Asociatividad

Es sabido y conocido que una golondrina no llama verano,  igual pasa con los sectores económicos de cualquier país en los que una empresa -o un puñado de ellas-, por grande y representativa que sea, no debe de manera independiente regir los destinos de un renglón industrial.

Es también sabido que el destino de un sector económico puede ser claro u oscuro, producto de las gestiones de entidades oficiales de alto gobierno y regionales, además de institutos de diferentes índoles que pueden ser autónomos y de control.

Cuando una de estas entidades tiene la obligación de velar por el buen desarrollo y crecimiento de un sector industrial específico debe mostrar resultados, y demostrar que funciona y que es eficiente en su labor.

En busca de esos objetivos y para justificar su razón de ser, esas entidades deben diseñar normas, proponer y aprobar leyes, establecer políticas y actividades que consideran adecuadas; sean ellas buenas, malas, necesarias o sencillamente convenientes para el país, la entidad, la industria, el sector o para la persona que lo propone.

En todo caso, para que cualquier propuesta tenga la aprobación y se convierta en norma debe tener la bendición del sector al cual afecta, y es aquí donde juega un papel importante la persona o entidad que hable con el proponente para vislumbrar la viabilidad, sentido y conveniencia de cualquier propuesta.

Tradicionalmente han sido las grandes empresas, que no son muchas, las que por su gran tamaño y amplia trayectoria, han tenido la posibilidad de hacer lobby y dejar manifiesta sus necesidades individuales para convertirlas en ley para todos, pues se considera que lo que las afecta, afecta a todo un sector.

Es entendible que así sea, pues estas empresas son fáciles de ubicar, conocen su actividad, tiene un norte fijo y además cuentan con los recursos financieros para pagar ese alguien que se dedique de tiempo completo a hablarle al oído a quienes toman dediciones, para que estas sean, como dije antes, aprobadas a conveniencia.

Esto significa que es posible poner la balanza a favor de quien sea capaz de hacerse oír y de hacerse representar, también significa que es posible orientar y educar a los que toman decisiones, pues no basta tener buena voluntad para dirigir, se necesita orientación y entender los pormenores del sector, sus necesidades y problemática.

Pero la industria del mueble y la madera no esta compuesta por grandes empresas sino por muchas medianas y muchísimas pequeñas que no tienen el tamaño, ni personal, ni capacidad de gestión, ni el tiempo suficiente para hacerse oír de manera independiente, ni grupal.

Lo que si tiene este sector son problemas, como el de abastecimiento de maderas, baja reforestación, poca investigación, zozobra jurídica en el área forestal, retratazo tecnológico, falta de normatizacion, carencia de un centro tecnológico, baja adopción de diseño, atraso administrativo, baja competitividad, alta resistencia al cambio, desarticulación de los actores y regiones, poco acceso al crédito, bajo reconocimiento, mínima representación en el PIB, bajas exportaciones, entre otros.

Todos los anteriores problemas generales del sector deberían ser abordados y solucionados entre el Estado y la industria forestal–mueblera, pero con una mayor participación de las medianas y pequeñas industrias, para pretender alcanzar un verdadero desarrollo sectorial, ese que merece un país lleno de privilegios y buenos industriales.

De un lado deben estar las instituciones fortalecidas con el poder y del otro, el sector agremiado fortalecido por la pluralidad y representatividad, pero no representado por una gran empresa ni por un puñado de ellas, sino por un gran número de industriales que tienen problemas comunes y quieren ser representados por una institución que se considere doliente.

Es aquí donde quiero hacer una invitación a los industriales para que entiendan la necesidad de fortalecer las agremiaciones, pues estoy plenamente convencido que ellas y a través de ellas se pueden abordar los problemas generales y transversales de nuestro sector. Es la única manera de tener voz y voto, la única manera de ser una contraparte real para las instituciones y es la única manera de hablarle al oído, de manera coherente y convincente, a los que toman decisiones.

Felicito a los industriales que entienden la asociatividad como la solución y que no esperan de ellas otra cosa que gestión y no prebendas. Felicito a los que multiplican la necesidad de agremiarse, felicito a las agremiaciones que están activas y les ofrezco este medio como apoyo a su gestión y sobretodo felicito a Fedemaderas por lo logrado hasta ahora, por ubicar al sector donde lo tiene y por las perspectivas de crecimiento que muestra, teniendo en cuanta que solo lleva dos años de vida.

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