La Sostenibilidad de los Bosques: Un Reto Ambiental

Ana María Berrío Baquero

Periodista M&M

Con el crecimiento demográfico la demanda de productos aumenta deteriorando los recursos naturales. Como solución surge la renovación de los bosques y la sostenibilidad, conceptos que se orientan a solucionar las necesidades ambientales del planeta y por ende, de la industria

 Para hablar de sostenibilidad hubiera sido más fácil iniciar este artículo por definir el término y sus implicaciones, sin embargo, es importante explicar la acepción desde su origen y las consecuencias que el modelo antagónico -el beneficio económico que prima sobre lo ambiental- ha dejado para el planeta.

Problemas como el calentamiento global, el agotamiento de la capa de ozono, la contaminación de aire, agua y suelo; la extinción de especies vegetales y animales; la explotación de las selvas y los residuos tóxicos, son algunos de los terribles efectos provocados por el mal uso de la naturaleza, durante miles de años.

Según el Banco Mundial, las consecuencias del desarrollo insostenible han generado efectos distintos según las conductas y el nivel de desarrollo de los países.

Para el tercer mundo, los principales problemas ambientales son el suministro de agua no potable, el agotamiento de los suelos y el exceso de gases por la combustión. Por su parte, los países desarrollados afrontan otros problemas como las emisiones de gas carbónico, el debilitamiento de la capa de ozono, las nieblas foto-oxidantes, la lluvia ácida y los desechos tóxicos.

Con preocupación se advierte que estos efectos sobre el ecosistema, el agua, el aire y la biodiversidad; difícilmente serán reversibles para el planeta y la única forma de hacerlo es renovando los recursos naturales y asumiendo una conducta ambiental sostenible.

En este sentido, la destrucción de los bosques húmedos tropicales se ha convertido, durante las últimas décadas, en un asunto importante para la opinión pública mundial y, a raíz de esto, organismos internacionales se han preocupado por crear políticas ambientales efectivas; es así como aparece el concepto de Sostenibilidad Forestal.

La Desaparición de los Bosques Naturales

 El aprovechamiento maderero es sólo uno de los factores importantes de la desaparición de los bosques naturales que, junto a los cambios en el uso de la tierra como la ampliación de la frontera agrícola y la colonización, han generado una degradación notable de la naturaleza.

A estos problemas se suman otros no menos complejos como el notable incremento de los cultivos ilícitos en el país, el crecimiento de las áreas urbanas y la construcción de infraestructura de apoyo como carreteras, líneas eléctricas y embalses.

De igual manera aparece y de manera relevante, el desmedido crecimiento de la población, la cual, según se prevé, se duplicará en los próximos 60 años generando un incremento de la demanda de productos madereros, que sólo podrá satisfacerse a través de la conservación y el desarrollo adecuado de los bosques.

El Desarrollo Sostenible

 El concepto de Desarrollo Sostenible quedó sentado en 1980, durante el debate de la Estrategia Mundial para la Conservación. Después, en 1987, se difundió en lo que se llamó el Informe Bruntland, realizado por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo.

Según este informe, el desarrollo sostenible es “aquel que satisface las necesidades de las presentes generaciones, sin comprometer la habilidad de las futuras, para satisfacer sus propias necesidades”1. Básicamente lo que se sugiere son cambios en el acceso a los recursos y en la distribución de los costos y beneficios para preservar el medio ambiente.

Esta propuesta afirma que los recursos consumibles se deben regenerar y sustituirse, de tal forma que la reserva natural local no decrezca con el tiempo. En este orden de ideas, la tala de los bosques es admitida si a la vez se siembra por lo menos, un árbol como reemplazo del talado.

Sin embargo, al respecto, han surgido distintas ideas que no permiten tener un panorama claro al respecto, y que obedecen a los intereses y sector al que se pertenezca.

Los ecologistas por ejemplo, cuestionan el “uso” de la naturaleza y les parece que esta no debe ser tocada para nada, una posición difícil de aceptar si se tiene en cuenta la demanda de productos naturales existente.

Los empresarios, por su parte, apoyan la idea de los costos y beneficios compartidos y respaldan el desarrollo sostenible, porque creen en la eficiencia, eficacia y rentabilidad que el aprovechamiento generará a sus organizaciones y a los actores externos de las mismas.

Para los países en desarrollo, este concepto último, dentro del contexto de la globalización, les ha significado la importación de capitales y la exportación de recursos naturales como materia prima, las cuales retornan posteriormente con un valor agregado y altos costos para sus dueños originales, incluyendo los costos ambientales

Los Bosques en el Escenario

En este sentido, y ya específicamente en materia de bosques, aparece el concepto de Sostenibilidad Forestal según el cual, los bosques reforestados serían el mejor ejemplo del uso racional e inteligente del recurso, en la medida que son fuente de energía renovable y de materia prima industrial y que ofrecen, además de un suministro seguro, otras funciones positivas.

Entre ellas se han identificado la recuperación de las tierras degradadas, la captación de CO2, además de una accesibilidad ventajosa que permite extraer y aprovechar la madera cerca de los centros de consumo, una alta productividad generada por la rapidez del crecimiento y un alto volumen de madera gracias a la facilidad de adaptación que tienen las especies al ser establecidas en áreas previamente identificadas.

Pero vale analizar más allá el concepto, este dice literalmente: “El desarrollo sostenible de tierras forestales y de sus múltiples valores económicos y ambientales implica mantener indefinidamente, sin mengua inaceptable, tanto la capacidad de producir y renovarse como las especies y la diversidad ecológica de los ecosistemas forestales”, Maini, 1989.

Así pues, se entiende que los bosques naturales pueden ser talados mientras esta acción no sea desmedida y se recuperen las especies, hecho que sugiere y demanda también, el cuidado de la fauna de los bosques.

De igual forma, y debido al dinamismo de las acciones del hombre y los cambios de los ecosistemas mismos, la práctica del desarrollo forestal sostenible requiere además ser vigilada constantemente teniendo en cuenta las alteraciones climáticas, las consideraciones ecológicas, socioeconómicas, técnicas y políticas.

Desde este punto de vista, el reto de la comunidad forestal es convertir la ordenación actual de los bosques en ordenación de ecosistemas forestales.

Aparece entonces un nuevo concepto, en parte similar al desarrollo sostenible, y es el Rendimiento Sostenido, asociado con el flujo constante de madera para el uso humano; la diferencia radica en que el primero involucra la gestión integral de los bosques, es decir, el mantenimiento de la integridad ecológica del ambiente forestal y las perspectivas hacia el futuro.

De todas formas, es válido señalar que una gran fortaleza que presentan los bosques para su sostenibilidad -desde el punto de vista ecológico- es que todos los bosques están compuestos por una amalgama de especies apoyadas en un sistema que les sirve de sostén y que tiene la capacidad de renovarse.

Los bosques, en realidad, no se consideran ecológicamente frágiles y pueden resistir una amplia gama de alteraciones naturales como los cambios del clima, tempestades, incendios, insectos, enfermedades, etc, sin embargo las medidas de protección no deben considerarse como simples alternativas sino como un seguro para garantizar futuro.

Criterios para la Ordenación Forestal Sostenible

 El desarrollo sostenible implica conocer la limitación de los cambios que pueden soportar los bosques y organizar las actividades para maximizar la producción de los mismos, durante un periodo de tiempo, y para evaluar la condición del bosque se consideran tres parámetros fundamentales:

  • La capacidad de producir.
  • La capacidad de renovarse.
  • La diversidad ecológica y de las especies.

La capacidad de producir se refiere a la cantidad de especies que crecen en un espacio determinado, el clima y la fertilidad del suelo, además de cuantificar la cantidad de biomasa que se extrae en el momento de la cosecha, acción que  genera una pérdida de nutrientes en la misma, al momento de retirar la madera.

El segundo factor, la capacidad de renovarse, es una característica que depende en gran parte de la forma de reproducción de las especies cultivadas. Por lo general, la regeneración por semilla y por medios vegetativos es la más rápida, pues permiten que en unos cuantos meses exista gran diversidad de especies.

El último factor de análisis es la diversidad ecológica y de las especies, estrechamente relacionados entre si para mantener la biodiversidad. Por eso, para su análisis, se tiene en cuenta la preservación de una red de ecosistemas representativos únicos a nivel regional, local e internacional haciéndose también necesaria la creación de bancos de semillas y genes, que incrementen igualmente, la investigación.

En ese orden de ideas, y según la Revista Unasylva, para que los bosques sean realmente sostenibles se deben tomar varias medidas de acción que les permitan lograrlo y debe hacerse en el ámbito nacional e internacional con la colaboración de los entes privados y los gubernamentales interesados en la reforestación.

La primera acción importante en este sentido, es el aprovechamiento de los conocimientos ya existentes en ordenación integral de ecosistemas forestales y la creación de una red nacional de zonas de demostración, en las que se realicen investigaciones y se presenten los avances ante la comunidad.

Esta acción va ligada al incremento de la investigación para predecir correctamente la respuesta de los ecosistemas forestales a las alteraciones asociadas a causas naturales y con actividades del hombre; además de captar los indicios precoces de tensión del ambiente y de degradación de los ecosistemas forestales.

Entre las medidas también se contempla la creación de sistemas de vigilancia que proporcionen información segura sobre el estado de los bosques nacionales y mundiales, y otros sistemas de reservas ecológicas -de tipos forestales representativos y únicos- para proteger la biodiversidad y determinar mediante comparaciones, las consecuencias de la actividad humana sobre el medio ambiente.

Otra política importante es el incremento de la productividad en las zonas adecuadas para la reforestación, mediante la acertada ordenación de los bosques y las plantaciones, que ayude a reducir las pérdidas generadas por los incendios, insectos y enfermedades, todo con el fin de reservar una mayor extensión de tierra disponible para otros usos, sin reducir la producción de madera.

A esta acción se debe sumar finalmente, la reducción del desperdicio en las operaciones de extracción y transformación de la madera para maximizar su aprovechamiento y generar una mayor diversidad de productos acabados, y estimular la reutilización para reducir la demanda de materia prima y hacer más con menos.

Por último -y para que un verdadero desarrollo sostenible de los bosques sea posible-, entre las reglas se advierte, primero, la necesidad de continuar forjando marcos políticos e institucionales que fomenten el desarrollo forestal a través de una legislación adecuada, segundo, la formación de criterios que favorezcan el comercio internacional de productos forestales y tercero, la divulgación de los compromisos, políticas y programas emprendidos por los diferentes interesados del sector forestal.

Es importante señalar que en medio de esta larga lista de medidas, el trabajo de los actores de la cadena se vuelve determinante, siendo para cada sector las demandas y responsabilidades tan diversas como definitivas.

Con referencia a los industriales, por ejemplo, se demanda que estos reduzcan los niveles de contaminación reduciendo la descarga de líquidos residuales de fabricación, a base de productos forestales.

Para el caso de las comunidades, y cuya colaboración es básica a la hora de adelantar cualquier programa de desarrollo sostenible en el bosque, se advierte la necesidad de vincularlos y capacitarlos de forma permanentemente pues son precisamente los habitantes del entorno, quienes se ven más beneficiados con un buen manejo.

Por eso, el gobierno y las diferentes instituciones deben buscar la forma de interesar a las comunidades por el cuidado del bosque natural y plantado, y una forma de hacerlo es educándolos y generando para ellos beneficios económicos, educativos y laborales que los hagan sentir parte del sistema forestal.

La Certificación Forestal y El Sello FSC

 El Consejo Mundial Forestal, (Forest Stewardship Council, FSC), es la entidad encargada de proporcionar la certificación voluntaria para bosques naturales y plantados manejados sosteniblemente en todo el mundo.

Esta certificación –que es uno de los mecanismos del mercado para la protección de los bosques– se constituye como el proceso de inspección y certificación voluntaria de bosques particulares, para determinar si están siendo manejados de acuerdo al conjunto de estándares convenidos.

Para este fin, el FSC ha desarrollado unos principios y criterios para el manejo forestal teniendo en cuenta los factores económicos, ambientales y sociales de las entidades que desean ser acreditadas.

Para el proceso, existen dos tipos de certificación: La de manejo forestal y la certificación de la cadena de la custodia.

En la primera se revisa toda la cadena productiva de una determinada mercancía, desde el bosque hasta el producto final, generándose lo que se conoce como el sello FSC. Para el caso de la certificación de manejo forestal se certifica el buen manejo de los bosques según los principios, criterios e indicadores pre-establecidos y a ella pueden acceder distintos grupos sociales como campesinos, grupos étnicos, empresarios, procesadores y propietarios.

Los principios generales del FSC son aplicados en todo el mundo  pero son rediseñados en cada país según las condiciones específicas de cada uno.En Colombia, por ejemplo, existe el Grupo de Trabajo de Certificación Forestal Voluntaria, que es una organización en la que participan varias instituciones interesadas en el manejo forestal del país y que se ha encargado de diseñar criterios para manejo forestal específico, en cuanto a bosques naturales y plantaciones se refiere.

Algunas certificaciones internacionales como SmartWood y Skal, certifican productos no maderables del bosque basados en los criterios ambientales de la FSC, gracias a esto, la entidad está desarrollando la reglamentación para certificar por ejemplo, el café bajo sombrío

Esta es una muestra que el tema de la sostenibilidad ha logrado capturar la atención de propios y extraños, y que adquiere nuevas fuerzas en la medida que se advierte mayor vulnerabilidad en los recursos. Queda sentado que se trata de un compromiso compartido en el que toda la cadena tiene derechos y deberes y que debe asumirse con la conciencia que lo protegido es el futuro, representado en el bosque.

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Fuentes:

Luis Jorge Berrío Moreno. Smurfit Cartón de Colombia. E-mail: jorge.berrio@co.smurfitgroup.com

Citas :

Informe Bruntland. 1987.

Bibliografía:

–      Informa Bruntland.

  • Revista Unasylva. Revista Internacional de silvicultura e industrias forestales. FAO. Vol 43.
  • Conif, Serie de Documentación N° 30. Pautas para la sostenibilidad de plantaciones forestales en Colombia.
  • Actualidad Forestal Tropical, Boletín de la Organización Internacional de Maderas Tropicales para fomentar la conservación y el desarrollo sostenible de los bosques tropicales. Volumen 6, Número 3.

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