo alemán, Max Scheler, que son trágicos los portadores de valores, pues no viven satisfactoriamente ya que su visión va mas allá de la común o general.

Decidí analizar el significado de lo trágico, al reflexionar sobre las diversas situaciones que muchos de nuestros compatriotas han atravesado en los últimos meses. No me referiré a la crisis económica, más si a nuestra tragedia ambiental, a propósito de la próxima re-creación del Ministerio responsable de proveerle a los colombianos del presente y del futuro, un ambiente lo suficientemente bueno para vivir.

Hace algunos meses, antes que las aguas lluvias derrumbara montañas, destruyeran carreteras, inundaran miles de hectáreas y destruyeran el patrimonio de muchos –tanto en campos como en poblados– habíamos padecido una extensa sequía que igualmente arruinó cosechas, disminuyó los hatos, marchitó árboles y bosques y desecó ciénagas, llevando la sed a cientos de hogares. Tendrá la ciencia ya una explicación, plausible a estos extremos hidrológicos, pero ¿alcanzarán tales respuestas para que acepten aquellos que tantas veces todo lo han perdido, que es su destino protagonizar esta tragedia ambiental?

Transcurridos ya casi veinte años de la creación del Sistema Nacional Ambiental – SINA, el estado de calamidad y la emergencia indica que se ha borrado con el codo todo lo bueno que se le hubiera podido atribuir a nuestro sistema de gestión y administración ambiental. Muchas razones tendrán, por separado e individualmente, sus diferentes componentes e instancias para explicar los resultados y dimensionar sus responsabilidades, más, como partes del sistema es improbable que tengan una explicación realista.

A diferencia, son muchos quienes desde afuera del Sistema han expresado –desde la razón y hasta la intuición– que a un país como el nuestro no le ajusta bien la herramienta concebida en la Ley 99 de 1993, para articular la gestión de las autoridades ambientales; en otras palabras, puede su diseño haberse ajustado a las más modernas consideraciones y postulados de la dimensión ambiental del territorio y los recursos naturales, de la conservación y el desarrollo sostenible, pero tal vez como igualmente ha acontecido en otras áreas, no estábamos los colombianos preparados para tanto y el Sistema, aceptémoslo, no funciona; esto es lo que por lo menos concluyen quienes sufren los embates de la naturaleza. No funciona.

Por una u otra causa tendremos, nuevamente, la oportunidad que se recree el Ministerio, que se encargará exclusivamente de la problemática ambiental, ante lo cual también esperamos que tal renacimiento incluya  una amplia reflexión, y por supuesto, acciones sobre la conveniencia de mantener el SINA; su sino es demostrarnos sus reales bondades y beneficios, no los teóricos que ya no se alcanzaron; su destino, no cambiar sus ropajes, más bien despedirse en el acto final de su propia tragedia. No será tarea fácil la de crear un esquema de  manejo y regulación ambiental que funcione para nuestro país, pero es esta la labor y responsabilidad del gobernante, con su visión, que va mas allá de lo común o lo general.

Estarán hasta ahora los lectores de M&M preguntándose la razón de esta columna de opinión, paso aclarar: los bosques en nuestro país los administra finalmente el SINA. Concluya Usted. El tema es igualmente relevante por el hecho que el actual Ministerio ha hecho pública, una nueva propuesta de decreto cuyo objetivo es el de reglamentar la ordenación y el aprovechamiento de los bosques naturales. Ante el fallido intento de proveer al país con una Ley General Forestal, la nueva propuesta busca reglamentar el ‘Código de Recursos Naturales’ en los aspectos relacionados con tierras forestales y bosques; es decir, que manteniendo los principios y fundamentos de la más significativa ley ambiental que ha tenido nuestro país, se desea generar una nueva dinámica para su administración y gestión.

Surge entonces una dicotomía que la autoridad designada deberá superar ante el hecho que el fundamento del reglamento, parte de que es el actual SINA, la base de la gestión y administración de los bosques. Ante la historia, ¿no sería más prudente aplazar la estructuración del decreto, una vez se haya decidido la pertinencia de mantener el Sistema?

Esperemos que así sea si queremos que, en el caso de nuestro patrimonio forestal, no seamos espectadores sin ninguna posibilidad de cambiar el destino.

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