Por: JORGE FORERO GONZÁLEZ

Ingeniero Forestal.

En una columna anterior, se afirmaba que “urgía cambiar de actitud con respecto al bosque”, frase que adquiere gran vigencia a partir de los precios exorbitantes que ha adquirido el barril de petróleo y la destrucción que seguimos haciendo de nuestros bosques nativos (548 ha/día, según el Plan Nacional de Desarrollo, Hacia un Estado Comunitario).

Estos hechos así planteados indican como en el país se desconoce el potencial que representa el bosque como recurso natural renovable, que implica, entre muchos aspectos, que es posible aprovechar los múltiples productos que de ellos se puede obtener, ya sea con la eliminación total del árbol o sin ella, por lo que el bosque no debe desaparecer, como viene sucediendo; sino que es posible volverlo a establecer, ya sea donde ellos existieron o no, condición esta que no ofrecen los recursos naturales no renovables, como el petróleo.

Además del elevado precio que ha adquirido el petróleo a nivel mundial, todos los días los medios noticiosos publican como éste está próximo a agotarse en el país y como nos convertiremos, en breve plazo, en unos importadores netos de combustibles, lo cual, además de la gran cantidad de divisas que representará la importación de combustibles, dicha escasez tiene otras implicaciones adicionales, ya que ello repercutirá en la importación a mayor valor de un sinnúmero de elementos que a diario se consume, que también son provenientes del petróleo y sus derivados, como son: muchos abonos, muebles y enseres de uso diario, elementos para la industria en general y muchos elementos mas.

No obstante lo anterior, el Ministerio de Minas y Energía y la Unidad de Política Minero Energética-UPME-, han gastado durante años y continúan gastando, ingentes sumas de dinero en estudios, analizando si existe opciones para sustituir el consumo de leña por energéticos ya sea provenientes del petróleo, o gas natural  o por otros energéticos, hechos estos que desconocen de manera palmaria el potencial y la renovabilidad que ofrece el bosque.

Se desconoce que cuando una rama se corta para obtener leña, del árbol rebrotan tres o cuatro o mas ramas; que cuando un árbol se tumba para obtener leña, del tocón que queda, la mayoría de las veces, rebrotan tres o cuatro o mas árboles nuevos; que los eriales con que actualmente cuenta el país, que ascienden a mas de cinco millones de hectáreas (5’000.000 ha.), por la destrucción masiva que se ha efectuado del bosque, constituye un área para la cual debería existir un programa sistemático para su recuperación a través del establecimiento de bosques; sin mencionar los mas de veinticinco millones de hectáreas (25’000.000 ha) que se encuentran ociosas y donde podría existir una exuberante floresta.

Mencionando el tema económico relacionado con los energéticos, el Documento CONPES 2834 de 1996, afirma que en el año de 1.990 el 35,4% de la población consumía leña para la preparación de alimentos, consumo que ascendió aproximadamente a 10’222.132 toneladas de madera, que con un valor a razón de $ 8.903/ton., en dicho año, representó el equivalente a transacciones comerciales por valor de $91.007’641.196.

 Si al consumo de leña se agrega la cantidad y el valor estimado del consumo de Carbón Vegetal que fue calculado para el mismo año por PESENCA, sólo en siete (7) departamentos de la Región de la Costa Atlántica, lo cual ascendió a 67.627 toneladas, con un valor estimado de $ 3.436’336.802, se puede deducir que el valor del consumo de leña y carbón vegetal durante el año de 1990, representó el 11,80% del Producto Interno Bruto del país en el año de 1.990[1].

Valores tanto en cantidad, como  en recursos económicos, que incidieron sobre el menor consumo de barriles de petróleo, menor gasto de divisas del País en importación de petróleo y sus derivados y por consiguiente apoyo, una vez mas de los bosques naturales,  a la economía nacional, ya que al no ser necesario el consumo de petróleo como energético, liberó divisas para otras inversiones para el desarrollo.

[1]/ PESENCA. (1.990) Análisis de la Situación Energética de la Costa Atlántica. Tomos VIII y IX, Leña y Carbón Vegetal. Barranquilla.  1990,   80 pp.