Madurez

Al igual que los buenos vinos y las frutas –que para llegar a la excelencia necesitan de maduración– a mi parecer creo que esto es lo que le hace falta a la gran mayoría de las empresas del sector del mueble y la madera: madurez, hecho que se hace latente a todo nivel y tamaño de empresas.

Siempre he sostenido que lo que realmente necesita el sector no son empresas sino empresarios capacitados y especializados, que entiendan el entorno y el sector para poder así adaptarse a los cambios y puedan proyectar con madurez, empresas competitivas y rentables.

Considero que una empresa es madura cuando sus propietarios y directivos entienden claramente el sector al que pertenecen y se preocupan simultáneamente por lo que sucede al interior de la empresa y por lo que puede afectarlos externamente; cuando saben de materias primas, maquinaria, producción, mercadeo; cuando conocen su producto a profundidad y cuando demuestra manejo y respeto por los clientes, los empleados, proveedores y por la misma administración pública.

Pero queda uno sorprendido al ver la alta resistencia al cambio tecnológico, a la cultura empresarial y al entendimiento del entorno.

Parece increíble que muchos industriales manufactureros y comercializadores de muebles no perciban la importancia de la reforestación y del desarrollo sostenible de los bosques y lo que éstos significan para el sector; la necesidad de impulsarlos a fin de asegurar el abastecimiento de madera y que no hagan el más mínimo esfuerzo por entender y vincularse de manera activa en el desarrollo forestal.

Sin duda, la desidia y el desinterés hacia el sector forestal abren una gran brecha que no permite el encadenamiento sectorial, lo que perjudica y retraza cualquier plan que adelante el sector privado o público.

¡Que decir del conocimiento de las maderas! Cuántos industriales no saben aun diferenciar entre una especie y otra o no conocen sus sustitutos ni mucho menos sus características fisicomecánicas. Cuántos meten gato por liebre a sus compradores finales, maquillando la madera o aprovechando la ignorancia del comprador para garantizarle Cedro por Amarillo maquillado.

O qué decir de la compra de madera con economía de bolsillo, buscando el menor precio aunque esto afecte al productor y al transportador, comprando mala calidad y evadiendo la fiscalización, (que a futuro significa mayor desperdicio), lo que perjudica también la competitividad y la productividad.

También es común denominador el bajo interés por realizar costeos reales para la fabricación de productos, el manejo nulo de costos operacionales y la fijación racional de precios, pues en la mayoría de los casos estas operaciones se realizan con mucho olfato, algo de sentido común y poco análisis financiero, lo que da como resultado un conocimiento relativo, no real de la rentabilidad del negocio.

Aunque pareciera que los industriales saben mucho por el hecho de permanecer en el mercado es notable su conocimiento superficial en la forma de utilizar adecuadamente las materias primas y los insumos como en el caso de las lijas, las pinturas, las cabinas de secado y el MDF, entre muchos otros productos.

Así como los anteriores aspectos existen muchos otros de carácter administrativo y comercial que dejan entrever que nos falta mucho para llegar a la madurez y aquí quiero resaltar el de la desconfianza hacia la información, tanto de darla como de recibirla.

Somos un país sin estadísticas sectoriales, es decir sin la base para la toma de dediciones. Todos quieren tener información pero ninguno esta dispuesto a suministrarla y sin ella siempre existirá el sesgo de andar al “se estima que…”. ¿Cuáles serán las ventas reales, los índices de empleo directo e indirecto, la capacidad instalada, los niveles de producción y consumo de tableros o madera maciza?

Quiero precisar también, como lo mencioné al principio de este escrito que no se trata de todas las empresas del sector y es aquí donde destaco por ejemplo, la labor de compañías que han tomado la decisión de certificarse bajo las normas que les competen y de quienes han reconocido que hacer empresa no es labor de un líder sino de un equipo profesional, capaz de trazarse objetivos claros y hacer planeación estratégica para conquistar logros de forma meticulosa y que se ven reflejados en utilidades.

Estoy absolutamente seguro, por lo que me he enterado, que son ya muchas las empresas que están adoptando la línea de convertirse en industrias como Dios manda, lo que asegura que, en un futuro no muy lejano, el sector alcance su madurez.

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