El Teatro Imperial Un Recinto Con Memoria… Patrimonio Cultural De Nariño

William Pasuy Arciniegas*

Arquitecto.

Declarado Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional por el Ministerio Nacional de Cultura en 1998, el Teatro Imperial de la Universidad de Nariño, se erige como una de las obras arquitectónicas nacionales más representativas del siglo XX. Su recuperación rescató no sólo una joya de la construcción en madera, sino una de las manifestaciones artísticas del talento nariñense.

Ubicado en Pasto (Nariño), el Teatro Imperial es hoy por hoy, un espacio cultural en toda la dimensión de la palabra.

Desde su fundación, hace 80 años, este escenario denominado “El Decano de los Teatros del Sur”, ha sido el epicentro de las diferentes manifestaciones culturales de esta región del país y gracias a un arduo trabajo de recuperación; es actualmente una muestra fehaciente de la reconocida creatividad de los artesanos y arquitectos de esta región del país.

Gracias a la oportuna intervención de la Universidad del Nariño, entidad educativa que en el año 2000 compró el Teatro (1) y que promovió su recuperación (motivada por el anhelo del entonces Rector Pedro Vicente Obando Ordóñez), las labores de reconstrucción del Imperial representaron una oportunidad para conjugar la técnica, experiencia y excelencia de los profesionales y técnicos que participaron en ellas; con la visión educativa y formativa de las dependencias de la Universidad, que tuvieron a su cargo la selección de los mejores representantes en materia de recuperación de estructuras en madera de esta región del país.

Es así como el proyecto y sus obras de mantenimiento y conservación, estuvieron a cargo de un selecto grupo conformado por el Arquitecto William Pasuy Arciniegas quien lidero y dirigió las obras de recuperación del Teatro y por los Ingenieros Civiles William Castillo Valencia, especialista en estructuras, y Luis Fernando Velasco Angulo, profesional dedicado a la recuperación de estructuras patrimoniales en Colombia.

De igual forma, participó el maestro Guillermo Jurado Paz, experto en talla ornamental, carpintero, ebanista, cultor y productor de sus propios montajes teatrales con figuras hechas en madera, como el pesebre de movimiento “El Portalito” y “Camino al Calvario”, con amplia experiencia (dentro y fuera del país) en el arte de intervenir y transformar la madera para lograr obras arquitectónicas.

 A su vez, cerca de 350 personas entre afamados carpinteros, ebanistas y talladores fueron seleccionadas y contratadas (empleos directos e indirectos) por la Universidad (2), para apoyar labores específicas en materia de recuperación y/o construcción de estructuras en madera.

Así, en el área de carpintería se conformaron seis grupos de ebanistas -de 15 a 25 personas- reconocidas en la región por sus conocimientos, técnica, experiencia y la calidad de su trabajo, quienes tuvieron a cargo la instalación de los pisos, cielos rasos y puertas, entre otros elementos, mientras que 20 talladores, 20 ebanistas, 30 lijadoras (mujeres) y 10 pintores, conformaron el excelente grupo de talla.

Sin lugar a dudas, la suma del esfuerzo de estos “profesionales”, hizo posible que el Teatro Imperial recuperara no sólo su estructura física, sino también toda la belleza, elegancia e imponencia de antaño, motivos principales para su recuperación.

Estructura Original: Tesoro del Pasado

 Esta hermosa obra arquitectónica que se constituyó en uno de los estandartes de las técnicas de construcción prehispánica predominantes en nuestro país, desde la época de la colonia, es poseedor de una invaluable riqueza constructiva e histórica, que emerge al recorrer sus espacios y recordar su historia.

Primeramente, el Teatro Imperial fue durante los primeros años del siglo XX, la sala exclusiva para proyectar las primeras películas del cine mudo, pero gracias a la belleza de su arquitectura original, se convirtió paulatinamente en el escenario cultural por excelencia del departamento de Nariño, pues allí  se presentaron los primeros eventos artísticos nacionales e internacionales en la ciudad.

El diseño estructural del Teatro fue concebido por el ingeniero Belisario Ruiz en 1922, quien mandó levantar una edificación en forma de «U», de cinco pisos de tapia pisada (3) y madera, compuesta por una platea y cuatro niveles de palcos; complementados con detalles estéticos propios de la arquitectura republicana, tanto al interior como al exterior del Teatro.

A la estructura se le construyó una admirable fachada -diseñada en 1934 por el Ingeniero Samuel Chávez- por el equilibrio en su diseño, gracias a la simetría existente al lado y lado de su eje central (igual número de ventanas y/o puertas) y por una bellísima ornamentación, que llegó a ser considerada en el ámbito nacional como una de las más ricas en su estilo con relación a su función.  El zócalo elaborado en piedra tallada y los relieves en las ventanas, puertas, columnas, friso y balaustres, entre otros; fabricados en ladrillo cocido y recubiertos con cemento, eran los puntos de atracción.

Internamente, el Imperial era dueño de un ambiente y lenguaje estético muy sobrio, sin decoraciones ambiciosas o exuberantes en donde la madera, era el elemento principal. Estaba presente en los pilares y las vigas elaboradas en madera de Encino y Motilón y en los pisos y el cielo raso fabricados en Pino. El interior de este escenario hacía gala de las tradiciones nariñenses logrando además de una excelente acústica, un toque íntimo y particular que sin duda no tenía gemelo en otras latitudes del mundo.

Igualmente, los palcos estaban elaborados en madera y con la particularidad que fueron arquitectónicamente enfrentados unos a otros con una configuración muy propia del estilo español en los teatros de «corral», donde la correspondencia entre los espectadores y los actores caracterizaba las relaciones sociales de los asistentes.

No obstante al gran volumen de madera existente en la construcción, el escenario, fue construido en otros materiales para darle soporte preventivo y como parte integral de la adecuación técnica del mismo. El concreto (en la boca del escenario) y el metal (en su estructura) complementaban esta edificación.

Vale señalar que para proteger la madera expuesta a la vista del público, los constructores de la época la recubrieron con “charol”, un material elaborado con goma laca mezclada con alcohol industrial como disolvente y aplicado con trapo mediante la técnica tradicional de “Aplicación con Muñeca de Trapo” en la que se hace fricción entre el material y la superficie para lograr un acabado excelente.

 Recuperación y Prevención: Un Sueño, un Reto.

A pesar de las características mencionadas anteriormente, de su originalidad e imponencia, las obras de recuperación del Imperial fueron motivadas principalmente por el avanzado estado de deterioro que sufrieron las instalaciones del Teatro, como consecuencia de la venta de éste en 1974 a nuevos propietarios y quienes a su vez lo arrendaron a una cadena de cine local, de tipo pornográfico, hecho que lo llevó en menos de una década a su degradación física y cultural.

Por esta razón a partir de la década de los 90, se creó la Fundación Cultural Teatro Imperial, con el objetivo de emprender una fuerte campaña para recuperar el inmueble y que concluyó con la adquisición del recinto por parte de la Universidad de Nariño.

La institución educativa, con recursos económicos propios (una inversión cercana a los 1.000 millones de pesos) (4) y teniendo en cuenta los procedimientos culturales, sociales y arquitectónicos, fundamentados en el respeto a la memoria, la historia y la originalidad del inmueble en su contexto regional; llevó a cabo la reparación integral de este espacio hasta devolverle su título de Monumento Arquitectónico Nacional.

En este sentido, la universidad realizó una serie de estudios previos de tipo arquitectónico, técnico, pictórico y estructural, que permitieron establecer el estado real del Teatro.

El resultado fue que, salvo algunos elementos de carácter estético -que por falta de mantenimiento habían sido descuidados-, la edificación se encontraba en un excelente estado de conservación. Por esta razón, antes que la estricta recuperación del recinto, se realizó una labor de mantenimiento y conservación preventiva, en la que la madera como elemento original de construcción, fue respetada pese a los nuevos materiales que se incorporaron para reforzar la estructura y estética del Teatro.

El resultado final de esta labor fue la recuperación de un área cercana a los 1.600 m2 (de los 2.100 m2 de construcción que posee el Teatro), labor en la que primó el objetivo de restaurar los diferentes elementos arquitectónicos y estéticos por los cuales el Teatro Imperial era reconocido; sin dejar de lado el mejoramiento de otros aspectos de carácter técnico, como la acústica del lugar, que por la misma función del teatro como escenario para eventos artísticos, era necesario optimizar.

La Resurrección en Dos Actos: Desarrollo de Obras

El 23 de julio de 2001, el Teatro Imperial abrió nuevamente sus puertas al público con una temporada de música y teatro, pero para esto debieron pasar cuatro años, tiempo que demandaron los trabajos de recuperación y que se dividió en dos etapas: la primera entre los años 2000 y 2001 con una duración de 12 meses y la segunda entre el 2003 y 2004, en un tiempo de siete meses.

Así, en la primera etapa se trabajó la recuperación de la sala principal, el foyer (lugar que recibe al público en su fachada principal y en el que se realizan actividades como exposiciones de arte, conferencias o recitales) y fachada, siendo esta una de las labores de mayor cuidado ya que, la estructura y los recubrimientos, 100 por ciento en madera, presentaban mal estado en algunos puntos (en ocho pilares del segundo, tercer y cuarto piso), haciendo necesario la aplicación de técnicas especiales de recuperación estructural que evitaran el daño total de estas partes.

La estructura (de las partes indicadas) fue reforzada con la técnica de apuntalamiento en la que a través del uso de puntales (maderos sólidos) se logró una mayor fijación de la estructura a la vez que; se reemplazaron otras mediante la técnica de la dilatación, que consiste en variar el volumen de la pieza, aplicándole una mayor temperatura, para cambiarla evitando así un daño mayor sobre la construcción.

El mejoramiento de la calidad espacial del foyer -un espacio de dos niveles soportado por estructuras mixtas en tapia pisada, ladrillo cocido, cal y arena, madera y piedra- se consiguió con la ampliación en profundidad de su escenario, la construcción de un muro doble de ladrillo, con un espacio en el medio relleno de fibra de vidrio (frescasa) para mejorar la acústica del lugar (escenario, foso para la orquesta y camerinos) y la remodelación de los baños teniendo en cuenta las nuevas necesidades de los usuarios.

Otros de los elementos por recuperar fueron los pisos originales y del cielo raso -en los que se utilizó madera de pino del Putumayo para homogenizar su apariencia estética- y las ventanas y puertas en las que se conservó la memoria técnica del recinto a través del sistema de unión con caja y espigo, sin utilizar clavos, anclando los elementos a los muros con chasos de madera fijados a los marcos.

Además tanto en puertas como en ventanas, se realizó una tarea de recuperación importante al retirar sus superficies de forma manual, 12 capas gruesas de vinilo y esmalte que cubrían la superficie original en charol. El procedimiento se hizo manualmente, frotando segmentos de vidrio hasta obtener una capa más ligera de pintura, a la que se le aplicó el proceso de lijado como acabado final. Aquí no se emplearon lijadoras mecánicas, para evitar rayar las superficies.

Paralelamente, en la Sala Principal, compuesta por la platea y cuatro pisos de palcos (que albergan a más de 500 personas) y cuya estructura portante la constituyen 82 pilares de madera y cerca de 500 vigas en el mismo material, se llevó a cabo la reestructuración de los pisos en Achapo, madera propia de la Costa Pacífica Nariñense y, de las escaleras en Chanul (también de esta región el país).

Finalmente, la segunda etapa de la recuperación del Teatro, consistió en la ampliación en profundidad del escenario incrementado ocho metros (para un total de 13 metros), desde su proscenio (parte del escenario entre el borde del mismo y el primer orden de bastidores) hasta el fondo. A su vez, se recuperó con madera de Achapo, el piso tipo duela, que recubre el foso de la orquesta.

Ya a nivel de equipos, la universidad ha planeado y está gestionando la dotación de la Sala Principal del Teatro, con equipos profesionales de iluminación y sonido que contribuyan al ofrecer al público obras artísticas, musicales y culturales de altísima calidad integral.

 Estética y Talla: Marca Nariñense

 Los nuevos aportes estéticos para mejorar la apariencia del Teatro, fueron detalles que demandaron tiempo y reflexión, pues vale señalar que uno de los objetivos principales era respetar la originalidad de la obra, si que la puesta de los complementos ornamentales faltantes de edificación, rompieran la armonía. Por eso se eligió recurrir a una de las técnicas patrimoniales más destacadas en Colombia y en el mundo entero: la talla nariñense en madera.

Gracias a esto, los pasamanos de los palcos (elaborados en Cedro) conservaron su proporción original y se le tornearon cerca de un millar de balaustres en Laurel, retomando el diseño de elementos similares ubicados en la fachada principal.

También, en la sala principal se realizaron arreglos ornamentales para embellecer el Teatro. Allí se ubicó como elemento decorativo, en la parte superior de la nueva estructura del escenario, el escudo de la Universidad de Nariño tallado totalmente en madera. Una obra de dos metros de diámetro, acompañada de motivos vegetales también tallados en madera, que se extienden a lado y lado del escudo en una longitud de tres metros cada uno.

Además (pero no menos importante), tres lámparas fueron instaladas como elementos decorativos especiales del Teatro, una central y dos auxiliares.

La central, ubicada en el cielo raso de la sala principal, es una espectacular lámpara tipo “araña”, que consta de un plafón de 4.5 metros de diámetro, de doble cuerpo y con 3.5 metros de diámetro, tres metros de altura (más el mástil tallado) y ocho brazos en cada nivel (para un total de 16 brazos) que soportan los briseros en vidrio y la bombilla.

Ésta fue elaborada en madera de Cedro del Caquetá, tallada con motivos vegetales (ornamentación utilizada en el recinto en general), con remates en el borde del plafón -elemento circular de la lámpara principal- en hojas de acanto similares a la decoración de los capiteles en la fachada del Teatro.

Igualmente en el foyer, se instaló una lámpara de similares condiciones pero de un solo cuerpo, seis lámparas pequeñas talladas en madera y dos más de menor proporción en el acceso principal del Teatro. Vale la pena destacar que por la magnitud y proporciones de las lámparas, el Maestro Guillermo Jurado Paz utilizó la técnica del “vaciado”, en la que dichos elementos se trabajaron “huecos” para aligerar su peso.

El resultado de estos arreglos estéticos, se sintetiza en una sola palabra: excelencia. La excelencia del talento nariñense manifiesta en el Teatro Imperial, el espacio cultural que hace parte de la memoria e historia del Departamento de Nariño y que se ha convertido en un testimonio del impecable trabajo en madera de Colombia.

De hecho, esta magnifica obra ha logrando ya importantes reconocimientos a nivel nacional e internacional, entre ellos: La Selección como uno de los mejores proyectos de recuperación arquitectónica en la categoría: Recuperación del Patrimonio de la Bienal Colombiana de Arquitectura (2004), la Mención de Honor en la categoría: Recuperación del Patrimonio Edificado de la Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito (2004), su participación en Mercartes en Sevilla (España en el 2004) y su inclusión a la Red Nacional de Teatros (del Ministerio de Cultura de Colombia).

Hoy en día, la Universidad de Nariño sigue adelante con este proyecto, que sin duda alguna ha marcado un hito en la recuperación del patrimonio arquitectónico en lo que a instituciones de carácter público, se refiere.

Su actual Rector, Doctor Jairo Muñoz Hoyos y el Consejo Superior del claustro, continúan apoyando la decisiva actividad artística, cultural y académica que se comparte en el Teatro Imperial, recinto que posee con orgullo, un alma de madera y con memorias que aún se siguen escribiendo.

Fuente:

–  Investigación del Teatro Imperial.  1995 – 2006.  Inédita.

–  William Pasuy Arciniegas. Director Teatro Imperial, Docente de la Universidad del Nariño, Especialista en Valoración y Recuperación del Patrimonio Arquitectónico de Pasto y Gestor Cultural.

Citas.

  1. La adquisición del Teatro Imperial tuvo un valor 460 millones de pesos.
  2. Esta elección fue realizada por la Vicerrectoría Administrativa a cargo de los Ingenieros Civiles Vicente Parra Santacruz y Hugo Coral Moncayo y, por el Fondo de Construcciones de la Oficina de Planeación de la Universidad de Nariño bajo la Dirección de la Ingeniera Civil Ana Stella Mesías Méndez. Estas dependencias estuvieron a cargo del manejo administrativo de la obra y la selección del personal respondió a las normas educativas y de contratación de la misma entidad y a lo establecido en la legislación laboral nacional.
  3. técnica ancestral de construcción en la que a partir de tierra, barro, piedras y agua, se forman paredes-
  4. La inversión para la recuperación del teatro Imperial fue muy económica comparada con la restauración de otros teatros en Colombia, cuyo costo se promedia entre 8.000 y 12.000 millones de

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