El Papel de los Bosques en el Cambio Climático

Después de tres años de investigaciones, científicos de América Latina que hacen parte del proyecto MIA, aseguran que los efectos del cambio climático se manifiestan de diferentes maneras en las áreas boscosas de los países que la conforman.

 

El calentamiento de los océanos y de la superficie terrestre, el incremento en el nivel del mar, el derretimiento de los glaciares, los cambios en los patrones de distribución e intensidad de la precipitación en diferentes regiones del mundo, la disminución de la capa de nieve en el hemisferio norte, o los cambios en el abastecimiento de agua, entre otros, son fenómenos que confirman el calentamiento atmosférico al que se ha visto sometido el planeta Tierra, en las últimas décadas.

Aunque si bien, este hecho sucede, en parte, por el comportamiento propio del clima en fenómenos como el de El Niño, y de factores externos naturales como las variaciones de la actividad solar, los movimientos planetarios, las erupciones volcánicas o los cambios en la composición de la atmósfera; influye también la actividad humana, siendo esta una de las causas que ha incidido, definitivamente, en el aumento en las concentraciones de las emisiones de los nocivos Gases de Efecto Invernadero, GEI (1). De hecho, se estima que entre los años 1970 y 2004, el nivel de GEI aumentó en un 70 por ciento debido al uso indiscriminado de combustibles fósiles, la generación de desechos industriales, el cambio en el uso de los suelos y la tala ilegal e incontrolada de los bosques.

Fue, precisamente, la importancia de los bosques y su afectación por causa del calentamiento global, uno de los temas que trató el reciente encuentro celebrado por científicos que hacen parte del proyecto de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático en la Gestión Forestal Sostenible en Iberoamérica (MIA) –en agosto pasado, en la sede del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza, CATIE, en Turrialba, Costa Rica– y quienes coincidieron en que los ecosistemas boscosos de América Latina y el Caribe sienten y sentirán de diferente formas, los efectos del cambio atmosférico; y advirtieron que, de no hallarse una solución para mitigarlos, los habitantes de esta región pueden sufrir un impacto definitivo en su calidad de vida.

Un Fenómeno Variable

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO, el papel de los bosques en la mitigación del cambio climático es clave por su capacidad de absorber y liberar carbono –ellos contienen el 60% del carbono en la superficie terrestre–; de servir como fuente renovable de energía; de proveer servicios como regulador del ciclo hídrico; y de proveer productos esenciales para la subsistencia de la vida orgánica en la Tierra, como el agua y los alimentos.

Su destrucción, además de representar una inminente amenaza para la vida, es una de las principales causas del calentamiento global. La organización, afirma que el 70 por ciento de los GEI son causados por la remoción de biomasa en la conversión de los suelos para hacerlos aptos para la agricultura; el 20 por ciento por la pérdida de carbono causada por la deforestación; y el 10% por la tala no sostenible e ilegal del recurso forestal, así como por los incendios forestales incontrolados.

No obstante estas generalidades, los bosques sobrellevan de diversas formas el calentamiento global en situaciones que abren –para muchos de ellos– un panorama devastador. Esta es la conclusión de la Red de Adaptación al Cambio Climático y Ecosistemas como Estrategias de Adaptación (RACC), del proyecto MIA, una iniciativa –la primera en su tipo en el continente americano– en la que participaron científicos de Chile, Argentina, Nicaragua, Colombia, Panamá, Costa Rica, Ecuador y Perú; y quienes, después de investigaciones realizadas entre 2008 y 2011, determinaron, por ejemplo, que mientras en América Central la temperatura se eleva y los bosques tardan en crecer; en la región amazónica de América del Sur, las selvas sufren impactos moderados por los efectos del calentamiento global, aunque esta situación puede agravarse en el corto o mediano plazo.

Los estudios condensados por la RACC, los realizaron los profesionales a través del uso de instrumentos y metodologías de medición y monitoreo, en bosques tipo húmedo, andino, andino patagónico, templado y tropical; en los que tuvieron en cuenta varios aspectos que se constituyen como causas del calentamiento global –falencias en el manejo forestal, sobrepastoreo, incendios forestales, extracción excesiva de leña y la irrupción de enfermedades y pestes forestales en grandes áreas– para así determinar la vulnerabilidad de los bosques frente al calentamiento global, y las estrategias necesarias para mitigar los efectos de éste en la región.

Entre algunas de las conclusiones observadas, se destacan los resultados de los estudios realizados en los bosques de caoba (Swietenia macrophylla King, por su nombre científico), que indican que la especie aún tiene condiciones para adaptarse al calentamiento global en algunas zonas de Colombia, Panamá y Costa Rica, pese a que está en riesgo de extinción; y el hallazgo del grupo de investigadores en Chile y Argentina, según el cual los bosques con árboles de la especie Nothofagus pumilio (conocido por su nombre común de roble de Tierra del Fuego), ubicados en la parte más austral de la Patagonia –de la cual es la especie forestal más representativa–, crecerán y ampliarán su superficie, mientras que el número de individuos de otras especies del mismo género Nothofagus, situadas al norte de esta área, disminuirá.

Otros indicios sobre la particularidad de los bosques y su reacción frente al calentamiento global, se observa en los bosques de América Central. Si bien se estima que al menos un 25 por ciento del área con bosques latifoliados –de coníferas, manglares, mixtos, de agricultura, húmedos o matorral– experimentarán cambios significativos a raíz del cambio climático, sólo un 15 por ciento del área cubierta por esta misma variedad de bosques y de agricultura, y entre un 5 y 10 por ciento del área bajo sabanas y manglares experimentarán cambios fuera del rango de su variabilidad histórica natural.

Por otro lado, en Suramérica, aunque la amazonia aún no sufre, drásticamente, los efectos del cambio climático, es posible que en un futuro las altas temperaturas provoquen que los bosques sean reemplazados por sabanas, las cuales son ecosistemas que tienen mayor resistencia a las múltiples influencias causadas por aumentos en la temperatura, sequías y fuegos.

Cuidado y Conservación

De acuerdo con Bastiaan Louman, Coordinador del proyecto MIA, uno de los objetivos de las iniciativas emprendidas desde esta instancia, es “contribuir al desarrollo de estrategias de manejo de los ecosistemas forestales para que, aún bajo condiciones de cambio climático, puedan seguir con su papel de regulación del ciclo hídrico y ayudar a reducir los riesgos de eventos climáticos extremos como sequías, inundaciones y vientos”.

Sin embargo, también afirma Louman, es necesario proyectar la gestión de los bosques bajo un marco legislativo, institucional y de financiación, que garantice que cualquier estrategia que se implemente en este sentido, obtenga el éxito esperado: favorecer las medidas de mitigación (las acciones emprendidas para disminuir las causas del calentamiento global, como los GEI) y de adaptación (las acciones emprendidas con el propósito de minimizar los efectos del cambio climático sobre la vida humana, como la gestión del agua).

Específicamente, los programas promovidos desde MIA, tienen como objetivo predecir y evaluar el impacto del cambio climático sobre los sistemas agroforestales y los bosques de América Latina y el Caribe; además de servir como pauta para emprender otros mecanismos orientados a la conservación de los recursos genéticos, la educación en ordenación y gobernanza de los bosques –tanto a nivel nacional como internacional–, y la investigación y seguimiento cuantitativo y cualitativo del papel de los bosques en el ciclo regional del carbono; recurso del que se espera tenga a futuro, el valor monetario real pues es una de las formas que los países en desarrollo, como los de la región latinoamericana, tienen para que reducir sus emisiones de GEI.

Por esta razón, las iniciativas de MIA y de la RACC, buscaron evidencias precisas que contribuyeran a generar una nueva conciencia sobre el cambio climático.

En el caso de Chile y Argenitna, por ejemplo, a través del método de ortogonalización de Gram-Schmidt y el uso de imágenes de resolución media (LANDSAT), fue posible detectar las áreas de degradación forestal producto de las cortas selectivas o por incendios forestales; mientras que en Perú, mediante el software de máxima entropía (Maxent) para construir modelos de distribución potencial de flora y fauna, fue posible determinar que los cambios del clima afectarán, en 10 o 40 años, especies forestales y productos agrícolas de gran importancia para el consumo humano, debido a la disminución en el área boscosa.

De igual forma, la iniciativa mostró como en Ecuador, bajo el mismo modelo, las plantaciones de papa, uno de los principales productos agrícolas y alimenticios de la población ecuatoriana, disminuirán de manera drástica en un lapso de 25 a 50 años, afectando hasta en un 50 por ciento el aporte energético de esas poblaciones.

En este sentido, cabe destacar que estos estudios, al medir y monitorear los efectos del calentamiento global sobre los bosques, sirven como base, demostración y justificación para que los gobiernos implementen las medidas necesarias para su protección, conservación y manejo sostenible; y son una forma de sensibilizar a las autoridades regionales y población en general para que actúen adecuadamente frente a los peligros del mismo.

Al respecto, el ingeniero Bastiaan Louman, asegura que “no todo lo que pasa con la naturaleza y los desastres es culpa del cambio climático, ya que, hay una gran interacción de las actividades humanas, en el tema”. Cabe destacar que la degradación o pérdida de los bosques en sinónimo de perder también los beneficios que éstos brindan, pues ellos actúan, además, como reguladores del medio ambiente y los ecosistemas. No sólo se trata de conservar y proteger un recurso natural que se relaciona de manera directa con otros, como el hídrico, sino de hacerlo también con las especies vivas que en ellos habitan o que dependen de su actividad y estabilidad.

Citas:

  1. Se denomina GEI a los gases disueltos en la atmósfera que contribuyen directamente al efecto invernadero, como el dióxido de carbono, CO2; óxido nitroso, N2O; metano, CH4; y otros halocarbonos como el flúor, el cloro y el bromo.

Fuentes:

Fotografías:

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