Seguridad Industrial: Fundamental en el Engranaje de las Empresas

Carlos Elías Sepúlveda Lozano

Periodista M&M

La seguridad industrial es fundamental en cualquier empresa sin importar su actividad, debido a que previene accidentes laborales y, en caso de que sucedan, cuida y vela por la atención y recuperación del afectado, hecho que deben hacer cumplir las ARP, entidades encargadas de asegurarse de que las normas establecidas en la materia sean aplicadas.

En todo tipo de empresa, las labores que realizan los empleados siempre llevan implícito un riesgo, menor o mayor, a su integridad física, por lo cual, desde hace un par de décadas, los entes de control que regulan la normatividad en este campo se han puesto en la tarea de proteger al empleado de los accidentes que pueda sufrir en su trabajo, mediante la implementación de normas y decretos que buscan la prevención del peligro y la seguridad de la integridad física del individuo para que desarrolle su labor de forma adecuada; de allí la importancia de la materia.

La seguridad Industrial anticipa, reconoce, evalúa y controla factores de riesgo que pueden ocasionar accidentes de trabajo. Es un conjunto de técnicas multidisciplinarias que se encargan de identificar el riesgo, determinar su significado, evaluar las medidas correctivas disponibles y que se enfoca, principalmente, en la protección ocular y de las extremidades, ya que 25 por ciento de los accidentes afectan las manos, y el 90 por ciento de los mismos ocurren por la falta de uso de los elementos de seguridad pertinentes para realizar una actividad. En el caso de la industria maderera, existe una protección vital, la de las vías respiratorias.

Por lo anterior, la seguridad industrial lleva a cabo ciertos procesos que pretenden motivar al operador a valorar su vida y autoprotegerse, para que evite accidentes relacionados con descuidos o desconcentraciones en la labor que realiza, principales motivos de accidentalidad, debido a que el 94 por ciento de los accidentados afirmaron no advertir el peligro del accidente hasta que sucedió.

Elementos de Seguridad Industria Maderera

Básicamente, las funciones que cumplen los elementos de seguridad que deben portar los operarios mientras realizan su trabajo son: evitar golpes, cortaduras, penetración de cuerpos extraños al organismo, envenenamientos, descargas eléctricas, fatiga industrial y quemaduras por frío, calor o fricción, entre otras.

Para la industria maderera, algunos de los elementos más importantes que deben portar los operarios son los utilizados en la protección respiratoria, los cuales protegen de partículas volátiles en el aire como aserrín, que fácilmente ingresan al organismo.

Las máscaras provistas de respiradores con filtros activos o cartuchos retirables son los más adecuados para los empleados que trabajan en esta industria, puesto que protegen de gases, gases tóxicos, fungicidas y partículas; el filtro o cartucho, gracias a sus activos por carbono, recoge las partículas para evitar que ingresen al sistema respiratorio y causen enfermedades.

Así mismo, la protección visual del operario, fundamental para desarrollar su trabajo sin contratiempos, es otro campo de interés de la seguridad industrial. Para ello, la industria ha creado diversos tipos de gafas que tienen características y usos particulares según sea la necesidad. Existen gafas de protección contra astillas y virutas, contra polvos, destellos y luces, con cubiertas laterales, de capa ocular, de ajuste flexible, con escudo de plástico y las comunes de seguridad.

En esta variedad se encuentran las monogafas, apropiadas para trabajar en ambientes en los que abunde el polvo, debido a que tienen la característica de pegarse a la cara para evitar que ingresen impurezas por alguna parte hacia los ojos; y se dividen en gafas de ventilación indirecta y de ventilación directa. Las gafas de ventilación indirecta son totalmente selladas pero poseen un filtro en la parte superior que deja entrar el aire para filtrarlo; caso contrario a las gafas de ventilación directa que tienen una serie de aberturas para permitir el flujo del aire, por las que también entran impurezas; estas gafas protegen al ojo de partículas grandes, pero no de las de menor tamaño.

Para el caso de los instaladores en las empresas madereras, es necesario que utilicen gafas que no sean monogafas; pero si el operario está en un taller en el que existe mucha impureza en el ambiente, lo más recomendable es que use unas de ventilación indirecta.

Existe otra variedad de gafas similares a las de sol, pero fabricadas con materiales resistentes a impactos, cualidad que se asocia directamente con su calidad y en este sentido, las gafas industriales deben estar fabricadas en policarbonato. Este material –en un ambiente de trabajo, en el que puede suceder que una partícula salga expedida a gran velocidad en dirección al ojo– no sólo evita que la partícula pase, si no que si el lente se quiebra, no genera esquirlas.

Actualmente, son aplicadas para este tipo de gafas, capas de material adicional que les otorgan mayor resistencia a los impactos, evitan ralladuras y el empañamiento del lente con vapor.

Otra área de protección, importante para el operario, es la auditiva, dado que existen máquinas como las sierras, lijadoras, entre otras, que generan ruidos con una intensidad alta de decibeles y que resultan muy peligrosas cuando el operario se ve sometido a una interacción constante en este ambiente.

Hasta el momento, no se ha determinado cuál es el nivel nocivo de sonido para el oído humano; sin embargo, existen estudios que establecen que el nivel tolerable está entre los 85 y los 95 decibeles; por lo que empresas que registren niveles de ruido superiores a 90, deben exigir a sus operarios protección auditiva en cualquiera de los tres tipos existentes: tapones, hasta 100 decibeles, copas u orejeras, de 101 a 120 decibeles, y cascos, arriba de 121 decibeles.

Vale señalar que cualquiera de los tres, además de proteger contra el ruido, también lo hacen contra impurezas que puedan alojarse en los oídos, aunque en grados distintos. Para el caso de los tapones –elementos fabricados en silicona y que deben ser usados dentro de la cavidad auditiva– el grado de protección ante polvo e impurezas, es bajo comparado con las copas, que poseen una serie de filtros fabricados con polímeros y espumas, que evitan, eficientemente, que ruido exterior y partículas –aun en ambientes muy contaminados– representen riesgo para la salud.

El máximo grado de protección lo registran actividades en las que los obreros están sometidos a altísimos decibeles (superiores a 121), dedicados, por ejemplo, a trabajar con martillos industriales en las calles o quienes trabajan en el área de tráfico de aviones, para estos casos, se exige el uso de copas auditivas mejoradas y/o cascos con orejeras.

Precisamente, un elemento indispensable en la seguridad industrial de un operario es el casco, puesto que la cabeza es una de las partes del cuerpo humano más frágiles y vitales. Los cascos protectores deben poseer una resistencia al impacto que genere una esfera de acero de 3.5 Kg; para lo cual las empresas que los fabrican, los someten a rigurosas pruebas para medir su resistencia a la penetración, dejando caer sobre ellos y desde una altura de 0.90m, una plomada de acero en el centro de su corona. El impacto no debe provocar abolladuras ni penetraciones superiores a un centímetro, para que el implemento se considere en óptimas condiciones de calidad.

Por lo general, los cascos se dividen en tres clases: cascos de servicio general que absorben golpes y corrientes eléctricas hasta de 600 voltios; cascos que protegen contra altos voltajes y golpes, y cuyo rango de protección eléctrico debe extenderse hasta los 15.000 voltios por tres minutos; y cascos de servicio especial fabricados en aluminio programado para golpes, únicamente.

Así como el operario debe proteger su cabeza, también es de vital importancia que cuide la integridad de sus manos, puesto que son la principal “herramienta” con la que realiza las labores en la empresa. Cabe destacar que una cantidad considerable de accidentes industriales involucran las manos, de allí que su protección resulte fundamental.

En este sentido, los guantes son los elementos indispensables para manipular diferentes materiales, sustancias y productos; existen guantes para frio, calor, contra cortaduras, fricciones, guantes para soldadura y antideslizamiento, siendo los principales materiales de los que están hechos:

  • De asbesto, para manipular llamas y calor.
  • De asbesto combinado con cuero y lana.
  • De cuero curtido al cromo, reforzados con grapas de acero en la palma y los dedos, para trabajo en fundiciones.
  • De lana asbesto o algodón, reforzados con cuero al cromo en las partes de mayor desgaste para el manejo de materiales ásperos y cortantes.
  • De neopreno para manipular ácidos y aceites.

Un ejemplo claro de uso se presenta cuando un operario lija un material, en esta actividad es necesario que porte guantes antideslizantes; ya, en el corte con sierras, también es necesario que use guantes que impidan que resbale su mano para prevenir cortes. Los diferentes tipos de guantes evitan las fricciones, ampollas y astillas; su elección dependerá del requerimiento que exija el tipo de industria en la que el operario trabaja. Un ejemplo de estos guantes es el Kelbard que, hasta cierto nivel, evita las cortaduras.

Otro elemento que integra la seguridad industrial del operario es el calzado que, dependiendo los requerimientos de la industria y el tipo de ambiente donde se desempeñe, puede proteger de golpes, líquidos, aplastamientos, resbalones, corrientes eléctricas, entre otros peligros. Entre la variedad de calzado más utilizado en la industria está:

  • Bota con puntera protectora, que soporta 1.134 kg de compresión sobre la puntera o un aplastamiento máximo de 13mm, luego del impacto, de 23 kg desde una altura de 33 cm.
  • Bota con suela de madera, antideslizante.
  • Bota con suela de goma, para protección contra ácidos.
  • Zapatos conductores para disipar la electricidad estática.
  • Zapatos aislantes fabricados con material no conductor y sin ningún metal, con excepción de los que tienen puntera, la cual debe estar correctamente aislada.
  • Botas de fundición que, por su estructura, impiden la penetración de chispas o metal fundido y facilitan al operario su rápido despojo en una emergencia.

Normatividad

El campo de la seguridad industrial ha sufrido fuertes cambios a nivel legislativo a fin de garantizar que sean implementados los diferentes mecanismos existentes en el tema, y proteger así la integridad de los miembros de una empresa, cualquiera que sea su actividad industrial.

En este sentido, las Aseguradoras de Riesgos Profesionales (ARP) son las entidades responsables de la aplicación de las normas concernientes a la seguridad industrial de las empresas. Garantizar a los afiliados –en los términos del decreto 1295 de 1994– la prestación de los servicios de salud a que tienen derecho y el pago oportuno de sus prestaciones económicas, es una de sus principales funciones; para lo cual, realizan actividades de prevención, asesoría y evaluación de riesgos profesionales; y divulgan programas de seguridad industrial, salud ocupacional, medicina laboral e higiene industrial.

Cabe resaltar que estas entidades no pueden rechazar a ninguna empresa o trabajador al momento de solicitar sus servicios, aunque si pueden, y deben, clasificar las empresas de acuerdo a la actividad principal que realice y a los factores de riesgo a los que se expongan. En los casos en que las empresas posean diferentes sedes administrativa, operativa, entre otras, pueden ser clasificadas en diferentes tipos de riesgo, si los factores de riesgo en cada lugar son distintos.

En términos generales, la clasificación de riesgos, comprende cinco categorías, (ver Tabla 1).

Luego de establecer a qué clase de riesgo pertenece la empresa, la ARP calcula las cotizaciones sobre la misma base determinada para el Sistema General de Pensiones, estipulada en los artículos 18 y 19 de la ley 100 de 1993. El monto de dichas cotizaciones no debe ser menor al 0,348 por ciento ni mayor al 8,7 por ciento de la base de cotización de los trabajadores. En caso de que el empleador o responsable de la cotización, no realice la afiliación al Sistema General de Riesgos Profesionales, no pague dos o más periodos mensuales u omita el traslado de un afiliado a un lugar diferente de trabajo, El Ministerio de Protección lo puede obligar a pagar multas sucesivas mensuales de hasta 500 Salarios Mínimos Legales Mensuales Vigentes (SMLMV).

No aplicar los reglamentos o instrucciones para la prevención de Riesgos Profesionales, también le acarrea sanciones al empleador, en este caso, el pago de la cantidad anteriormente nombrada; penalidad que puede llegar a la suspensión de la empresa hasta por seis meses o el cierre definitivo de la misma –por parte del Ministerio de Protección Social–, al término de este periodo de tiempo, si las fallas no se corrigen rápidamente.

También existen sanciones de hasta 200 SMLMV por no presentar el informe correspondiente a un accidente de trabajo o enfermedad profesional, o hacerlo de forma tardía.

Así como es castigada la conducta incorrecta de los empleadores, las anomalías en la que incurran las ARP también son multadas con sanciones económicas de hasta 1000 SMLMV, cuando sea demostrado que una entidad lleva a cabo acciones para dilatar el pago de prestaciones, rechaza a un afiliado, no acata el marco normativo del Sistema General de Riesgos Profesionales e impide la libre elección de la entidad administradora, entre otras.

Para el caso de accidentes laborales también existen una serie de normas y procedimientos que amparan y benefician al trabajador víctima del percance:

  • Incapacidad temporal: situación en la cual el trabajador no labora y tiene derecho a un subsidio equivalente al 100 por ciento de su salario base por 180 días, prorrogables a 180 días más. Si hay un concepto de posibilidad de rehabilitación, la ARP puede posponer la pensión por invalidez por 360 días más, sin retirar el subsidio al empleado.
  • La incapacidad permanente parcial: situación en la que el trabajador pierde capacidad laboral permanente, por daño parcial en su salud, entre un 5 y el 49 por ciento, hecho que se indemniza económicamente.
  • La pensión por invalidez: pago mensual que recibe el empleado, cuando pierde entre el 50 por ciento o más de su capacidad laboral.
  • El auxilio funerario: pago único hecho a la persona que demuestre haber costeado los gastos de entierro de una persona afiliada o pensionada. Este monto corresponde al último salario base de liquidación o la última mesada pensional recibida, no menor a 5 o mayor a 10 SMLMV.

Una de las normas que establece y reconoce una serie de enfermedades laborales es el decreto 1832 de 1994, en el cual se basan las ARP para determinar si la enfermedad adquirida por el empleado está reconocida y saber qué procedimientos realizar para auxiliarlo en el tratamiento de la misma, luego de un diagnóstico médico.

De acuerdo con la legislación laboral se conceden las prestaciones al trabajador en caso de accidentes de trabajo y en enfermedades profesionales estipuladas en el artículo 204 del decreto 1832.

Dentro de este marco normativo también se encuentra la norma GTC 45, guía que proporciona directrices a las ARP para que identifiquen los peligros y valoren los riesgos de seguridad y salud ocupacional que pueden afectar las empresas a afiliar; y que de paso, sirve a las empresas para que ajusten a sus necesidades estos lineamientos, según la naturaleza, el alcance de sus actividades y los recursos establecidos.

Estadísticas

La aplicación de las normas y conceptos de seguridad industrial en las empresas colombianas, ha tenido un crecimiento significativo, lo que evidencia una mayor preocupación por parte de los empleadores a prevenir riesgos laborales que son ocasionados por falta de información y capacitación en el tema.

Si es comparado el número de empresas afiliadas al Sistema General de Riesgos Profesionales en el año 1.990 (627), con el número de empresas afiliadas hasta el año 2009 (6.796.459) –fecha del último sondeo en este campo– es posible percibir que Colombia ha avanzado progresivamente en el tema, gracias a las entidades que controlan, vigilan y sancionan, la normativa referente a la seguridad industrial.

Así mismo, es destacable el hecho de que un ítem como ‘muertes laborales’ se haya mantenido relativamente estable, es decir, sus números en el trascurso de los años no registran valores ascendentes o descendentes drásticos. Por otro lado, las enfermedades laborales muestran un aumento preocupante desde el año 2004, aunque según la tendencia mostrada en los primeros seis meses del 2009, y comparada con el número total del 2008, puede concluirse que hubo una reducción significativa.

El aumento en el número de empresas afiliadas a ARP, hace pensar que el nivel de conciencia de las industrias y sus empleados en la delicada tarea de prevenir los peligros que implica realizar la actividad laboral, crece; el acompañamiento y asesoría que brindan las aseguradoras, ha sido determinante.

Por todo lo anterior, la seguridad industrial, en la actualidad, es considerado un eslabón clave para los procesos que desarrolle cualquier empresa, puesto que protege y conserva la integridad de los trabajadores, engranaje fundamental en cualquier industria, y trabaja para que sus índices sean cada vez menores, hecho que evita pérdidas económicas para las empresas y ayuda a que alcancen sus objetivos económicos y sociales con mayor solidez.

Fuentes:

  • John Gaete, gerente General OCI Colombia S.A. johngaete@ocicolombia.com
  • Ministerio de Protección Social. minproteccionsocial.gov.co
  • Libro Seguridad Industrial Administración y Métodos
  • Libro Seguridad e Higiene en el Trabajo
  • Libro Control de la Accidentalidad en el Sector Madera
  • Cartilla Derechos y Deberes en Salud Ocupacional y Riesgos Profesionales

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