Un Programa de Largo Aliento: 59.000 Nuevas Hectáreas de Plantaciones Forestales en Colombia
Una a una se fueron sumando, hectárea tras hectárea, a lo largo y ancho de zonas afectadas por el conflicto nacional y hasta alcanzar –sin que muchos lo supieran– 59.000 nuevas hectáreas de plantaciones que no figuraban en las cuentas de quienes queremos para el país, un patrimonio forestal cada vez más amplio. Esta es, entre otras, una de las tantas buenas noticias que publica al finalizar su gestión, el componente forestal del programa Mas Inversión para el Desarrollo Alternativo Sostenible, MIDAS-USAID.
No me detendré a registrar, para mis estimados lectores, datos o estadísticas acerca del número de beneficiarios del programa, ni las inversiones realizadas o sus logros ambientales, que no son pocos; destaco, inicialmente, el hecho que los modelos implantados se hayan dirigido a establecer plantaciones con especies de probadas propiedades y aptitudes para tales propósitos, evitando así, la manía de arriesgar el capital con algunas especies de la diversa oferta nacional que, con poca razón, tanto atraen a los planificadores.
Hallo, en la base del éxito, a la importancia que tienen en el programa, la capacitación –que de una u otra forma se ejemplarizan en documentos de divulgación tales como las cartillas ‘Aprendiendo a conservar y proteger nuestros recursos naturales y nuestra vida’, ‘Consideraciones en la silvicultura de plantaciones forestales y agroforestales o el Manual de buenas prácticas ambientales’–; y la transferencia tecnológica, que se consigue por la misma naturaleza del modelo de asociatividad que caracteriza al programa.
Sin demeritar ninguno de estos anteriores aspectos, creo y me atrevo a afirmar que los mayores logros e impactos, los tiene el programa MIDAS en el campo social donde la forestería fue sólo un medio. Acuden en soporte de mi afirmación, las 59.000 hectáreas plantadas bajo formas de dialogo, construcción conjunta y asociación, entre sectores del agro y la industria que buscan, ante todo, explorar y avanzar en soluciones permanentes, sostenibles al conflicto social que desde hace cientos de años –no cincuenta o sesenta años como a diario se publica– aqueja a la sociedad rural en Colombia. Una reforma de voluntades para construir escenarios productivos en los que todos ganan, es entonces, nuevamente, otra de las fórmulas en que el nuevo Gobierno podría profundizar en las vías de conseguir la paz, la prosperidad y una mayor productividad en el campo, abandonado el asistencialismo que, en reciente pasado y bajo diferentes formas, se dirigió tanto a ricos como a pobres.
Dieciseises diferentes ejemplos implementados por el componente forestal del programa aplicados a la reforestación o la agroforestería reafirman, redescubren o traen nuevamente de presente a la racionalidad planificadora, modelos de organización social para la producción que, con suficientes antecedentes en el país –como los de la Federación de Cafeteros o las Alianzas Productivas del Ministerio de Agricultura– muestran una vía que debería o podría ser la que generalizadamente impulse una diferente política agropecuaria para el país.
Recibieron muchos, como mala noticia, el hecho que al terminarse la gestión de MIDAS y a pesar de los logros alcanzados, no tendrán los nuevos proyectos de USAID, un componente que permita ampliar en muchas nuevas hectáreas, la producción forestal; si hemos aprendido las lecciones que ha dejado, debería verse de modo totalmente opuesto, quedando a todos la responsabilidad de asignar a un proyecto nacional, las funciones de promoción del dialogo, de integración de objetivos comunes, de generador de propósitos o de conciliador de intereses. No olvidemos la lección, mientras los arboles aún crecen.
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