Planta de Guadua, Realidad en el Eje Cafetero
Alexandra Colorado Castro
Periodista M&M
Un proyecto que apoya a las asociaciones campesinas de Risaralda, Norte del Valle y Quindío para que conviertan la guadua en una opción maderable y económicamente rentable, tiene expectante a la industria forestal. La iniciativa aprovecha esta especie nativa y promisoria que, a futuro, puede ser uno de los renglones más fuentes de nuestra industria
Gracias al auge que ha tenido la especie en el mercado internacional como consecuencia de la belleza y aceptación de sus productos y de los reconocidos aportes ambientales, económicos y sociales que otorga a las áreas donde crece y se explota, la guadua es hoy uno de los principales temas que interesan al sector forestal nacional.
La experiencia positiva que registran los países orientales con el aprovechamiento ordenado de sus especies de guadua, la exitosa transformación de las mismas en artesanías, muebles y pisos de gran variedad, el desarrollo original de maquinaria novedosa empleada para su procesamiento y los nada despreciables 150 millones de dólares anuales que por concepto de exportaciones de productos en guadua reciben países como Taiwan (1), ciertamente han despertado la intención de sacar verdadero provecho de nuestro recurso natural.
De hecho, una de las entidades que actualmente adelanta un proyecto sobre la materia es la Cámara de Comercio de Dosquebradas (Risaralda), entidad que conciente del panorama descrito y del potencial humano y natural existente en la zona cafetera y noroccidental del país se ha propuesto explotar nuestra variedad nativa de Bambú -la guadua angustifolia-, persiguiendo los resultados comerciales alcanzados por los asiáticos.
Unidos por la Redención de la Especie
El proyecto en mención se denomina, “Mejoramiento, desarrollo tecnológico y productivo en la fabricación de latas y laminados de Guadua con fines industriales” y cuenta con el apoyo de la Cámara de Comercio de Dosquebradas, la Corporación Autónoma Regional de Risaralda – CARDER, Fomipyme y el Sena Regional Risaralda entidades que han estimado para su desarrollo recursos por valor de 200.225.860 millones de pesos
Específicamente la iniciativa, que inició sus operaciones el 20 de abril de 2004 y está diseñada para terminar en abril de 2005, tiene por objetivos fundamentales mejorar los sistemas de manejo silvicultural que siete asociaciones campesinas de Risaralda, Norte del Valle y Quindío (ver tabla 2) dan a los guaduales para que, a través de una adecuada explotación, transformación y comercialización, conviertan su trabajo en una alternativa económica rentable que mejore su nivel de vida.
Para esto se propone aprovechar los guaduales naturales y plantados obteniendo de ellos una producción de materia prima -en cantidad suficiente y calidad ideal- que genere producción industrial hecho que, dadas las condiciones favorables de la zona, es posible y necesario.
Según Alba Mercedes Charry Molano, Ingeniera forestal vinculada al proyecto como Asistente técnico industrial, la zona objeto de operaciones cuenta con cerca de 27.515 hectáreas de guadua de las cuales sólo se aprovechan, en promedio, 750 al año. El balance deja clara la conveniencia y el reto de fomentar el manejo sostenible de la especies dándole valor agregado.
Así pues, el programa ofrece un acompañamiento permanente a las asociaciones de guadueros en dos frentes básicos de capacitación y acción: el silvicultural y el de industrialización.
Silvicultura, Pilar del Programa
En este caso las comunidades reciben asistencia para el manejo silvicultural de los rodales a fin de explotarlos de acuerdo a la legislación correspondiente –Norma unificada para el manejo y aprovechamiento de la Guadua– que rige en los departamentos de Caldas, Quindío, Risaralda, Tolima y Valle del Cauca.
Las acciones, en este sentido, se han encaminado a conocer en campo, el tratamiento tradicional que se da a los guaduales y a realizar una serie de actividades para mejorar las prácticas, entre ellas: la poda, la extracción de individuos secos o enfermos para reducir la competencia por espacio, luz y nutrientes, la identificación de individuos maduros de interés comercial, el corte de las plantas seleccionadas, el dimensionamiento de las guaduas, el trasporte de piezas y la fertilización.
Como hecho positivo el programa encontró -antes de comenzar operaciones- que las comunidades tenían un conocimiento previo de muchas de los temas prácticos de capacitación y manejaban algunos trámites legales, aspecto que facilitó la puesta en marcha del proyecto a tal punto que hoy es posible hallar guaduales con intensidad de cosecha acorde con lo aprobado por las Corporaciones Autónomas Regionales.
Adicionalmente, el manejo dado a los guaduales ha permitido determinar calidades de guadua para diferentes mercados; de hecho y según lo afirma la ingeniera Charry Molano, “hace algunos años solamente se comercializaba guadua con diámetros superiores o iguales a 10 cm., hoy es posible comercializar guadua de diámetros inferiores o superiores pues se tienen identificados mercados y posibles compradores”.Como consecuencia del trabajo, las asociaciones en general han alcanzado niveles interesantes de avance relacionados no solo con sus técnicas silvícolas sino con la producción misma de sus áreas: ASOTEC, por ejemplo, aprovecha actualmente 13 hectáreas de guaduales naturales, ASOPRIG tiene bajo aprovechamiento forestal 10 hectáreas y GUADUALCA aprovecha cinco hectáreas de guaduales. Todas en conjunto ofrecen una producción de 1.820 m³, volumen que corresponde a 18.200 guaduas en pie o 72.800 piezas comerciales.
Por ahora, un total de 170 asociados se han inscrito en el proyecto con la esperanza de ser beneficiarios; de éstos el 35 por ciento, unos 60, participan en el proceso directo de capacitación ofrecida por el Sena, Regional Risaralda.
Sin duda los buenos resultados obtenidos hasta el momento en esta fase, han sido combustible para el avance progresivo del proyecto pues, aunque los miembros de las asociaciones realizaran la actividad forestal, inicialmente como algo complementario a su actividad principal –la recolección de café– hoy lo hacen con la esperanza que el manejo de los guaduales les permita dedicarse a esta actividad de tiempo completo.
La Planta: Escenario de la Industrialización
Por tradición, la guadua en Colombia ha estado limitada a tres usos esenciales: como apoyo ambiental discreto, desconociéndose sus verdaderos efectos en este campo (Ver cuadro 3), como insumo para una reducida fabricación de artesanías y muebles en algunas zonas del país y como material para la construcción de elementos estructurales o viviendas en estratos bajos.
Sin embargo solo hacia 1999, y luego del trágico episodio del terremoto que afectó el eje cafetero se da una interesante “reconciliación” con la especie, no solo por su protagonismo en el proceso de reconstrucción como material estructural, sino porque dada la inminente caída del mercado del café, la guadua es una alternativa industrial viable y rentable para superar la urgencia económicamente en la zona.
El proyecto en mención, reconociendo los aspectos anteriores y necesidad de extender las bondades del material natural hacia nuevos horizontes ha propuesto, como segundo paso, capacitar a las asociaciones en el proceso de industrialización a fin de obtener láminas que sirvan como materia prima para la fabricación de madera laminada, pisos, aglomerados, artículos de decoración (persianas o muebles) y molduras, entre otros productos.
En este sentido, la idea es cambiar la típica presentación circular de la guadua que obedece a la forma cilíndrica de su tronco, y lograr un aspecto macizo en tablones aglomerados de alta resistencia, utilizando una tecnología compleja de producción en la que prima la economía sostenible para obtener un máximo de rentabilidad y eficiencia.
Para este efecto el proyecto ha puesto en funcionamiento una planta de transformación compuesta por tres unidades productivas.
La primera, que emplea 14 campesinos quienes trabajan en labores silvícolas y en el proceso industrial de la producción de láminas, funciona en el municipio de Marsella y está dotada con una máquina lateadora de diseño nacional.
Vale señalar que esta máquina, cuyo costo estimado es de 10 millones de pesos, fue diseñada por el Ingeniero mecánico Jorge Augusto Montoya, hecho importante considerando que una de las limitantes para aprovechar la guadua en Colombia ha sido, precisamente, la falta de maquinaria apropiada y lo costoso que resulta la importación de los diseños asiáticos.
La segunda, con una inversión inicial de 20 millones de pesos, funciona en el municipio de Ulloa y cuenta con una máquina lateadora y un tanque de preservación por inmersión -instalado en zona de guaduales para facilitar la provisión de la materia prima – que trata tanto las láminas como la guadua rolliza. De ella se benefician unos 30 campesinos.
La tercera unidad ubicada en la zona de Romelia, Dosquebradas, y con capacidad para producir unos 100 m² de tablones, cuenta con un segundo tanque de preservación, un secador solar y un taller de carpintería dotado con cepillos industriales, canteadora, sierras circulares, torno, herramientas manuales, prensa manual y una sierra de doble disco de tungsteno empleada para la obtención de las láminas.
En conjunto, las unidades están en capacidad de producir mas de 20 mil láminas al mes; sin embargo Martha Liliana Martínez, Coordinadora del proyecto, asegura que en este momento la capacidad general de la planta es discontinua y se estima según el volumen de cada pedido, pues las asociaciones implicadas carecen de capital de trabajo para mantener el proceso industrial y dada su reciente conformación, presentan aun falencias en sus estructuras administrativas.
“El montaje de una unidad básica de producción requiere una inversión cercana a los 30 millones de pesos, y este hecho es uno de los principales problemas para agilizar el proceso pues las asociaciones carecen de garantías son pocas las entidades financieras que apoyan la intención”.
En todo caso el trabajo continúa, pues los estudios desarrollados sobre la viabilidad comercial de los productos obtenidos con especie angustifolia arrojan excelentes pronósticos.
Nuestra especie de bambú nativo ofrece como ventaja frente al chino, la posibilidad de obtener con ella, lajas de mayores dimensiones, una dureza ligeramente mayor y por ende, una resistencia abrasiva más alta, aunque precisamente por su condición durante el procesamiento el filo de las cuchillas y las guías de la maquinaria se desgasta con mayor rapidez.
De otro lado se ha estimado que aun comparada con otras maderas, el bambú presenta características físico-mecánicas sobresalientes: es un 13 por ciento más dura que la madera de arce y es un 38 por ciento más dura que el roble rojo, con la ventaja adicional que también es un 50 por ciento más estable, pues presenta menor dilatación y contracción.
- Proceso de Producción
Según el informe ‘Pisos de Guadua: Productividad, Tecnología y Desarrollo, una mezcla perfecta para el desarrollo del país’ (2) el componente básico para los laminados se obtiene de la parte gruesa del tallo de guadua (cepa, basa y sobrebasa), es decir de los primeros 8 a 12 metros de tallo.
Ya seleccionadas las guaduas son llevadas a la planta donde, sin que la madera esté totalmente seca (se someten a tratamiento de deshidratación) se inicia el primer paso del procesamiento. Este consiste en calcular el número de tablillas que se pueden obtener de cada guadua teniendo en cuenta su radio exterior e interior (3).
Acto seguido se realiza el corte a lo largo de las guaduas por las señales previamente elaboradas obteniendo así las lajas, entre seis y diez por tallo, que luego serán convertidas en tabletas. Vale anotar que existen áreas de la guadua que presentan mayores niveles de dureza, dato que permite evaluar el tipo de corte que se hará según las necesidades del producto final.
En la tercera fase las lajas se someten a inmunización y secado, proceso éste último que puede demandar hasta 30 días si se realiza al aire libre o hasta cinco si se utilizan equipo especiales, y que se recomienda realizar antes de la transformación a tablillas pues, mientras la deformación en laja es del 5 por ciento, como tablilla alcanza el 10 por ciento.
Después del secado, cada laja es cepillada para formar la tablilla y darle tamaño requerido. Posteriormente las tablillas se unen para formar la tableta final, que se pega a un aglomerado aplicando cargas o presión hasta de 8kg/cm2, según pruebas adelantadas en el Sena de la Madera (Itaguí). El producto está terminado, al menos como material básico para generar otros productos.
Ya, en el caso puntual de la fabricación de pisos de bambú y para dar a las tabletas el tono beige claro que no ofrece ninguna otra madera tropical dura, el material se somete -antes del prensado final- a un proceso adicional de homogenización de color a través del blanqueamiento con peróxido de hidrógeno que además, ablanda las fibras, libera tensiones dentro de las tablillas y descompone el almidón. Otro proceso para homogenizar el color es la carbonización que, contrario al blanqueamiento, da como resultado un tono café y se logra tratando las latillas con vapor caliente (4).
Sin embargo, y pese a los atractivos efectos obtenidos y que el mercado demanda, uno y otro tratamiento tienen como desventajas ya detectadas, primero, su impacto degenerativo sobre las paredes de las células de las tablillas que restan resistencia y adherencia al pegante al momento de prensar y segundo, un alto costo por la necesidad de un secado posterior.
Pero en general la fabricación de tabletas macizas usando las tablillas obtenidas de las categorías A, B, C y D (ver figura 1), según los diferentes tipos de corte, es sencilla y puede generar ingresos para cualquier taller de carpintería que cuente con buena parte de la maquinaria tradicional y una inversión adicional mínima.
Según el proyecto, los ingresos por cada lámina de 1.60 m de largo x 3 cm. de ancho y 0.5 a 1.0 cm. de espesor se han estimado en 450 pesos, lo que significaría que cada unidad productiva dotada con una máquina y manteniendo una línea de producción continua puede generar entradas por cerca de nueve millones de pesos (5).
A futuro el proyecto ha considerado, además de surtir el mercado local con sus productos, fabricar paneles teniendo en cuenta las dimensiones exigidas por el mercado internacional: 4X8 pies (1.225 m x 2.45 m en espesores de 6 a 50 mm) para Estados Unidos, y de 1.25 m x 2.5 m. para el mercado europeo, específicamente el alemán.
Unión para la Expansión
Junto con la puesta en marcha de la planta, la intención de garantizar un rendimiento sostenido de los bosques, tras mejores técnicas de aprovechamiento, se ha convertido en una de las metas más perseguidas por el proyecto.
Para ello las entidades gestoras han estimado la posibilidad de trabajar un mayor número de hectáreas articulando las asociaciones campesinas, ya mencionadas, a los Núcleos Forestales Productivos de Guadua que vienen desarrollándose de acuerdo al proyecto Manejo Sostenible de Bosques en Colombia que ejecuta el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, la GTZ y las Corporaciones Autónomas Regionales de Caldas, Quindío, Risaralda, Tolima y Valle del Cauca.
Según la Ingeniera Charry Molano, la propuesta liderada por la Corporación Autónoma Regional de Risaralda ya tiene identificadas en el municipio de Pereira 813 hectáreas que podrían manejarse sosteniblemente y obtener de ellas guadua en “cantidad, calidad y oportunidad”; mientras adelanta, además, la conformación del Núcleo de Guadua de Marsella con 70 hectáreas y fija con los propietarios de los predios las fechas de corte de sus guaduales y las actividades a desarrollar.
Se espera que las medidas para favorecer el manejo de las plantaciones y su aumento en número, así como el fortalecimiento mismo de las asociaciones campesinas y su estructura a través de capacitaciones en temas contables, sistemas de costos, ventas y asociatividad, arrojen, en el término de pocos meses y luego de casi un año ininterrumpido de trabajo, altos índices de productividad y beneficios integrales para las partes involucradas.
Por ahora, el proyecto desarrolla prototipos generados en la planta y obtenidos a partir de las latas de guadua para ser exhibidos en el mercado de la capital, y establece, a través del programa Cámara Acción Internacional que ejecuta la Cámara de Comercio de Desquebradas-, contactos comerciales en los Estados Unidos para suministrar productos tales como tablones y muebles.
Sin duda se trata un proyecto que rescata la especie no solo en su sentido ecológico sino que la eleva económica y socialmente, reconociendo su potencial y los aportes que puede ofrecer a una industria ávida de materiales novedosos, competitivos y atractivos.
“No basta con que (…la guadua) ocupe el primer lugar en las especies nativas que se aprovechan cada año, debe ayudarnos a generar empleo permanente y a mejorar el nivel de vida de todos los actores involucrados en el proceso de aprovechamiento, transformación y comercialización” concluye Charry.
Citas:
Revista M&M, Edición 34. Diciembre – febrero de 2002. ‘La Guadua, Una maravilla natural de grandes bondades y promisorio futuro. Pág. 22.
Ana María Cárdenas P., Andrés Mesa B., Manuel del Corral R. Artículo: ‘Pisos de Guadua: Productividad, Tecnología y Desarrollo, una mezcla perfecta para el desarrollo del país’. 2004.
Para obtener una laja larga y gruesa, los ensayo determinaron que es conveniente seleccionar guaduas totalmente rectas, de aproximadamente 3 metros de largo.
El proceso se basa en la evaporación del reactivo y la oxidación de los hierros cercanos a las calderas en cemento donde se realiza el proceso de calentamiento.
El valor estimado por metro cuadrado de tablón de guadua prensado en forma vertical macizo salga al mercado con un valor de $75.000, para ser competitivos frente a otras maderas.
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