Deforestación crece en tiempos de paz, Cormacarena busca frenar el fenómeno
Sólo durante un fin de semana, los operativos del Comando de Policía pueden incautar más de 26 metros cúbicos de especies de alto valor comercial pweeo obtenidas ilegalmente. El Ejército incautó el año pasado más de 150 metros cúbicos de madera apilados en las sabanas de Puerto Gaitán y otras zonas del Ariari, mientras que la Policía del Meta ha hecho este año 38 incautaciones, de las cuales se están haciendo los procesos administrativos judiciales.
El tráfico masivo de recursos naturales tiene al Meta con la tasa más alta en deforestación del país. En promedio, cada año son arrasadas 10.725 hectáreas de bosques y, de acuerdo con un estudio elaborado por Cormacarena y el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), en total, en los últimos 20 años, se acabo en este departamento con 645.650 hectáreas de bosques y selvas.
Aunque en el último año se vio una disminución de la tasa de deforestación, los investigadores advirtieron otro fenómeno, esta vez ligado con la dinámica de la guerra en el Meta: desde 2012, cuando empezaron los diálogos de La Habana, el Ideam empezó a generar alertas tempranas sobre el incremento de la deforestación en esta zona del país. Mientras que en ese documento inicial de advertencia este departamento aún no era mencionado, para el segundo semestre de 2013 ya apareció como el tercer foco con más municipios en alertas tempranas.
Entre 2015 y 2016, los municipios de Uribe, La Macarena, Mesetas, Mapiripán, Puerto Rico y Vista Hermosa tuvieron las mayores tasas de deforestación departamental, en ese mismo orden. Los rastreos de Cormacarena advierten que se presentó una tendencia al aumento de la deforestación en el municipio de Uribe ya que, por primera vez, desde que se realiza el monitoreo de bosques, ocupa el primer lugar en perdida de la cobertura boscosa en el departamento. Allí confluyen tres parques nacionales naturales: Tinigua, cordillera de Los Picachos y páramo de Sumapaz.
Uribe, conocido porque en su territorio tuvieron por años sus campamentos varios miembros del Secretariado de las Farc, era justamente un búnker natural por sus zonas boscosas y montañosas. Sin embargo, sin los guerrilleros merodeando y ubicados en las zonas veredales, en 2016, este municipio pasó a ser el que mayor tasa de pérdida de bosque tiene en el departamento, con 3.746 hectáreas, teniendo como referencia las 1.805 que se perdieron durante 2015.
Para los ambientalistas, la deforestación tiene varios motores; uno de ellos es que, a medida que hay más desarrollo, el hombre tiende a depredar más sus bosques. Ahora ocurre que las áreas más sensibles al conflicto armado y donde tenían lugar los teatros de operaciones militares fueron las primeras donde el conflicto bajó de nivel y empezaron a llegar inversiones estatales para que los campesinos no se desplazaran. “El desescalonamiento del conflicto trajo consigo que más colonos vieran la posibilidad de conquistar nuevos territorios, en especial para extender la ganadería y otros para aprovecharse con el comercio ilegal de madera”, explica Manlio Vargas, coordinador del Grupo Biótico, de Cormacarena.
La situación es evidente y en un estudio del PNUD, que fue presentado a la Mesa de Diálogo, también advierte que las áreas donde se empezó a desactivar el conflicto fueron las que luego aparecieron como las más deforestadas:
“Venimos advirtiendo por la deforestación en municipios como La Macarena y en el Ariari. Esta es una de nuestras mayores preocupaciones y tomaremos los correctivos necesarios, empezando por adoptar una cultura articulada con esos municipios, dijo la gobernadora del Meta, Marcela Amaya, quien ratificó que el medio ambiente debe ser una de las prioridades en la implementación de los acuerdos de paz en esta región.
Sin embargo, advierte que la ganadería extensiva sin control es una amenaza mayor ahora que muchos territorios van a pacificarse con la implementación de los acuerdos de paz en la región. Los ganaderos que fueron erradicados por la subversión en tiempos de la zona de distensión volverán y podrían expandir la frontera.
“Es una mentira que los ganaderos somos los que más depredamos los bosques. Esa es una creencia porque siempre buscan a quién culpar. De hecho, mientras el Ministerio de Agricultura da unas pautas en las que, en promedio, se puede tener en el Meta 0,34 cabezas de ganado por hectárea, gracias a nuestros procesos de mejoramiento, tenemos dos cabezas en zona del piedemonte llanero y hasta cuatro reses en área de sabana. No somos los deforestadores”, enfatiza Eduardo Arias, gerente del Comité de Ganaderos del Meta.
Cormacarena informó que en un año, reforesta más de mil hectáreas, pero se arrasan 24 veces más de esa cantidad en 12 meses. En 12 años, sólo en el área amazónica del Meta se pasó de 35.788 hectáreas deforestadas en 2002 (7,4 %) a 49.496 en 2014 (10,24 %).
Con información de Jhon Moreno – colombia2020.elespectador.com
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