Chiloé: Madera en la Construcción de una Cultura

Sandra Viviana Murillo (*)

Arquitecta

 En Chile, una población entera se organiza y se transforma a partir del aprovechamiento de la madera. Durante siglos sus pobladores han utilizado el recurso logrando una altísima calidad manual y el reconocimiento universal por su trabajo. Sin embargo, la explotación indiscriminada ha minado los bosques y son necesarias estrategias de manejo sostenible y proyectos para promover soluciones a necesidades básicas insatisfechas

 Chiloé (1), provincia ubicada a 1200 km al sur de Santiago de Chile, dividida en 10 comunas y conformada por Isla Grande, una imponente superficie de 9.080 km² reconocida como la segunda isla más extensa de Sudamérica después de Tierra del Fuego, y el archipiélago interior, constituido por 200 islas de las cuales un poco más de cincuenta se encuentran habitadas, posee una de las riquezas arquitectónicas y culturales más valiosas del continente: su excepcional trabajo de la madera.

La zona cuenta con una legendaria tradición de uso y transformación del recurso, producto de su convivencia intima con él.

Desde tiempos prehispánicos y hasta hoy, la vida entera de los Chilotes ha girado en torno a la madera aplicada en sus monumentales obras arquitectónicas y en las construcciones más populares y sencillas, empleada como combustible, como tema central de múltiples investigaciones ambientales y como eje de importantes actividades comerciales.

El siguiente es un recorrido por esta encantadora región que ha hecho del recurso natural más antiguo, la madera, su material vernáculo y el pilar de sus relaciones sociales, económicas y ambientales.

La Fuente Legendaria

 ¿Pero cuál es la razón para ese “culto” a la madera y cuáles son las características de esa fuente de provisión?

En primera instancia Chiloé ha contado -y cuenta hoy- con una espesa cubierta forestal que hace parte del bosque siempre verde propio de la zona austral de Chile, bosque abundante que cubre al menos el 70 por ciento de Isla grande y que representó, en la época de la conquista, uno de los principales productos de intercambio comercial marítimo.

Precisamente, y ante la ubicación geográfica de las islas -extremadamente alejadas de la parte continental-, sus  pobladores hicieron de las masas de ciprés, alerce, roble, canelo, ciruelillo entre otras especies, las fuentes y materiales por excelencia para levantar sus construcciones y desarrollar sus tareas más cotidianas.

La posibilidad de adquirir materiales alternos a la madera para construir o simplemente cocinar, resultaba, tal como ahora, extremadamente difícil y costoso así que se desarrolló toda una cultura en torno a su manejo y aprovechamiento a tal punto que sus técnicas -en los campos de la carpintería y la construcción por ejemplo- han alcanzado niveles destacadísimos.

Vale agregar que, en contraste con el bosque tropical, el de Chiloé se ubica en una zona templada y por lo tanto requiere de tiempos mucho más largos de  crecimiento y regeneración, y presenta también un número de especies inferior -no más de 20 para construcción – al existente en Colombia, lo que podría suponer limitaciones para su aprovechamiento.

Sin embargo, y aunque menos de la mitad en realidad se utilizan, su empleo es definitivamente masivo. La madera hace parte vital de la vida cuando se utiliza como combustible para calentar las viviendas durante los 360 días del año, las 24 horas del día, ante la inclemencia de la lluvia y el frío; y cuando con ella se cosen los alimentos pues a diferencia de los cilindros de gas y la energía eléctrica -muy comunes en nuestro país- allí se distribuyen atados de leña a por lo menos un 80 por ciento de la población.

Pero definitivamente uno de los usos más destacados tiene que ver con la construcción, dado que reina en los acabados y estructuras del cien por ciento de las viviendas y gracias a ella, se han establecido prósperos negocios como el reciclaje y venta de partes y piezas usadas en construcción y ha servido para levantar imponentes obras religiosas, destacadas en el mundo, de las que hablaremos a continuación.

Majestuoso Patrimonio Arquitectónico

Uno los hitos culturales chilotes relacionados con el trabajo en madera lo ha constituido la iglesia, construcción que no sólo determinó el emplazamiento de las comunidades desde el proceso colonizador español, sino que hoy representa uno de los tesoros arquitectónicos más importantes de América Latina, “patrimonio de la humanidad” (2) declarado por la UNESCO.

El nacimiento histórico de éstas se remonta a la época de evangelización española, cuando las comunidades religiosas Jesuita y Franciscana entran para “evangelizar” al pueblo indígena. Las misiones circulares de las órdenes se establecen, entonces, en el archipiélago a partir de la construcción de iglesias y para ello deben recurrir al único material existente: la madera, pues por las grandes distancias no existe posibilidad de acceder a los preferidos materiales pétreos que los extranjeros, utilizaban para este tipo de obras.

Venciendo la imposibilidad, la comunidad religiosa da entonces un valor altísimo al conocimiento regional y magistralmente se adaptan planos de sistemas constructivos en piedra, mármol y demás, al recurso madera, utilizando la experimentada mano de obra local.

Así pues, se trata de equipamientos que no sólo tienen su base en el recurso forestal, sino que arquitectónicamente revelan al menos cuatro siglos de historia y arte. Producto de la influencia arquitectónica mundial sobre las tradiciones españolas, en las islas pueden hallarse fácilmente desde estilos primitivos hasta neoclásicos o góticos, desarrollados con virtuosismo y herramientas rústicas en un sistema estructural y constructivo particular.

Hablamos de la tecnología de la tablazón labrada que, mediante el uso de pilares y vigas de una sola pieza, elementos estructurales ensamblados y sin un solo clavo, permitieron la construcción de arcos, columnas, torres, bóvedas y retablos, tallados y/o acabados en carpintería, en edificaciones complejas de grandes alturas y dimensiones.

Dicho sistema, originario de la Europa nórdica pero artesanalmente modificado y perfeccionado en la región, fue para los templos el ideal, pues los tarugos utilizados para el ensamble “flexibilizaban” las estructuras, las hacían menos rígidas y permitían configuraciones formales distintas a las tradicionales

El patrimonio representado en 17 iglesias declaradas monumentos y que datan muchas de ellas del siglo XVIII es, desde 1980, objeto de arduos trabajos de recuperación y mantenimiento, reemplazando las piezas exteriores como las de las fachadas que, por las afectaciones climáticas propias del lugar, se deterioran reemplazándolas con materiales nuevos -tipo placas de zinc pintadas- mientras al interior permanece la madera sobria, intacta y perpetua.

La Vivienda Rural

Pero también en las construcciones básicas como la vivienda rural, la urbana y la de bordemar, la madera es protagonista.

En Castro, capital de Chiloé, por ejemplo existen pocas obras en concreto, las más importantes se ubican en el centro administrativo y en realidad se levantaron luego del incendio que en 1936 arrasara gran parte de la ciudad.

Pero la llegada del racionalismo arquitectónico no ha cambiado el tradicional empleo de la madera, primero porque se trata del recurso conocido que responde a cualquier tipo de edificación sin importan su envergadura, segundo porque Chiloé es básicamente un área rural carente de grandes infraestructuras, y tercero porque el ya mencionado aislamiento continental encarece los precios de los materiales y la mano de obra.

De hecho, los estilos arquitectónicos básicos presentan adopciones formales simples de uno o dos pisos, con estructura en tabiquería y cubiertas revestidas de tablones horizontales en madera o tejuelas en Alerce (fitzroya cupressoides), y en el caso de la vivienda de bordemar (palafitos) -muy tradicional tratándose de un pueblo pesquero- la composición formal similar, se complementa con postes en madera de Luma (Myritus luma) sumergidos en el mar, muy resistentes a la sal y la humedad.

Pero, precisamente, dentro del reducido grupo de maderas presentes en la zona, es la primera, la de Alerce, la que tiene aún, una altísima preferencia.

Gracias a la estructura de su fibra vertical (larga), el agua nunca penetra –como en un efecto impermeabilizante– sino que resbala lo que “contrarresta” los estragos ocasionados por las permanentes lluvias. Con ella se fabricaron durante siglos, tejuelas para techos y paredes, pero dado que su regeneración es muy lenta y que definitivamente el clima extremo incide sobre la arquitectura exigiendo la reposición de piezas con cierta periodicidad, para el aprovechamiento sólo puede utilizarse el denominado Alerce muerto o caído.

Paralelamente se destacan otras maderas como el Ulmo (Eucryphia cordifolia), elegida para las  cimentaciones de la zona y por su resistencia a la acidez de la tierra, el Mañío (Podocarpus nubigena) y el Ciruelillo, nativas de la región, de baja densidad usadas en acabados interiores, y el Coigüe (Nothofagus dombeyi) muy empleada para elementos y revestimientos exteriores.

Es importante señalar que, pese a la importancia y la popularidad del recurso no se aplican ni se han desarrollado tratamientos químicos, ni complejos ni elementales, de protección o inmunización; el sistema se limita a pintar la madera -evitando exponerla al natural- secarla de forma artesanal al aire y eso sí, reponer las partes averiadas, porque en realidad, frente a los importantes adelantos que en la materia si ha  logrado Chile, Chiloé se comporta paradójicamente como un mundo ajeno, aislado.

Actualmente, las medidas de protección adelantadas por el gobierno local para reducir la explotación del recurso se centran en la imposición de vedas sobre las especies –como sucede con el Alerce– y la incorporación de materiales alternativos a la madera, como placas de zinc acanaladas o planchas de siding industrial en PVC, que funcionan para el revestimiento exterior de las fachadas y cubiertas de mayor afectación ambiental y son económicos, por lo menos para los grupos de mayor poder adquisitivo, pues el grueso de la población simplemente contempla el envejecimiento de sus estructuras.

En este sentido, la zona mantiene un concepto de uso muy particular, pues cuando una vivienda se deteriora parcial o totalmente, sus partes se venden y reutilizan en casas nuevas. El comercio y reciclaje de puertas, ventanas y estructuras es, ciertamente, uno de los más activos, junto a los aserraderos que compran y venden madera.

La población en general conoce las técnicas para transformar y utilizar la madera en construcción pues junto con la pesca, esta es la actividad más popular, pero la amenaza sobre los bosques obliga a cambiar las perspectivas y las costumbres.

Sin duda, estas situaciones han provocado variaciones en la identidad cultural, en la relación con el uso de la madera y han incitado revisar la eficiencia del aprovechamiento industrial, así como de los mecanismos de legislación y extracción misma del recurso. De allí que hoy en día se definan nuevas estrategias lideradas por instituciones de orden gubernamental y privado interesadas en realizar un aprovechamiento técnico y desarrollar nuevos campos de uso.

Una de esas instituciones es Bosque Modelo Chiloé BMCh, perteneciente a la Red Internacional de Bosques Modelos, que adelanta un interesante trabajo en el campo del aprovechamiento y la construcción.

 Una Alternativa en la Solución de Vivienda (3)

Desde hace seis años, La Red Internacional de Bosques Modelos, una organización canadiense perteneciente a iniciativas de las Naciones Unidas llegó a Latinoamérica para trabajar zonas estratégicas de actividad forestal importante, siendo los países escogidos Chile y Argentina.

Dada la innegable riqueza Chilota, la organización se estableció en el archipiélago para implementar estrategias en diferentes áreas: aprovechamiento adecuado del recurso impulsando la producción de carbón y los desarrollos tecnológicos como las estufas ahorradoras de energía, procesos de reforestación, el establecimiento de sistemas asociados al bosque como los agroforestales, trabajo con las comunidades sobre educación ambiental (valoración del bosque) y la construcción de viviendas de interés social utilizando madera.

Sobre este último proyecto, Bosque Modelo Chiloé BMCh, se trazó el objetivo de diseñar unidades rurales eficientes desde el punto de vista constructivo, energético, ecológico y económico para no sólo brindar solución a las necesidades habitacionales de la zona -que se estiman en 200 unidades al año- sino generar oportunidades de capacitación y empleo junto con educación en la correcta extracción y transformación del recurso forestal.

Para este efecto, la iniciativa cuenta con el apoyo de diferentes instituciones encabezadas por el Hogar de Cristo, organismo religioso de beneficencia –muy importante en la región– que recoge recursos a nivel nacional para invertirlos en las comunidades más necesitadas y clasifica a la población campesina e indígena dentro del rango de déficit de vivienda para que accedan al Subsidio Habitacional Rural del SERVIU (4), un sistema similar al INURBE que funciona en Colombia.

Desde el año 2000 y hasta la fecha, los avances obtenidos, tal vez los más importantes del organismo en Sudamérica, han promovido la elección y construcción del primer modelo de agrupación de viviendas, que iniciara a fines del 2004, y que involucra directamente a la población (tenedores del bosque, transformadores de la madera y los mismos constructores) en las diferentes unidades productivas. El proceso se ha desarrollado en forma metódica, teniendo como base las tipologías de construcción, las costumbres del área y la necesidad de producir piezas a gran escala, hecho último, realmente distante de su realidad actual.

Cuestionando la Manera de Hacer Vivienda

Bosque Modelo Chiloé reconoció en el área varias condiciones sociales, técnicas y económicas que hacían imperante la necesidad de adelantar una iniciativa en materia habitacional.

En primera instancia, se determinó cómo, frente a las condiciones climáticas extremas, los habitantes no han contado con viviendas confortables lo que incrementa directamente los costos de mantenimiento del inmueble, pues, paralelo a las escaladas de frío la cantidad de leña aumenta y se da por ende un mayor desgaste en el recurso con fines de calefacción; lo mismo sucede cuando se utilizan materiales inadecuados sobre las fachadas de mayor afectación; las reposiciones constantes de piezas repercuten en gastos adicionales y desperdicios asociados.

Paralelamente, a este ya alto nivel de desperdicio, se encontró que también durante los procesos constructivos el problema se presenta. El hecho de no contar con piezas dimensionadas para unas tipologías arquitectónicas, previamente establecidas, ciertamente que casi implica mayores desperdicios. No existen métodos adecuados para el procesamiento del material y por lo tanto, el recurso se utiliza irracionalmente; se asume que lo “perdido” va como leña pero la vivienda, sin duda, resulta más costosa.

Así pues, con el panorama descrito, el proyecto buscó responder no sólo a los problemas actuales relacionados con la calidad, en cuanto al confort ambiental y espacial, sino a la falta de promoción y difusión de subsidios para viviendas logradas técnica y eficientemente.

El proyecto identificó entonces la necesidad de diseñar partes y piezas para la vivienda, incluyendo otros aspectos como espacio físico, maquinaria, recursos humanos, flujos de material, requisitos técnicos y presupuestarios del SERVIU, transporte y módulos productivos para su obtención, evaluando también la eficiencia y la viabilidad del uso de las materias primas existentes y los sistemas constructivos desarrollados según consideraciones ambientales, económicas y de eficiencia térmica.

Se diseñaron tres propuestas básicas de acuerdo con los estudios de mercado, con soluciones habitacionales de entre 130 y 180 UF (5) (US $3.640 y $5.040) y dimensiones variables de 38 a 84 metros cuadrados.

Éstas, acordes con las necesidades y la tradición chilota, propusieron como base elementos constructivos flexibles para la conformación de paneles de dimensiones y características iguales, es decir, construcciones mediante paneles fabricados en serie para facilitar el montaje y la velocidad de ejecución de obra en el sitio. La elección de materiales de acuerdo con sus ventajas (ver Tabla 2), cantidades y accesibilidad de compra e instalación.

Pero una de las prioridades la constituyó definitivamente, el aprovechamiento de la madera nativa de bosques manejados del lugar y los usos competitivos de maderas no tradicionales.

Dentro del proyecto se planeó, por un lado, la incorporación de especies como pinos y eucaliptos, teniendo en cuenta sus procesos y aprovechamiento industrial a fin de recuperar las zonas afectadas por la deforestación, y por otro, la investigación e introducción de algunas especies nativas que presentan menores tiempos de reposición y para las cuales deben crearse paquetes tecnológicos asociados a la industria de la madera.

Por otro lado, se planeó la necesidad de elegir procesos adecuados de transformación para la materia prima a fin de garantizar su competitividad económica, correcto secado y dimensionamiento de piezas en fábrica, aspecto último fundamental, para la reducción de costos y la optimización del uso.

En este sentido, se redujo la mano de obra a la hora del montaje (cuatro personas), pero se dinamizó también el empleo de ésta, transformando los elementos constructivos en fábrica y disminuyendo costos en traslado innecesario de materiales y maquinaria.

Las medidas buscaron resolver algunos inconvenientes detectados por la organización, pues se halló que los costos de la casa, actualmente, varían en relación con el tipo de madera y el nivel de transformación de la materia prima, donde el precio de la dimensionada representa un alza del 50 por ciento del valor real con respecto a la madera bruta en todas las especies. Así mismo se encontró que de ésta última se compra un 30 por ciento de desperdicio (aserrín), lo que eleva el costo, pues sus valores equivalen al 70 por ciento del valor real del costo por pulgada útil.

Finalmente se identificó al analizar los costos agregados relacionados con el transporte de volúmenes y pesos de madera bruta, que se incurre en gastos sobre materia prima que finalmente no se utiliza. Previendo los costos de mano de obra y manutención de maquinaria en el sitio, se identifica que sólo es viable para grandes volúmenes y sin embargo genera sobrecostos, encareciendo el producto final sin garantizar la calidad de los elementos arquitectónicos, contrario a la oferta de la madera dimensionada.

En cuanto a las consideraciones de tratamiento de secado, se señaló que es preferible comprar pino elaborado (seco), que utilizar madera de Tepa (laureliopsis philipiana), muy común. No se justifica adquirir maquinaria y contratar mano de obra para procesar madera nativa, que exige altas inversiones, cuando ésta no disminuye los costos que demanda el reducido déficit de vivienda: materia prima transformada para seis casas mensuales.

Aprovechando el negocio de la compra y venta de partes y piezas en depósitos o barracas, se propuso seleccionar allí materiales de dimensiones variables a bajos precios, para evitar la compra de elementos elaborados (marcos de puertas, pilastras y cornisas) que encarecen la vivienda. Esto plantea incluso, la creación de una pequeña industria de fabricación de detalles constructivos, que requieren maquinaria simple y que, significando un ahorro en la adquisición de la materia prima, mejora el pago de la mano de obra creando a su vez, fuentes de empleo.

Finalmente, y previniendo costos por deterioro en traslado y eficiencia de obra in situ según las condiciones del lugar, se consideró la optimización de un sistema que arrojé alto porcentaje de prefabricación para ajustar diseños flexibles, con un adecuado dimensionamiento de paneles en serie, que se instalan en obra, permiten optimizar los tiempos de armado y sugieren un revestimiento exterior, eventualmente en zinc, que se realizaría en menor tiempo

Proceso para Ellos, Punto de Partida para Nosotros

 Los impactos positivos en materia económica y productiva para Chiloé, a través de proyectos como el mencionado supone un viraje interesante en la forma en que sus habitantes sentirán y utilizarán la madera, a partir de su puesta en marcha.

Este aspecto es, en realidad, uno de los más importantes porque en el fondo, se busca reorientar el manejo dado a la explotación y al uso tradicional del recurso, despertar en la comunidad una conciencia de valoración pues existe la idea general que la madera es eterna, que ella siempre ha existido y que sin importar cuánto y cómo se explote nunca desaparecerá; idea que amenaza seriamente los bosques.

Crear conciencia sobre la existencia de otras alternativas, de otros sistemas de aprovechamiento que incluso no se relacionen con el mero aprovechamiento de madera sino con la producción de semillas y frutas silvestres, por ejemplo, es uno de los objetivos.

Se avanza ambiental y tecnológicamente al integrar a los conocimientos de la comunidad, nuevas destrezas, producto de su capacitación y participación en los procesos productivos.

Para la BMCh uno de los grandes logros ha sido, sin duda, el contribuir a la conformación de una cadena forestal organizada pues nunca ha existido tal en Chiloé. El hecho que tradicionalmente sea el tenedor del bosque quien lo aprovecha y que no exista una legislación sobre el mismo ha ocasionado el mantenimiento de una economía informal, sin proyecciones y sin posteriores aspiraciones y aplicaciones industriales.

Ahora, Bosque Modelo Chiloé ha diseñado y apoyado la implementación de una serie de políticas para crear una cadena de aprovechamiento y comercialización eficiente que presente resultados positivos. Ya existe una legislación frente al uso del recurso, se han delimitado zonas de extracción, otras alternativas como parques ecoturísticos y de investigación y se han puesto en consideración las alternativas citada para controlar la explotación y el uso de la madera, con su posterior ejecución.

En Colombia existen también zonas de abundante riqueza forestal en las que podrían adelantarse iniciativas como la que hoy impulsa Chiloé y que incluso demanda viviendas de interés social con urgencia, pero tal como allí, es necesario articular el manejo del bosque con la transformación y el dimensionamiento de piezas, organizar la cadena para la construcción e impulsar la investigación, para que las iniciativas funcionen.

La experiencia al sur del continente deja claro que para este tipo de proyectos el Estado y la empresa privada deben trabajar unidos y que es necesario posicionar la construcción en madera, no sólo como un estilo arquitectónico, sino como un motivo para reestructurar y fortalecer nuestra industria forestal.

Se trata de reconocer las condiciones ambientales que ofrece Colombia y revalorar la amplia diversidad de nuestros recursos forestales. Chiloé es un ejemplo de tradición, historia y renovación que vale la pena revisar con ojo aguzado y que de ser posible valdría la pena seguir. Sin duda también concebiríamos la construcción de una manera diferente, utilizaríamos la madera de forma racional y alcanzaríamos un mejor nivel industrial.

 (*) Sandra Viviana Murillo: Arquitecta de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá – Colombia. Investigadora del equipo de trabajo “Bosques, Madera y Construcción” en la línea de investigación “Valoración y uso sostenible de la biodiversidad” del Instituto de Estudios Ambientales para el Desarrollo – IDEADE y el Departamento de Ecología y Territorio de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la misma Universidad. E-mail: sandra.murillo@javeriana.edu.coideade@javeriana.edu.co

Citas

Reflexiones del trabajo realizado por el IDEADE en el marco de la Jornada académica profesional de socialización y capacitación en técnicas de manejo en arquitectura y construcción con madera desarrollada en Chiloé, Chile 2003 – 2004.

En diciembre del año 2000, la UNESCO confirió la calidad de Patrimonio de la Humanidad a catorce iglesias distribuidas en el Archipiélago de Chiloé. Posteriormente, el 27 de junio del 2001, agregó a su lista otras dos iglesias: (Achao, Aldachildo, Caguach, Castro, Chelín, Chonchi, Colo, Dalcahue, Detif, Ichuac, Nercón, Quinchao, Rilán, San Juan, Tenaún y Vilupulli).

Proyecto en curso “Viviendas Sociales para el mundo Rural en Chiloé”. Propuesta de diseño de vivienda para el mundo rural de Chiloé; elaboración y evaluación de un modelo de unidad productiva para construcción de viviendas sociales en maderas nativas. 2000 – 2004. Liderado por Bosque Modelo Chiloé – BMCh.

SERVIU, organismo del Ministerio de Vivienda y Urbanismo del Gobierno de Chile que administra las acciones de vivienda social en el país.

La Unidad de Fomento (UF) es uno de los sistemas de re-ajustabilidad autorizados por el Banco Central de Chile al amparo de lo establecido en el número 9 del artículo 35 de su Ley Orgánica Constitucional. Una UF corresponde aproximadamente a U$28 ($16.820,82 moneda chilena)
Agradecimientos
  • Taller de Arquitectura, Arq. Edward Rojas. Ciudad de Castro, Chiloé. Chile, en el marco de la Jornada académica profesional de socialización y capacitación en técnicas de manejo en arquitectura y construcción con madera desarrollada por el IDEADE. 2003 – 2004.
  • Bosque Modelo Chiloé. BMCh. “Propuesta de Diseño de Vivienda para el mundo Rural de Chiloé; Elaboración y evaluación de modelos de Unidad productiva para la construcción de viviendas sociales en maderas nativas”. bosquemodelochiloe.cl.

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