Banco de Trabajo: El Eterno Compañero del Carpintero

Redacción M&M

 Con una historia casi tan antigua como la madera misma, el banco de trabajo ha sido, literalmente, el soporte básico y permanente para las labores manuales de carpinteros y ebanistas. Hoy, tras una interesante evolución, este mueble ha pasado de sus cuatro patas y tapa, ha incorporar infinidad de accesorios y contemplar diseños personalizados, plegables y portátiles, valiosos para los oficios.

 Una mesa acondicionada para que carpinteros, ebanistas o talladores, realicen sobre ella montajes, manipulen productos, desarrollen trabajos de  cepillado, lijado, corte y acabado de piezas, a razón de que está equipada con una gran variedad de dispositivos de sujeción como prensas y encimeras, y cuenta elementos para el montaje de herramientas del calibre de una sierra, es lo que podría definirse como banco de trabajo.

Desde los primeros modelos –que nacieron con el oficio de trabajar la madera hace más de 2000 años– las variaciones y mejoras en este mueble han sido notables: de las primeras mesas construidas con tablas robustas y sin mayores compartimentos para almacenaje, los carpinteros pasaron a unas con prensas adaptadas y tornillos de apriete rudimentarios, a partir de discos de fijación en hierro, desarrollos propios de la Edad Media, y que hicieron de este estilo de banco, el más popular en Europa, hasta el siglo XVIII.

Cien años después, estadounidenses y británicos mejoraron el diseño a partir de los nuevos modelos de prensa que lanzaban las empresas de herramientas; mientras que los alemanes fabricaban bancos voluminosos para favorecer el maquinado de piezas de grandes dimensiones –tipologías éstas que se mantuvieron hasta principios del siglo XIX– y sólo es hasta 1960, cuando el mueble sufre una modificación importante al incorporar las cualidades de plegables y portátiles, incluir accesorios de forma estratégica, presentar diseños versátiles y considerar la tecnología, en máquinas y equipos, desarrollada para la industria.

Al sol de hoy, los bancos de trabajo son mucho más que muebles destinados al simple servicio del carpintero, se han transformado en soportes de un sinnúmero de soluciones para el orden y la eficiencia de procesos, en lugares que incluso pueden minimizar desde accidentes hasta los tiempos de producción o los movimiento del usuario.

Composición a su Servicio

Estabilidad y durabilidad, dos condiciones esenciales de los bancos de trabajo que dependen, en buena medida, de los materiales con que se construyan. En el caso de la madera, el roble, es la mejor opción.

Liberar las manos del operario y la posición de la pieza, para que pueda ser maquinada o manipulada de manera fácil y eficiente, es el propósito de los bancos de trabajo, el lugar donde todas las actividades del taller, comienzan.

En este sentido, condición esencial de esta variedad de mueble, es la estabilidad estructural, aspecto que los fabricantes cuidan a la hora de seleccionar los materiales que emplean en su construcción –madera, metal, piedra y aleaciones– pues, si bien, la configuración de los bancos es sencilla en extremo, el fin es asegurar un servicio óptimo y a largo plazo. Por lo general los bancos están compuestos por patas –en madera o metal (con o sin ruedas)– lo suficientemente fuertes para soportar el peso de los equipos, dispositivos y las fu vg+erzas aplicadas durante los trabajos; cajoneras para almacenamiento y la encimera o tapa, sobre la que se realizan los trabajos.

Juan Carlos Suárez Alemán, instructor de la Escuela de Artes y Oficios de Santo Domingo, asegura que los fabricantes usan para patas y chambranas de los bancos en madera, específicamente, especies de alta densidad como Guáimaro, Sapan, Incienso, Granadillo, y –de ser posible y tal como en la antigüedad– Roble, pero todas inmunizada, secas y con una humedad relativa no mayor a la de su ambiente.

Los accesorios que, para este caso, no son simples elementos adicionales del mueble, sino dispositivos que facilitan las operaciones, varían en forma, especificaciones y uso dependiendo del tipo de trabajo; es así que van desde el tradicional tornillo de banco o mordaza y las tomas eléctricas, hasta las infaltables prensas.

Actualmente, existe una gran variedad de bancos de trabajo para carpintería diferenciados, fundamentalmente, por las configuraciones que presentan (plegables o armados), los servicios que prestan a partir de los accesorios que integran –algunos de interesante nivel tecnológico–, y el tipo de superficies que exhiben y que van desde sencillas en madera o metal, hasta complejas para el acople y fijación de herramientas.

Por ejemplo, la compañía Einemann ha puesto en consideración del mercado un versátil modelo, en proceso de patente, regulable a lo alto y ancho, gracias a un sistema de tijera sobre ruedas, en perfiles de acero de alta calidad, que permite transportar fácilmente las piezas de trabajo sin importar sus dimensiones, y que cuenta con una amplia gama de opciones de sujeción para trabajar paneles y marcos fijos, de forma vertical, en una posición ergonómicamente correcta; entre otras cualidades (ver galería).

Precisamente éste factor, la ergonomía, ha sido uno de los principales valores agregados de los banco de nueva generación a diferencia de los tradicionales, y que se manifiestas en partes movibles y ajustables a través de sistemas manuales, mecánicos o hidráulicos, según el caso.

Ya, al momento de la compra y según Juan Carlos Suárez, el interesado debe tener en cuenta –para no perder su dinero en un mueble que subutilizará o no cumplirá sus demandas– las necesidades que de servicios le impone su oficio; si es talla, armado, incrustación, marquetería ó ebanistería, pues las áreas de trabajo y las características del banco varían dependiendo del caso. De igual manera, debe considerar la regularidad de uso y el sitio donde lo instalará, verificar el espacio entre banco, armarios y máquinas de manera que sea el suficiente para desarrollar los trabajos, así como asegurarse que la empresa proveedora del mueble, le ofrece disponibilidad de piezas de repuesto y servicio.

El banco de trabajo, por los valiosos servicios que presta, por el acompañamiento que ha ofrecido al ebanista y carpintero, desde la antigüedad y hasta nuestros días, y por ese desarrollo necesario que ha dado la posibilidad de escoger –a los trabajadores de la madera, aficionados ó profesionales– entre una amplia variedad de tipos y diseños, es uno de esos amigos insustituibles de cuyas virtudes depende también, el resultado de la obra.

Fuentes: Juan Carlos Suárez  Alemán.

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