Pino Caribe: El Multipropósito Fuerte de su Género

Enrique Trujillo Navarrete **

Ingeniero Forestal – MSc – El semillero SAS*

El Pino Caribe (Pinus caribaea var. hondurensis), plantado en Colombia desde hace más de 40 años y con el cual el sector forestal ha desarrollado proyectos exitosos, en territorios de suelos pobres y ácidos, entre los cuales sobresalen los del Vichada –especialmente, una de las iniciativas bandera en el país: el proyecto ‘Gaviotas’ (1) de amplio reconocimiento internacional y que tiene como resultado más de 8.000 ha establecidas y una próspera industria de colofonia(2) y trementina– han demostrado su viabilidad en la actividad de la reforestación y con ella, en la obtención de productos secundarios que incluso reportan mayores ganancias que la madera misma.

Se trata de una especie cuyas posibilidades superan el nivel básico de la madera como producto primario, de hecho, la experiencia citada en Vichada ha demostrado como, en el marco del proyecto, sus gestores diseñaron y emprendieron distintos negocios –económicamente productivos como la siembra de maíz, yuca y otras especies– para encontrar que el único próspero en esa zona de escasos recursos naturales y suelos limitados, fue precisamente el de pinos caribe traído de Honduras (Pinus caribaea, var. hondurensis) y que dieron origen a la rentable resina.

La razón, sus excelentes condiciones de adaptación, entre las que se destacan su desarrollo en altitudes de 0 a 1000 metros sobre el nivel del mar, en climas de temperatura media entre los 20 y 27 °C, y zonas con niveles de lluvia anuales de 660 a 4.000 mm.

Reporta igualmente, crecimiento constante en colinas y topografías planas a ligeramente ondulada –y un hecho importante– también en condiciones ambientales adversas provocadas por largos tiempos de sequia (seis meses) y vientos salinos; aunque resulta altamente sensible a las heladas y episodios de fuego, en especial, durante su etapa juvenil y demanda alta luminosidad para su óptimo crecimiento.

A nivel de suelos, aunque se adapta muy bien a una gran variedad –incluyendo los degradados, pobres, lixiviados, salinos y pesados, pero con buen drenaje– prefiere los de tipo arenosos ácidos y en menor grado los areno–arcillosos, de pH entre 6,5 hasta 4,3 de tipo oxisol (3) moderadamente profundos y bien drenados. De igual forma, tolera suelos poco profundos, con baja fertilidad natural y que puedan sufrir inundaciones esporádicas, pero siempre para su desarrollo resulta esencial la presencia de micorrizas –bien aplicadas peletizadas con la semilla, en esporas luego de la germinación de las semillas o en el momento de trasplante–;una práctica indispensable, independiente del sistema de producción.

La Semilla: Genética y Almacenamiento  

Una de las fases determinantes de cualquier especie destinada a plantación, es la de manejo de semilla que aborda, entre muchos aspectos vitales para un óptimo desarrollo, el mejoramiento genético, así como la preparación de las simientes, su transporte y almacenamiento.

En Colombia y referente a la genética del P. caribaea, se ha desarrollado una investigación ordenada; inicialmente se realizaron ensayos de adaptación de especies –por parte del Inderena en diferentes departamentos, especialmente el Cauca y Vichada– entre los que sobresalió el Pinus caribaea y que dieron paso, luego, a los ensayos de procedencias para determinar aquellas de mayor productividad y desempeño; esto dio como resultado, para el país, al menos cuatro procedencias sobresalientes de esta especie: Guanaja (Honduras) –ya inexistente– fue la primera, y le siguieron en su orden Montain Pine Ridge (Belize), la Mosquitia (Nicaragua) y Poptún (Guatemala) que, a la postre ha sido, entre las procedencias mencionadas, la más viable por su consecución comercial.

Durante las investigaciones, se estudiaron también otras procedencias hondureñas y nicaragüenses, algunas de las cuales no fueron ni han sido probadas y otras que, definitivamente, reportaron bajo rendimiento y formas inadecuadas en los ensayos de procedencias. Hoy, se han establecido algunas procedencias venezolanas pero no han tenido seguimiento formal en Colombia, dado que las semillas han entrado de contrabando al país, por lo cual tampoco hay reportes de su comportamiento.

Se han logrado tener a la fecha indicaciones prácticas sobre la manipulación de las semillas; por ejemplo, en materia de almacenamiento, lo ideal es hacerlo en lugares frescos y secos con un contenido de humedad de 6.0 a 8.0 por ciento y en una temperatura de 3 a 6 ºC., condiciones que le permiten mantenerse durante años.

Ya, sobre el tratamiento pregerminativo, las recomendaciones apuntan a dejar la semilla en remojo durante 24 horas; tener presente que las plántulas promedio, por kilo de semilla, son 20.000 mínimo, y que la germinación se inicia entre los 7 y 8 días y culmina entre los 21 y 24.

Producción en Vivero

Para producción con germinación en germinador y posterior trasplante, los grupos de investigación dedicados a la especie, han determinado algunas consideraciones relacionadas con el manejo del sustrato, la siembra y manipulación de la semilla en sitio:

Sobre el sustrato –que no debe tener un pH mayor de 6 – se recomienda el uso de turba, o una preparación de tierra con arena en una proporción de 3 a 1, en todo caso un sustrato suelto y poroso, que facilita la aireación, la germinación y el buen desarrollo de la planta.

Dado que el sustrato para germinar, no debe estar fermentado, ni presentar patógenos; como práctica obligada está su desinfección previa con productos de amplio espectro y sólo en dosis precisas para evitar la incidencia de plagas o enfermedades y el riesgo de perder la producción. Así, se ha recomendado aplicar el sustrato Basamid 50 g/m2 para las eras –en casos de germinación y trasplante–, y para el caso de sustrato en recipientes usados para siembra directa como bolsas, tubetes o bandejas; aplicar el mismo producto, en proporciones de un (1) kg por m³ de sustrato.

En ambos casos, luego de la aplicación del producto es necesario humedecer el sustrato, cubrirlo con plástico de cinco a ocho días para evitar la evaporación del producto; posteriormente, dejarlo airear durante tres días, y remover periódicamente el sustrato. La siembra se puede adelantar cuando ya no sea perceptible el olor del producto.

La fase de siembra de pinos, tradicionalmente, se realiza en germinador y trasplante, o siembra directa en los contenedores (bolsa, tubete o bandeja); en este último caso, como no todas las semillas germinan, el sembrador puede optar por sembrar de dos por bolsa y así ganar tiempo y evitar el trasplante; aunque esto le acarree también un sensible desperdicio de valiosa semilla.

Otra alternativa es sembrar en una línea, una semilla y en otra dos, de tal manera que se puedan trasladar plantas de una bolsa a otra, sin movilizar mucho el material, en la misma era. Una segunda alternativa es sembrar una semilla por contenedor; y por separado y en turba, sembrar otras semillas simultáneamente para trasplantar a las bolsas donde no hayan germinado semillas; la elección en cualquier caso depende del usuario, pero, por ningún motivo debe quedar la semilla a más de 3.0 mm de profundidad.

Vale señalar que para optimizar la germinación y disminuir la dependencia del riego y a la vez, proteger la semilla de los cambios ambientales o la desecación prematura del sustrato, es conveniente cubrir las eras de germinación (germinador, bolsas o bandejas) con una lona permeable, color verde del tipo usado en las construcciones. Esta lona debe extenderse inmediatamente después de la siembra y permanecer hasta que inicie la germinación; en el caso de los pinos, puede mantenerse de 5 a 8 días.

El riego puede realizarse por encima de la lona, en una práctica sencilla, económica y muy beneficiosa para la producción, dado que mantiene la humedad y la temperatura; sin embargo en épocas de invierno, las eras de germinación o bandejas deben estar cubiertas para evitar la incidencia negativa del exceso de agua. Vale aclarar que el uso de plástico alto u otro material que no sea polisombra, resulta ideal en el proceso de germinación, debido a que no permite la penetración del agua lluvia, que facilita la aparición de problemas sanitarios y eventualmente pudre las semillas o las destapa.

En general, debe proveerse a las eras un riego permanente, cuidando de que el sustrato permanezca húmedo pero sin excesos; de allí que sean ampliamente recomendados los sistemas de gota fina o nebulización para evitar que se destape la semilla durante la germinación pues, durante esta fase, el viento y el sol suelen resecar la radícula –en el momento que emerge– lo que impide su imbibición y posterior germinación.

Alternativas de mejoras son, para asegurar humedad en los germinadores, la adición al sustrato de 50 g de retenedor de agua por m2, que actúa después de que se ha emitido la raíz, protege de descuidos de riego y mejora el rendimiento de las plántulas; y para la estimulación de la raíz, la Humita 3cc/lm2, producto que se aplica al sustrato desde el momento de la germinación y luego cada 15 días y cuyo efecto es la producción de plántulas con mejor desarrollo y vigor.

Todas las acciones deben ir encaminadas a llevar plantas a campo, con sistemas radiculares bien desarrollado y que tengan mayor posibilidad de adaptación y menor mortalidad, que allí que una práctica fundamental es la micorrización de las plántulas en etapa de vivero.

Trasplante

En la fase de trasplante, se aprovechan sólo aquellas plántulas que hayan presentado las dos semillas germinadas en cada contenedor, bolsa o tubete –si se realizó siembra directa–, y se ubican donde no haya germinado ninguna, operación que debe efectuarse bajo polisombra.

El trasplante se realiza del germinador a bolsas o contenedores llenos. Se extraen cuidadosamente las plántulas, de las bolsas o bandejas, tomándolas con los dedos por las hojas, evitando el contacto con el tallo y la raíz, y se transportan en un balde con agua para evitar que se sequen o doblen. La bolsa que recibe las plántulas, debe tener un hoyo en el centro, realizado con una estaca de mínimo 1.0 cm de diámetro de tal manera que la profundidad del mismo sea un poco mayor que el largo de la raíz que alojará. Luego, se siembra la planta procurando que la raíz quede recta y se aprisiona con los dedos, el sustrato, alrededor de la misma.

Dado que el tamaño ideal de la plántula para el trasplante debe ser tan pequeño como sea posible –incluso en “fósforo”– el trasplante debe hacerse bajo sombra (65 por ciento), ya que la incidencia directa de la radiación puede afectar e incluso, matar la plántula. Una vez trasplantadas algunas plántulas toman un aspecto poco vigoroso y una apariencia deshidratada, muy normal durante los primeros días. Vale anotar que las plántulas pequeñas tienen mejores posibilidades de desarrollo, presentan menor mortalidad y el desarrollo posterior en más vigoroso. Las plántulas se deben mantener bajo sombra de 10 a 15 días.

Plantación y Manejo Silvicultural

Esta variedad de pino ofrece turnos estimados para pulpa, de 8 a 12 años; y para pulpa, leña o postes pequeños y madera para aserrío, entre 15 y 25 años; y reporta crecimientos de hasta 35 metros de altura, aunque en plantación usualmente puede llegar a 25 metros y 80 centímetros de diámetro. Se reportan incrementos de 13 – 48 m3/ha/año, dependiendo de la procedencia y el sitio.

Para la producción de árboles para pulpa, leña o postes pequeños, los expertos recomiendan plantar 1.600 árboles/ha, a un espaciamiento inicial de 2,5 x 2,5 metros. En plantaciones para fines de aserrío, contrachapado y postes de gran dimensión, o resinas, suele plantarse 1.100 árboles/ha a 3.0 x 3.0 m, para dejar al final del turno, entre 250 y 400 árboles/ha.

Como se mencionó en un inicio, es importante proteger las plantaciones contra el fuego, especialmente durante las primeras etapas de desarrollo cuando los arboles jóvenes son más susceptibles; por eso se aconseja la primera poda a los 6.0 metros, luego otras podas en aquellos árboles que se seleccionen para el turno final y máximo hasta dejar un fuste limpio de 9.0 metros.

En plantaciones de P. caribaea establecidas para pulpa, es recomendado hacer un raleo no comercial a los tres ó cuatro años para remover sólo los árboles mal formados, o no hacer ningún tipo de raleo. Cuando la producción está destinada para aserrío, lo ideal son tres raleos: el primero a los seis años de edad, con una intensidad del 40 por ciento; el segundo a los 10 años con una intensidad de 40 por ciento sobre los árboles remanentes y el último raleo, a los 15 años con una intensidad del 35 por ciento.

Finalmente, todas las tareas de mantenimiento en plantación deben enfocarse a asegurar el buen desarrollo de la especie y a prevenir el ataque de las numerosas plagas que por lo general, le afectan aunque éstas no causan daños de importancia económica.

La principal plaga que afecta al P. caribaea son las hormigas cortahojas del género Atta., mientras que entre las enfermedades están la roya de la acícula causada por el hongo Cercospora pini-densiflorae, que puede causar daños serios en plantaciones; la roya vesicular causada por el hongo Cronartium quercuum, que afecta el material de vivero, las acículas, ramas y troncos de árboles adultos; y la roya que afecta a los conos y es causada por el hongo Cronartium strobilinum.

De igual forma es atacada por los gorgojos de corteza (Dendroctonus spp e Ips spp); los insectos Neordirprion insulares, himenóptero defoliador y el lepidoptero Dioryectria horneana –cuya larva ataca las yemas terminales– y un barrenador de los brotes del pino Rhyacionia sp, reportados en Centroamérica y lugares de distribución natural de la especie.

La Madera y sus Usos

Tras un desarrollo en campo en condiciones ideales y tras un manejo cuidadoso de la semilla y correctos procedimientos en vivero, el Pinus Caribaea ofrece una madera de buena calidad, densidad de 0,55 a 0,62 g/cm3, alta durabilidad natural, buen peso, fuerte, tosca y resinosa, de grano típicamente recto y textura mediana.

Esta madera, recién aserrada, presenta un lustre medio, un fuerte olor a resina y textura grasosa al tacto, según su cantidad de resina Sus anillos visibles –que diferencian claramente la madera tardía de la temprana– en la cara tangencial, forman vetas, mientras los radios medulares le dan un aspecto de mallado característico en la sección radial.

Sobre, el duramen y la albura, el color del primero varía de marrón-dorado a marrón-rojizo, mientras que el de la segunda exhibe color amarillento claro, hecho que hace clara diferenciación entre las partes; también se ha advertido diferencias en la densidad, al ser la de la albura mayor que la del duramen; condición que se repite en la contracción volumétrica total que en el duramen es del 12 por ciento –la cual se clasifica como moderadamente baja– y la de la albura de 17 por ciento.

Otros datos relacionados con los valores de las contracciones son: a nivel tangencial de 3.5% para el duramen y 4.3% para la albura, mientras la radial es de 2.3 y 3.7 por ciento, respectivamente. La compresión paralela a las fibras de la albura, en estado seco, alcanza altos valores (816 kg/cm3), mientras que en madera verde bajan considerablemente (352 kg./m2). En el duramen los valores son moderados, 533 kg/cm2 en madera seca y 204 kg./m2 en madera verde. La flexión estática de esta madera se considera mediana.

Registra buen comportamiento en procesos de tratamiento; aserrada, seca satisfactoriamente al horno, y resulta fácil de trabajar en todas las operaciones, aunque por su alto contenido de resina –ocasionalmente– pueda ser necesario colocar aditamentos de bloqueo en la maquinaria que la procese, para facilitar precisamente, la evacuación de la resina acumulada.

Referente a los usos, la madera del Caribaea se utiliza frecuentemente en los más variados segmentos de la industria, desde construcciones pesadas y livianas, vigas y piezas de madera de distintas dimensiones de uso universal; hasta la construcción de botes; muebles, carpintería general; marcos de puertas y ventanas, partes para vehículos (carrocerías); durmientes (inmunizados), piso y artículos deportivos.

Otros usos están relacionados con los postes para transmisión y para cercas, piezas empleadas en las minas, chapas, tableros de fibras y partículas, pulpa de fibra larga; tornería, implementos agrícolas, y finalmente como leña y carbón.

Como subproductos, ya mencionados y exitosos en el  mercado, están la oleorresina (trementina) de gran valor para la fabricación de barnices, pinturas, plásticos, aceites, gomas, resinas sintéticas, productos químicos y farmacéuticos, cosméticos y perfumes. La destilación de la trementina produce el aceite de trementina (aceite esencial) y la colofonia, y se reporta que la resina del Pinus caribaea var. caribaea rinde en promedio 76% de colofonia y 24% de esencia de trementina.

Cita:

  1. Proyecto que inició en 1966, abanderado por la facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes y el Centro de Investigaciones ambientales ‘Las Gaviotas´, en el departamento del Vichada, cuyo objetivo fue promulgar por el desarrollo de los recursos locales de la zona y utiliza masivamente energías renovables y sustentables, y hacerlas económicamente rentables, sin alterar el ecosistema.
  2. Colofonia: Resina natural obtenida de las coníferas por exudación de los árboles en crecimiento, o extracción de los tocones. Es la fracción no arrastrable por vapor de la oleorresina y está constituida por una mezcla de ácidos resínicos. Su uso principal ha sido, desde principios del siglo XIX, como agente de encolado en masa del papel, para otorgarle resistencia a la penetración por los fluidos; también se usa como componente en la fabricación del caucho de neumáticos a los que confiere alta plasticidad, en la obtención de lacas de alta calidad y de colas termoestables; y como aislante eficiente en circuitos eléctricos.
  3. Oxisol: orden en la taxonomía de suelos USDA, reconocidos por su presencia en las selvas tropicales húmedas (Africa), 15-25º norte y sur del ecuador terrestre (Suramérica). El término «oxisol» proviene de «oxide» que hace referencia a la dominancia de minerales oxidados como la bauxita. Se trata de suelos infértiles debido a su falta de materia orgánica y a la completa ausencia de minerales solubles, lavados y acidificados por las constantes lluvias, frecuentes de los climas húmedos, de las capas superficiales del pueblo. Este hecho obliga a las plantas y especies que en estos terrenos crecen, a obtener su nutrición de la propia cama vegetal

Fuente:

  • Adaptación del libro “Guía de Reforestación”. Enrique Trujillo Navarrete.
  • Inderena 1994. 20n años de investigación forestal. Inderena.

**  Enrique Trujillo Navarrete: Ingeniero Forestal MSc ha ejecutado diferentes proyectos en el sector oficial y privado. Ha sido instructor e investigador nacional e internacional en temas silviculturales en México, en Centroamérica desde Guatemala a panamá y en Suramérica, en Venezuela, Ecuador, Perú Bolivia y Chile.  Actualmente,  trabaja en El Semillero SAS en la producción y comercialización de semillas, plántulas y servicios de reforestación. enrique@elsemillero.net

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