Compukid: La Alegría de Estudiar… con Total Comodidad

Alexandra Colorado Castro

Periodista M&M

Con la creación de una liviana silla escolar que tiene la posibilidad de adaptarse fácilmente a las medidas del usuario, sea niño, joven o adulto, ha terminado el molesto ritual de sentarse en los anti-ergonómicos pupitres tradicionales. Ahora asistir a clases será además de indispensable, placentero.

Durante años, los pupitres existentes en los colegios del país –y que vale la pena decir, no han tenido más que un diseño básico– han sido fabricados para ser usados por tres grupos definidos: niños de kinder, de primaria y de bachillerato; esto sin importar que en cada uno de los grupos, los alumnos tienen diferentes edades, grados de aprendizaje y obviamente, diferentes estaturas y tallas.

Este hecho ha dejado ver como, dentro de los organizados y permanentemente re estructurados planes pedagógicos de las instituciones educativas, la comodidad y la ergonomía no ha sido un tema de discusión. El poco interés en la materia se ve reflejado en los cientos de niños que, “acomodados” en esos octogenarios pupitres, dejan sus pies colgando, los recogen contra su pecho o marcan sus brazos contra los filos de las mesas.

Precisamente, considerando que este problema no sólo afectaba las buenas posturas del cuerpo, sino que además perjudicaba los niveles de atención y aprendizaje y reducía las posibilidades de uso de los espacios escolares, el diseñador industrial Fernando Prieto (1), en asocio con la empresa Muebles y Plásticos S.A, creó Compukid.

Se trata de un equipamiento escolar para educación primaria y media, compuesto por una silla y una mesa, que ofrecen la posibilidad de ser ajustadas fácilmente por el usuario, a su medida -de manera manual- y sin necesidad de tornillos, resortes, botellas neumáticas u otros intrincados o vulnerables mecanismos de ajuste.

Así y según lo afirma su diseñador, Compukid se propone como una solución al problema ergonómico y de confort que han representado los antiguos pupitres, y dicho sea de paso, permite generar ambientes ideales, más cómodos, pedagógicos, estéticos y seguros en las aulas escolares.

El Pesado Amigo

Ese “armatoste” llamado pupitre, hecho de madera y hierro fundido, de bisagras desorientadas y desvencijados tornillos que parecen empecinados en romper los pantalones infantiles, ha quedado atrás.

Prieto explica que el pupitre tradicional aunque fue, y aun es, estrictamente diseñado bajo los parámetros de la Norma Técnica Colombiana (NTC) para la fabricación de pupitres –y que tiene como fundamento estudios ergonómicos hechos por el Icontec para asegurar que los niños estudien holgadamente– en realidad no ha tenido presente el inmenso mar de usuarios que tiene y que por lo tanto, no cubre total, ni realmente las necesidades de éstos.

Por ejemplo, en la norma se estipula que para diseñar y fabricar este tipo de mueble, el producto deben cumplir obligatoriamente tres parámetros y medidas básicas: la relación de altura del piso a la silla; la profundidad del plano del asiento; y la altura del asiento al punto medio del espaldar.

El diseñador advirtió que ese reglamento generaba un problema de colectividad, pues la utilización de los pupitres quedaba reducida a tres tamaños (kinder, primaria y bachillerato), pero no había un diseño que, siendo un producto único, sirviera simultáneamente a los tres grupos.

‘’Por eso en Colombia no hemos podido implementar un sistema de aulas especializadas, y por eso los espacios escolares no son funcionales’’, denunció Prieto.

Frente a esto, el objetivo principal de Compukid fue brindarle la posibilidad al estudiante de adecuar la silla a las dimensiones de su cuerpo, lo que supuso un producto -más que atractivo en su forma- novedoso funcionalmente, ajustable a toda la gama de usuarios propuestos.

El Pupitre Moderno: Diseño y Movilidad

Una de las más importantes y satisfactorias respuestas que brinda el diseño de la silla Compukid, es su sistema de graduación flexible pero exacto, que permite ajustar el asiento, el espaldar y la mesa, gracias a ganchos sobrepuestos a la estructura metálica del mueble, y sin violar ni un sólo milímetro las Norma Técnica Colombiana.

El usuario puede hacer varios movimientos para jugar con las relaciones de altura y profundidad de los elementos, entre todos los puntos del asiento.

El mecanismo consiste en subir o bajar el espaldar, colgarlo a los ganchos dispuestos en la estructura portante del mueble y así ajustar la pieza a la altura precisa del individuo. De igual forma, el asiento también se desplaza hacia adentro o hacia fuera, según la distancia que quiera tener con respecto al espaldar, tal como ocurre con la mesa que puede irse graduando a medida que el usuario se vaya acomodando.

Adicionalmente la silla incorpora una serie de detalles de diseño, comodidad y ergonomía para mejorar los niveles de confortabilidad.

Entre ellos está que, tanto el asiento como el espaldar tiene doble curvatura, -en sentido horizontal y vertical-, basada en las formas que tiene la columna vertebral del ser humano, esto para que durante las largas jornadas académicas, la zona comprometida descanse, pues es la que soporta todo el preso y presión del cuerpo.

De igual forma, se dio un diseño especial a los bordes de la mesa, que fueron elaborados por seguridad con una suave forma redondeada, para evitar esos remates amenazantes y puntiagudos propios de  los pupitres antiguos que lastimaban a los niños. Adicionalmente, en este diseño de los bordes también se tuvo en cuenta que la constante y necesaria inclinación de los brazos sobre la mesa, no dejara tallas ni marcas.

Ya para efectos de organización del individuo en el mueble, la silla también esta provista en su parte superior, de una pieza plástica con una configuración especial y curva que sirve para colgar el morral escolar, sin importar lo pesado que sea, y sin que la silla se venga al piso.

Para este efecto, en el diseño se incluyó un sistema de equilibrio que consiste en dos varillas que parte de un extremo de las patas a la estructura vertical y que tienen como base otra estructura tubular en forma de “U”; una manera efectiva de lograr total estabilidad.

Finalmente, el mueble, gracias a un particular  diseño sin patas delanteras en la silla y traseras en la mesa, optimiza el espacio en el que se mueve el estudiante, ya que puede salir y entrar fácilmente de su pupitre, reduciendo esfuerzo e incluso riesgos de caídas.

Vale señalar, como aspecto interesante, que en el diseño de Compukid no se tuvo en cuenta la disposición de un espacio para almacenar objetos o útiles como cajones o barandasbajas -muy propio de los antiguos pupitres- por considerar que estos reducían el espacio del estudiante y por ende su movilidad.

De hecho, Prieto opina que esos espacios dentro de este tipo de muebles ya caducaron, porque son las instituciones educativas las que deben adecuar sus instalaciones con estanterías y zonas especiales para que los estudiantes guarden allí sus libros y elementos.

Acero y Plástico, Mejor Imposible

Pero obviamente, tras ese diseño ergonómico y especializado del modelo Compukid, todos y cada uno de los elementos ameritaron también un proceso de producción cuidadoso, e incluso complejo en algunas fases.

En términos generales tanto la silla como la mesa fueron fabricadas con acero de una pulgada -para la estructura portante- y varias piezas plásticas: como el espaldar, el asiento, la tapa de la mesa, los ganchos, los tapones que cierran los tubos y los patines, sobre los que descansa todo el mueble.

Uno de los aspectos por los que se eligió el plástico para la fabricación de Compukid, fue su reconocida versatilidad que garantiza no sólo eficiencia en la producción y variedad de formas y colores, sino también la gran durabilidad del producto final, teniendo en cuenta, claro, quienes son los “pequeños y traviesos” usuarios.

“El plástico es, a diferencia de la madera, un material muy liviano, que permitió para este proyecto la generación de partes de sólo cuatro milímetros de espesor. Además logramos todas las formas curvas que planeamos; lo que, con madera hubiese sido un trabajo artesanal complejísimo”.

Sin duda, el material realmente se amoldó a las necesidades del proyecto y dio respuestas a los interrogantes estéticos y constructivos que supuso el proyecto.

En este sentido se logró un mueble escolar cuyo asiento totalmente liso –a diferencia de los pupitres tradicionales– carece de clavos salientes que rasguen los pantalones y faldas de los niños. El sistema consistió incrustar en la cara inferior del asiento plástico, insertos metálicos (tuercas embebidas) y asegurarlas con tornillos muy escondidos. Además, este ingenioso sistema le da la posibilidad a la institución de desmontar fácilmente la pieza en caso de avería y le permite al fabricante ofrecer piezas de reposición.

De otro lado, y para asegurar que la silla además de confort proporcionara total seguridad y resistencia, y que la tapa de la mesa además de su uso regular soportará gran peso, fue necesario diseñar y producir las piezas con una estructuración reticular. Estas partes fueron fabricadas con un sistema de rejas en su base para darles fuerza y una tolerancia altísima al uso y al abuso escolar.

De hecho, Compukid logró aprobar exitosamente todas las pruebas de resistencia a las que fue sometido: soportó un peso de 150 kilogramos sin volcarse, y resistió las violentas pruebas de tracción e impacto sin que ninguna de sus partes sufriera daño.

Vale señalar, finalmente, que la estructura en metal representó en realidad, un verdadero reto pues, para lograr las curvaturas exigidas por el diseño, fue necesario que los constructores desarrollarán una máquina dobladora múltiple, especial para el mueble, dado que las dobladoras convencionales no permitían los procesos de curvado requeridos.

Además también fue necesario el diseño y construcción de matrices con soportes para lograr a través de ellas, la inclinación precisa de la estructura metálica, durante la fabricación.

Para el acabado de Compukid los fabricantes utilizaron pintura electrostática que impide cualquier tipo de rayones, lo que complementó el objetivo de obtener un mueble fácil de limpiar y mantener, propiedad que, obviamente también ofrece el plástico.

Compukid se Hizo Realidad

Desde que comenzó la idea de Compukid, hace tres años, el diseñador Fernando Prieto  debió recorrer un camino arduo en busca de patrocinio para la fabricación de su “juguete”, un camino cargado de negativas; pero que dio un gran giro cuando expuso el proyecto a su amigo, Hugo Fernando García, presidente de la empresa Muebles y Plásticos S.A, reconocida en el mercado por la marca Compumuebles.

La idea resultó interesante para el industrial quien de inmediato aceptó y puso a disposición del diseñador todo el equipo técnico de su empresa, un grupo conformado por el mismo García, quien hizo aportes vitales al prototipo inicial y dio luz verde al proyecto.

La producción arrancó con el diseño de un modelo digital tridimensional de las partes plásticas para la fabricación de todos los moldes requeridos y siguió con el diseño de los troqueles y las maquinas necesarias.

En este punto participaron el diseñador industrial Luis Alejandro Chitiva y Carlos Rico, quienes junto a Prieto, trabajaron la tubería y diseñaron la afamada dobladora, mientras que la elaboración de los moldes para las partes plásticas fue responsabilidad de Víctor Hugo León, quien también se puso al frente de los mecanismos de refrigeración y del ensamblaje.

Las pruebas y los aciertos llegaron luego para terminar el proceso 90 días después, con la feliz fabricación de la primera silla, un tiempo récord teniendo en cuenta las dificultades y “experimentos” que demandó el mueble.

Una Silla de Exportación

Fernando Prieto afirma que la producción de Compukid -entendiéndose el proceso de fabricación de los moldes para inyección, pruebas fisicomecánicas de los materiales,  fabricación de las máquinas para el primer producto y demás-, tuvo un costo de unos cien millones de pesos, lo que representó además del esfuerzo en tiempo e ingenio creativo, una inversión económica importante para un proyecto prácticamente piloto. Un voto de fe total por parte de la Muebles y Plásticos S.A.

Los resultados no son menos que satisfactorios: se logró un mueble fiel a los objetivos ergonómicos trazados por su diseñador, rápido de fabricar (con la infraestructura actualmente instalada se pueden producir 5.000 conjuntos mensuales), y se consiguió producirlo a un costo realmente bajo para que las instituciones educativas puedan adquirirlo (2).

“Compukid cuesta 80 mil pesos, mesa y silla, lo mismo que cuesta un pupitre tradicional pero con el valor agregado del verdadero confort” afirma Prieto.

A la fecha Compumuebles ya ha vendido en un año 11 mil unidades, pues las primeras entregas se hicieron en enero del año anterior. La institución y los niños que gozan de este nuevo producto es básicamente de carácter público, pues según afirma Prieto “son estos niños los más necesitados y quienes están en peores condiciones de comodidad. Siempre acostumbrados a sentarse en tablas y estructura de ángulo”

Para los fabricantes de Compukid este ha sido definitivamente un gran acierto que cumple hoy la función encomendada y cuyos beneficios se extienden realmente a una población amplísima: más de 20 millones de niños y jóvenes colombianos con edades entre los 6 y los 19 años, y si se quiere también los mayores de 18 años “

Por ahora, la empresa prepara una gran producción para responder a la alta demanda que tiene el producto luego de las primeras entregas, así como también planea realizarle al juego algunos ajustes para mejorar sus servicios porque la idea es la misma: poner al servicio y al alcance de todos productos funcionales, con diseño.

“Lo que sentimos todos los que participamos en de convertir esta idea en realidad es la alegría de hacer por los demás” concluye con satisfacción, Fernando Prieto.

Fuente:

 Fernando Prieto: Diseñador Industrial. Ha sido profesor de las universidades Javeriana y Jorge Tadeo Lozano y ha sido diseñador de convenio de la Universidad Nacional (Bogotá). También se ha desempeñado como Gerente de diseño de importantes empresas colombianas como Hitachi,  J.Glottmann S.A, Casa Markes, Artesano Bierman y Cia, Codelam, Famoc Depanel,  entre otras. Correo electrónico: ferprieto3@yahoo.es

 

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