El Curvado… La Madera al Límite

Alexandra Colorado Castro

Periodista M&M

 Aunque el doblado de la madera es una técnica muy antigua y altamente valorada, son pocas las empresas, diseñadores y fabricantes de muebles que la utilizan. Su complejidad en términos de proceso y altas demandas de tiempo la han minado las vitrinas populares. Es otra forma distinta, poco convencional y muy bella de concebir el diseño.

 El acto de doblar madera pareciera un “atentado” contra la estructura rígida e imponente de cualquier pieza maderable, sin embargo, su versatilidad casi ilimitada le permite retar las leyes de la lógica, adoptar formas altamente estilizadas, estéticamente esculturales y visualmente sorprendentes.

La técnica, cuyo principio básico propone curvar piezas de madera compuestas por láminas o macizas, sin quebrarlas, estirando sus fibras hacia el lado convexo y comprimiéndolas hacia el cóncavo, es una práctica antigua empleada en la fabricación de instrumentos musicales, que con el tiempo abarcó exitosamente los campos de la carpintería y la ebanistería.

Su encanto, además de las inusuales formas, está en la alta resistencia que alcanzan sus piezas curvas gracias a la continuidad de las fibras que se extienden a lo largo de toda la pieza doblada; efecto imposible de obtener empleando otros métodos o configuraciones.

  A diferencia de otros oficios relacionados con la madera, éste es un proceso especial que demanda profundos conocimientos relacionados con el comportamiento del material y las especies, altas cuotas de paciencia, gran trabajo artesanal, un admirable nivel de comprensión para manipular y entender los límites y posibilidades la madera, y una labor de experimentación constante y juiciosa de la técnica misma, para obtener resultados satisfactorios.

Esta son razones por las cuales hoy, tal vez, su aplicación en el campo industrial o de fabricación en serie no es popular, los complejos procesos actuales y la necesidad de producir ágil y rápidamente distan mucho de un trabajo tan metódico como el que implica doblar madera. La técnica se ha reservado para quienes, en talleres artesanales, diseñan piezas especiales que ameritan los procedimientos y transforman láminas en obras de arte utilitarias, cargadas de impacto e innegable valor adicional.

Así pues, son memorables los diseños que, durante años, famosos del mobiliario han logrado con la aplicación del doblado y sus mejoras; en la lista se cuentan las populares sillas de Thonet y las célebres de Alvar Aalto, éstas últimas, íconos, que utilizando piezas dobladas por laminación y sin apoyos posteriores soportan el peso de un hombre sin sufrir daño.

Es una muestra de resistencia y flexibilidad sin fronteras que amerita un capítulo aparte entre las disciplinas dedicadas a la fabricación de muebles en madera. Hoy dedicamos un espacio para explicar sus orígenes, describir sus técnicas y resaltar uno de los trabajos más dedicados y hermosos de nuestro sector.

Los Procesos

Existen dos formas principales de doblar madera: El calentamiento, utilizando principalmente agua hirviendo, vapor de agua o calor seco, y el laminado en el que se aprovecha la flexibilidad del material, cortando y pegando láminas de espesor delgado. A continuación, se describen los procesos, sus características, ventajas y falencias.

  • Calentamiento

Técnicamente se trata de doblar una pieza de madera maciza aplicándole calor, de manera que sus fibras cedan y permitan el moldeado. Para ello se emplea calor seco, sistema muy antiguo y tradicional en la elaboración de instrumentos musicales como guitarras y violines, y que consiste en calentar un tubo metálico por dentro -utilizando un soplete- para dar con él forma a la pieza. Un segundo sistema es el vapor de agua, mucho más común, y que explicaremos a continuación en detalle (1).

En el procedimiento se emplean elementos básicos: 1. Una fuente de calor (estufa), preferiblemente a gas pues calienta mucho más rápido y resulta más económico que trabajar con hornillas de resistencia, 2. Una olla cuyo tamaño depende de la pieza a doblar (incluso cafeteras, cuando se trata de piezas pequeñas como las que componen los instrumentos musicales), 3. Una caja que recibe el vapor del agua hervida y que contiene la pieza a doblar, 4. Un fleje metálico para darle forma y 5. Molde con la forma a copiar.

En ebanistería, se utilizan preferiblemente ollas a presión no sólo porque al ser herméticas el agua hierve rápidamente, sino porque están provistas de una válvula que permite la fácil adaptación de una manguera resistente al calor para pasar, a través de ella, el vapor de agua hacia la caja rectangular y allí distribuirlo.

Una vez el cajón recibe el vapor, se introduce la pieza de madera en él para que sus fibras se impregnen y cedan. El espesor de la lámina será el que determine el tiempo que debe permanecer dentro de la caja. Una vez termina la fase, se saca la pieza y rápidamente se somete a un fleje de metal que, rodeándola, la presiona contra el molde que le da la forma.

Es importante anotar que en la técnica, el uso de calor no sólo cede las fibras sino que también acelera el secado de la pieza, lo que significa que una vez extraída la lámina de la caja calorífica, los moldes y flejes deben estar listos para recibirla; el proceso no debe interrumpirse o postergarse de ninguna forma pues la pieza se quebrará si, ya fría y seca, el ebanista o carpintero pretende doblarla.

Otra cosa es que la lámina sólo debe extraerse del molde cuando esté realmente seca, es decir, cuando la madera estabilice su contenido de humedad con respecto a la humedad del ambiente, de lo contrario la pieza será inestable y buscará recuperar su forma, al menos parcialmente. De hecho, esta es una de las razones por las cuales las piezas moldeadas a calor deben, obligatoriamente, ser aseguradas a través de arcos o chambranas al mueble.

Este procedimiento que podría parecer “sencillo”, demanda en realidad una altísima cuota conocimiento y porque no, suerte, pues según Consuelo Tejada (*), profesora de esta técnica en la Escuela de Artes y Oficios Santo Domingo, al menos un 50 por ciento de los caso de doblado con calor, fracasan.

“El ebanista debe conocer, además del grado de presión que ejercerá sobre la pieza y la velocidad para trabajarla, las especies que utilizará porque algunas maderas no doblan fácilmente”

Y es que por sus características, la técnica exige de la madera un alto contenido de humedad pues en la medida que ésta se somete a calentamiento y luego seca, las fibras se hacen más rígidas, menos flexibles y por supuesto, más propensas a fracturarse, de allí que especies con un contenido mínimo de 25 por ciento sean las ideales.

De igual manera se recomiendan las maderas duras, de fibras largas, provenientes de zonas templadas y con estaciones tipo robles, hayas o fresnos, así como las maderas blandas de zonas templadas de las que se excluye el grupo de los pinos porque al presentar abundantes nudos, ofrecen también el peligro de quebrarse en estos puntos (generalmente la disposición de sus fibras cambia bruscamente).

Respecto al trabajo con maderas tropicales, el doblado se convierte casi en un reto. Muy “temperamentales”, éstas presentan una estructura interna que resiste a la manipulación; sus fibras cortas y hermosas vetas acentuadas causantes de crespos, las hacen altamente irregulares pues las fibras se cortan longitudinalmente durante el doblado, provocando astillado y por ende, permanentes fracturas.

Por eso es común que así como existen en nuestros inventarios maderas tipo Carreto o Pui, apreciadas en trabajos artesanales, otras muy vistosas definitivamente no se utilicen para doblar, una verdadera constante en los países del trópico. En particular, la variedad de maderas nacionales es limitadas para la técnica, de allí que el proceso no sea popular y no se utilice más que a nivel artesanal, por eso frente a nuestras especies la opción es el laminado.

  • Laminado

Es el proceso ideal cuando se trabajan piezas complejas, de curvas compuestas y pequeños radios. El principio de moldear madera a partir de la flexibilidad que otorga la unión de láminas muy delgadas, pegadas y prensadas entre si, permite obtener piezas de espesores relativamente gruesos, que si fueran macizas y se trabajarán a vapor, sería sencillamente imposible doblar.

Aquí las herramientas e insumos son básicamente prensas, pegante y moldes y el procedimiento parece sencillo de fondo: realizar un plano con vistas axonométricas del espesor de la pieza, pasar dicho plano a un molde fabricado en aglomerado (más económico, ecológico y estable que la madera), cortar y pegar las láminas necesarias según el modelo y finalmente prensar, utilizando el contramolde previamente listo para que la pieza copie la forma.

Sin embargo, esta técnica es mucho más dispendiosa que el doblado por calor pues demanda cerca de cuatro veces su tiempo. La razón es que mientras la madera maciza trabaja una sola pieza, es un solo corte y no necesita pegante y pegues, el laminado requiere de varias piezas delgadas, tiempo para que el adhesivo seque entre ellas y la fabricación de moldes y contramoldes.

De igual forma, ésta genera mayor desperdicio y exige mayor cantidad de madera pues, en cada corte y dependiendo del diente del disco, se pierden entre tres y cuatro milímetros, demasiado, considerando que para algunas piezas son necesarias entre 10 y 15 láminas.

“Por ejemplo, para obtener un espesor de 2 centímetros -un radio amplio- se utilizan aproximadamente cuatro láminas de cinco milímetros, que generan un desperdicio de 3.6 centímetros del material, porcentaje que aumenta si se trata de una pieza con radio menor que necesitará más láminas de menos espesor y esto es, más madera. En macizo sólo se utilizan los dos centímetros exactos de la pieza y nada más” asegura Tejada.

Pero, a pesar del tiempo y los costos, las ventajas del proceso están en las especies que pueden emplearse y los resultados mismos del proceso.

A nivel de especies y a diferencia del sistema con calor, el laminado es mucho más permisivo con el uso de gran variedad de maderas, exceptuando aquellas de tipo oleoso que por su condición grasa no admiten el pegante correctamente, lo que en el proceso de doblado por laminación resulta nefasto.

A nivel de resultados, el nivel de recuperación del material es mucho menor que el registrado en doblados con calor dado que el pegamento entre láminas actúa como un ancla segura para mantener la forma. Por lo general, son pocas las piezas defectuosas que arroja el proceso y cuando esto ocurre, las causas pueden ser tiempos imprecisos de secado o el uso de un pegante inadecuado.

Al respecto, los adhesivos indicados son las ureas formaldehído – los mismos utilizados en la fabricación del triplex- aunque para quienes trabajan el doblado artesanal la compra resulta difícil pues el mercado únicamente los vende en grandes cantidades (de 25 kilos en adelante), sus tiempos de almacenamiento son cortos y las producción de dichos talleres -por la complejidad y la demora misma del proceso-, fabrican solo piezas limitadas en número, prototipos o encargos especiales.

En reemplazo se utilizan pegantes PVA, cuidando que el tiempo de secado sea más prolongado que el registrado en la fabricación de un mueble tradicional (4 horas); las piezas laminadas pueden requerir fácilmente, entre dos días y una semana para un correcto secado, puesto son anchas y la circulación de aire entre sus capas es poca.

Según Consuelo Tejada, lo ideal es respetar los tiempos de secado, dejar la pieza en el molde cuanto sea necesario para evitar que se desestabilice, se despegue y luego sea obligatorio reparar el daño o repetir toda la operación, que en realidad es lo mejor.

Ojo con el Pegante…

 Una de las recomendaciones importantes, que hace Consuelo Tejada, es evitar el uso de pegantes de contacto para acelerar el pegado cuando se adelanta doblado por laminación, pues, aunque buena parte de los enchapadores lo utilizan, no es el indicado para madera.

Señala que el pegante amarillo está hecho realmente para trabajar cuero y aplicado a la madera, reduce la vida útil de las piezas adheridas con el.

Por otro lado, recuperar o restaurar una pieza adherida con bóxer es casi imposible. “Retirar de un mueble fino una chapa estropeada cuando ha sido pegada con cola animal o PVA es relativamente sencillo: se calienta, se despega y se cambia, lo mismo si se trata de una pata o un brazo, puede deshacerse el ensamble sin romperse; el bóxer en cambio es irreversible. La pieza, lámina o ensamble se estropeará.

¿Tiene Aplicación Industrial?

 Teniendo en cuenta lo artesanal y menesteroso de las operaciones, los tiempos largos de preparación y espera y el conocimiento que debe poseer el carpintero o ebanista, en materia de especies maderables y su manejo; tanto la técnica de doblado por calentamiento como la de laminado, no son procesos que frecuentemente se apliquen en la industria.

Se trata más bien de técnicas destinadas a producciones exclusivas, que en el caso de muebles doblados a vapor, no supera las dos piezas por día, aunque otro es el caso de la producción de objetos decorativos que pueden agilizarse si se cuenta con varios juegos de moldes y prensas, se utilizan retenedores y se conocen muy bien los procedimientos. El doblado a calor es menos frecuente por su -ya mencionado- alto nivel de fracasos.

En realidad, son pocas las empresas -no sólo en Colombia sino en el mundo-, que dedican su producción a muebles compuestos por piezas dobladas, la razón es que éste tipo de plantas requieren el montaje de infraestructuras relativamente grandes y complejas, imposibles para un taller de dimensiones pequeñas.

A diferencia del taller básico, en ellas se mezclan las técnicas de calor y laminación, en un proceso que comprime las láminas de madera con moldes metálicos provistos de sistemas a vapor, calentándolas para facilitar su curvatura y luego se unen utilizando pegantes de termocurado. Con estos métodos no sólo se logran óptimos resultados, sino la obtención de muchas piezas idénticas entre sí, en poco tiempo.

“Con los resultados citados, no podemos pensar en producciones grandes empleando los métodos de curvado tradicional, porque este es un trabajo con procesos adicionales muy exigentes que solo deben aplicarse si la pieza lo demanda. Nadie paga un mueble doblado si sus piezas pueden rodearse con una sierra sinfín. El diseño debe justificar el trabajo, tal como justifica su precio”. Señala Tejada.

Vale señalar que algunas empresas han confundido la producción de piezas curvas por contrachapado con el principio del doblado, pues aunque el primero ofrece excelente resistencia gracias a la superposición de láminas cruzadas y fibras cruzadas, el segundo también la ofrece manteniendo el mismo sentido de las fibras y aun, conservando el mismo orden de corte. En un doblado laminado no deben notarse las líneas de pegues y corte, lo que claramente no pasa en el contrachapado.

A diferencia del mercado norteamericano en donde la técnica es más popular, se exhibe con mayor frecuencia en las vitrinas y se realiza tal como se describe en este artículo, utilizando los mismos insumos básicos y guardando los mismos tiempos y métodos, en el nuestro, son pocos los casos de muebles doblados. En general, se encuentran réplicas de famosas sillas elaboradas originalmente en madera curvada como las de Aalto o Thonet fabricadas en metal o madera.

Para Consuelo Tejada, los muebles y objetos laminados tienen un mercado definido que aprecia la aplicación de una técnica diferente, que tiene valor agregado y que está dispuesto a pagar por sus bondades estéticas y de resistencia. Pero ello debe corresponder de igual manera, a un compromiso genuino de producir con máxima calidad.

El fabricante, ebanista o carpintero debe diferenciar claramente lo que significa producir un mueble industrialmente y fabricar piezas finas hechas en madera. El doblado exige respetar los procesos, adelantarlos adecuadamente, emplear maderas que no estén en vía de extinción y utilizar los mejores insumos porque ciertamente, se trata de obras especiales que deben perdurar en el tiempo; y porque se trata de un recurso escaso, que para la filosofía del trabajo artesanal, tiene un valor incalculable representado en su vitalidad.

“La madera es un material versátil -tal vez uno de los mas complacientes de la naturaleza-, esta vivo, es orgánico y reacciona, pero si la obligo a que doble como ella no quiere, se parte. La madera protesta si se le trata mal, se queja”, concluye Tejada.

 Un Valioso Legado

 La filosofía del doblado de la madera tiene orígenes remotos. De forma natural, se recuerda el tiempo en que los hombres buscaban en el bosque los árboles específicos para fabricar sus barcos, cortando troncos casi enteros y uniéndolos para obtener con la suma, la curvatura ideal para sus armazones, en un trabajo de selección realmente arduo y dispendioso.

Pero es a medidos del siglo XIX cuando un inquieto alemán realiza las primeras investigaciones sobre el tema, cambiando el rumbo de la producción industrial de muebles al desarrollar nuevos procesos productivos y -gracias a su sentido visionario-, alcanzando verdadero éxito y reconocimiento mundial.

Michael Thonet, fundador junto con sus hijos de una de las empresas más prósperas en la historia del mueble comenzó sus estudios sobre laminado hacia 1830 apoyado económicamente por el imperio austriaco. Con empeño culminó el proceso  investigativo, fundó su primera fábrica en Moravia, (antigua Checoslovaquia), contrató la totalidad de sus pobladores incluyendo mujeres y niños y emprendió una exitosa producción de muebles doblados que por la novedad de la forma y la técnica conquistó el mercado local e internacional.

Sin embargo, y dado que utilizaba para el pegado cola de carpintero hecha de cartílagos, fibras y huesos de animales, al llegar sus piezas a zonas cálidas y húmedas, las laminaciones se desunían. El hecho obligó a Thonet a buscar un método para doblar piezas macizas, no laminadas, de forma segura y el calor originado del vapor fue la respuesta.

Para 1850 Industrias Thonet alcanza la producción de sus obras más reconocidas combinando los procesos de laminación y vapor, obteniendo además de resistencia y calidad, agilidad en la producción. Pionero en el campo industrial, Thonet logró producciones en serie no vistas hasta el momento en lo que podría llamarse una verdadera revolución industrial, pues de cada uno de sus modelos produjo aproximadamente un millón por año.

De igual forma fue un impresionante comercializador que en menos de 10 años de iniciar su producción había inaugurado centros de exposición y venta de las principales capitales de Europa, semilla que heredarían sus descendientes quienes durante la segunda guerra mundial, cuando la producción y la comercialización se mostraba difícil en el viejo continente, se trasladaron hacia Estados Unidos para abrir allí su centro de operaciones y montar tres fábricas.

Sin duda, el legado de Thonet, encantó a otros ebanistas a tal punto que a mediados del siglo XX, la técnica alcanzó gran auge siendo, en especial, los diseñadores y fabricantes escandinavos quienes apropian las investigaciones del famoso alemán, con piezas distintas a las de Thonet, dando prelación a la laminación sobre el doblado a vapor. Entre los más famosos se destacan Alvar Aalto, Mathson y los hermanos Eams.

Hoy Industrias Thonet continúa su producción aplicando las técnicas que en el pasado le hicieran famosa; su primera fábrica en Moravia aun funciona, igual que las ubicadas en Europa y Estados Unidos y el reconocimiento a su monumental obra se mantiene intacto.

Fuente:

 (*) Consuelo Tejada Torres: Odontóloga egresada de la Universidad Nacional. Artesana egresada de la Escuela de Artes y Oficios Santo Domingo, realizó estudios en el oficio de la madera. Para finalizar su especialización y gracias a una beca otorgada por la escuela realizó -en el Centro de Ebanistería Artesanal de Rockport, Maine, (USA)- en 1999, un curso sobre diseño y construcción de sillas, con enfoque hacia el doblado. Desde entonces realiza continuos ensayos empleando maderas tropicales para doblado, con excelente resultados. Actualmente es maestra de la Escuela de Artes y Oficios Santo Domingo y tiene un taller propio donde fabrica piezas dobladas por encargo.

 Citas:

  • Los radios obtenidos dependen del grosor de la pieza y regularmente no son muy amplios. Según Consuelo Tejada, el máximo espesor macizo para un radio de 20 centímetros, doblados de un diámetro de 40 centímetros es de 2 centímetros y medio y en muy pocas especies.

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