Nuquí: Un paraíso Construido con Madera

La arquitectura en madera es una alternativa para recuperar el patrimonio natural, cultural y forestal de la costa pacífica colombiana y mejorar las condiciones de vida de sus comunidades. Estos son logros del Programa Posadas Turísticas (PT) que revelan los alcances y beneficios del recurso en una actividad desestimada en el País: La Construcción.

Ubicado al final de la Serranía de los Altos y del Baudó, en el Golfo de Tribugá, sobre el mar pacífico colombiano se encuentra Nuquí, un municipio chocoano de exuberantes paisajes, poblado por comunidades afrocolombianas e indígenas, poseedor de ricos y amenazados ecosistemas (1) y punto de encuentro de aves migratorias, delfines, tiburones, tortugas y ballenas jorobadas que anualmente buscan en sus cálidas aguas, las condiciones ideales para aparearse y tener sus crías.

Allí, desde hace casi dos años funciona uno de los programas bandera que la Presidencia de la República (2) adelantó para fomentar el turismo en algunas de las regiones más hermosas y diversas del país–con gran valor ambiental–, pero que por sus condiciones de aislamiento no cuenta con infraestructura hotelera óptima suficiente, que permita el hospedaje de turistas y por ende, la generación de ingresos, por este concepto, para sus habitantes.

Esta novedosa iniciativa de etno y ecoturismo (3), contempla la realización de un programa de viviendas productivas turística: la construcción de cabañas y principalmente, la adecuación y mejoramiento de las viviendas de los pobladores para que sirvan también de atractivos alojamiento turístico.

Hoy Nuquí es uno de los siete destinos –junto con Bahía Solano, Cabo de la Vela, Providencia y Santa Catalina, San Andrés y Taganga–, en los que se ha logrado además de un mejoramiento físico y estructural de las viviendas, una recuperación de los valores constructivos tradicionales mediante el empleo de materias primas de la región. Particularmente en este municipio, el programa destaca el uso prioritario que tiene la madera para la construcción y diseño de los equipamientos, además de su correcta obtención, consumo, aprovechamiento y transformación.

Es así como la comunidad, con el apoyo de instituciones locales, nacionales e internacionales ha adelantado en su zona y partiendo de los objetivos del programa, una positiva transformación ligada a la actividad turística, hoy, uno de los renglones más importantes en su economía. Aquí la madera en construcción y el aprovechamiento del recurso forestal y de las fibras nativas con fines productivos, es arte y parte esencial para alcanzar progreso real.

Manual para un Desarrollo Inteligente

El reconocimiento de Nuquí como una de las zonas del Pacífico de mayor interés turístico no esta basado sólo en la belleza de sus costas, en realidad se trata de un punto estratégico para el futuro desarrollo de la región pues, precisamente allí se planea que en los próximos años se construya uno de los puertos más importantes del país, lo que supone un incremento en la actividad turística de la zona y un cambio “brusco” en la apacible cotidianidad de sus habitantes. (4)

Por esta razón, los organismos vinculados al desarrollo de las PT han orientado sus esfuerzos a preparar a la comunidad para que organice su economía, ofrezca un turismo diferente y se fortalezca frente a los cambios venideros aprovechando el patrimonio forestal y constructivo que poseen.

La Fundación Natura por ejemplo, (6) adelantó en la zona investigaciones sobre su biodiversidad y conservación y sentó las bases para utilizar los recursos forestales en favor del establecimiento de una infraestructura eco-hotelera partiendo de un manejo adecuado. Luego la DTI Internacional –una organización española dedicada a la promoción del Desarrollo Turístico Iberoamericano–, desarrolló un arduo trabajo para vincular a los habitantes en el proyecto, desarrollando diseños arquitectónicos participativos acordes con su patrimonio y cultura, reconociendo en la madera, la materia prima ideal para sus soluciones.

Así, en conjunto con el Consejo Comunitario de Riscales que representa a los pobladores –y partiendo de la tipología constructiva tradicional chocoana–, las entidades promotoras desarrollaron a finales del 2004 la hoja de ruta del proyecto: Un Manual para la construcción de las posadas que recopiló 80 estándares básicos de calidad relacionados con los sistemas constructivos, distribución, tamaño y altura de los espacios, requisitos de instalaciones, equipamientos, gestión y servicios de los alojamientos.

El documento fue divulgado y se convirtió en la guía para que aquellos nativos interesados en integrarse al programa de Posadas Turísticas y que desearan percibir ingresos por el alquiler de sus espacios, levantaran prototipos de cabañas en sus predios o acondicionaran habitaciones en sus casas con unos patrones de calidad internacional, que también les permitieran mejorar sus viviendas y la infraestructura general del municipio.

La comunidad en pleno se apersonó del proyecto y fue ella la encargada de suministrar la mano de obra y los materiales para los alojamientos; sin embargo, tras las primeras prácticas, las entidades promotoras se enfrentaron ante una deficiente calidad en las construcciones producto de conocimientos empíricos sin tecnificación y sin un uso racional de la madera y de su extracción.

Las instituciones debieron iniciar entonces una ardua labor de capacitación y asesoría –impartida por un grupo de arquitectos y profesional técnico vinculado al SENA (regional Quibdo)– dirigida a los constructores y carpinteros del área, sobre técnica de uso y procesamiento de la madera para cuestionar, cambiar y mejorar, desde su base, las prácticas forestales y arquitectónicas.

Hoy, luego que en marzo de 2005 terminara la construcción y mejoramiento de la primera etapa de alojamientos, son doce las posadas (Cuadro 1) que han pasado el examen de rigor realizado por la DTI, que cumplen los estándares de calidad y que están al servicio de los visitantes debidamente certificadas como parte del Programa PT.

Durante el proceso son grandes los cambios de mejoramiento que ha presentado la infraestructura general del pueblo, pero también, interesante es la forma como los nativos ven, conciben y valoran hoy la madera, y hasta sus propias viviendas.

El ejercicio les ha demostrado que sus recursos forestales y conocimientos pueden ser rentables para ellos y que incluso pueden representarles la forma de proteger la zona para evitar que tal como sucedió en Buenaventura, la actividad portuaria menoscabe el equilibrio del entorno natural; o que por el contrario, sean los grandes complejos hoteleros los que aprovechen las bellas playas, se queden con la administración del turismo y terminen desplazando al nativo, como sucedió en la Costa Atlántica.

La Madera y las Viviendas

 Un aspecto fundamental para el montaje de las Posadas Turísticas en Nuquí ha sido la confrontación entre el manejo de los espacios, las técnicas constructivas y los materiales que emplean las comunidades para levantar sus viviendas.

En este sentido, el Manual de Estándares de Calidad estableció como requisito para la construcción de las posadas, el uso de la madera sobre otros materiales constructivos, toda vez que por su naturaleza y origen era el único capaz de respetar y aportar al paisaje, ser transformado “rápida y fácilmente” y permitir la construcción de nuevas cabañas o aplicar mejoramientos a otras, siendo fieles a la tipología estructural nativa.

Construcciones aporticadas, montadas en palafitos de Guayacán, con techos de palma y sistema estructural de columnas y vigas en madera o palma sobre las cuales se coloca el revestimiento exterior, un esterillado de Caña brava o de listones horizontales/verticales en maderas como Uina, para producir paneles o “muros” modulares y conseguir así las dimensiones exigidas por el manual, fueron los parámetros generales para la configuración de los hospedajes.

La madera permitió generar nuevas cabañas elevadas del suelo, (principio básico en zonas inundables con altos niveles de lluvia) y de cielorrasos muy ventilados, no solo por el calor sino por la visita de murciélagos o aves que también buscan, con frecuencia, un cupo en los hospedajes.

Ya a nivel estético, las casas apuntaron a ofrecer nuevas unidades de alojamiento que replicaran las áreas típicas de las viviendas chocoanas, ubicando las zonas que por tradición o necesidad tenían una importancia o ubicación cultural específica.

“Construir en Nuquí cabañas similares a las casas de recreo en Peñalisa (Girardot) o a las del Caribe no tenía sentido; el diseño de los hospedajes debía incluir áreas como la paleadora (patio trasero) o el balcón del área de servicios muy propio de las casas chocoanas, a fin de ofrecerle al turista un espacio natural, acorde con la idea de ecoturismo”, señala Sandra V. Murillo, Arquitecta vinculada al proyecto desde la academia.

Las habitaciones al interior de las cabañas, por ejemplo, fueron otro de los espacios interesantes que reprodujo el proyecto pues se detectó que en Nuquí, a la par con el diseño y construcción de las casas, los habitantes “sacan” de las paredes, los muebles; es decir que éstos se construyen simultáneamente y con los mismos materiales usados para los muros, en una forma ingeniosa de maximizar los espacios y obtener el equipamiento, que por costos o distancia no pueden transportar.

Las obras han alcanzado una calidad muy superior a la habitual gracias a las investigaciones sobre las fibras y maderas de la zona (7), al perfeccionamiento en el procesamiento de la madera y a la incorporación de fibras naturales en los diseños constructivos que, aunque ya estaban presentes, no tenían concientemente para los habitantes, un valor real. La comunidad tuvo un “reencuentro” con sus recursos naturales y con sus aportes estéticos y prácticos.

De la fibra de platanillo y de la fibra de Iraca o paja toquilla por ejemplo, se aprovecharon los conocimientos que tenían los pobladores sobre su transformación y curado y las bondades propias de los recursos (para el recubrimiento los vanos de las ventanas, en forma de cortinas tejidas o como estructuradas de madera para formar paneles), y así favorecer la ventilación e iluminación de las viviendas.

La fibra de Damagua, usada tradicionalmente para carteras y artesanías, se usó también como persianas, (y se propuso como recubrimiento aislante térmico-acústico en los paneles), mientras que la macana –madera de reconocida resistencia– está registrando gran uso como esterillado para las cocinas o como tejuelas de revestimiento exterior en las fachadas de las casas, dado que no necesita tratamiento alguno de inmunización o impermeabilización.

De hecho, por sus ventajas se ha propuesto incluso fabricar con ella pasadores para panelería, a fin de reemplazar el uso de clavos y aportar así a la estética de las construcciones y a la generación de empleo, ya que este puede ser un interesante y muy novedoso negocio.

Por la Generación de Recursos

Sin duda, la comunidad ha encontrado en el Programa una forma integral de beneficiarse en la medida que usa, para construir, materiales que transforman magistralmente, que no demandan complejos tratamientos de conservación, que les asegura ser ellos quienes suministren la mano de obra y que, estéticamente, son muy atractivos para los turistas.

Paralelo y –conforme con el propósito de obtener recursos económicos por la prestación del alojamiento– han descubierto negocios alternativos ligados a la actividad constructora, como la fabricación de muebles y elementos para las cabañas, de hecho, uno de los más prometedores ha sido la consolidación de una microempresa para fabricar colchones con fibras biodegradables, muy populares en la zona, y que se convierten en una curiosidad para el viajero.

“Sectores de la comunidad se han organizado en torno al “negocio” fabricándolos en dimensiones y calibres estándar –según parámetros internacionales de diseño–, para las habitaciones que tienen en sus casas, destinadas a alojamiento, o como souvenir”, señala Sandra Viviana.

Otros beneficiados han sido los carpinteros del pueblo quienes, dada la demanda creciente de elementos en madera como partes o puertas han incrementado su trabajo demostrando una sorprendente capacidad para producir usando su maquinaria básica (corte), mientras que, inteligentemente, se preparan para el futuro con la adquisición de equipos traídos desde Quibdo.

En realidad, no producen altos volúmenes ni tampoco manejan tiempos estrictos de producción, porque como ocurre en algunas regiones costeras de Chile, aquí también se mueve un interesante “negocio” de reciclaje y trueque de partes en madera. De esta forma los aportes del recurso están transformando radicalmente la forma de producir y vivir de los pobladores.

Madera Hoy para Asegurar el Mañana.

En la actualidad, la incorporación de tecnologías ambientales limpias y/o aplicadas a los criterios de diseño arquitectónico, es casi una exigencia si se trata de generar espacios más confortables que minimicen el consumo de materia prima, reduzcan los gastos energéticos y de paso, sean menos contaminantes.

Precisamente, en este contexto de naturaleza y equilibrio, la madera resultó ser la mejor opción por su carácter renovable y porque, independiente del nivel de tecnificación, los pobladores han demostrado habilidades para usarla, por que abunda en la zona y porque arquitectónicamente hablando, es la única capaz de fusionarse en el escenario natural sin alterar el paisaje.

De hecho, estas importantes consideraciones son la justificación dada a las comunidades residentes para que prefieran el recurso y eviten reproducir los modelos constructivos de las grandes ciudades que no aplican a las condiciones de la zona y lejos de aportar, han amenazado en convertir a Nuquí en un pueblo en ruinas.

“Para mejorar su “status” los nativos han intentado cambiar el patrón de construcción tradicional en madera llevando a su región, desde Buenaventura y a costos muy altos, concreto y ladrillo, pero el resultado ha sido desastroso porque las condiciones de salinidad por influencia del mar corroen rápidamente estos materiales y las viviendas no ofrecen calidad alguna”, advierte Sandra Murillo.

Escasamente, los materiales citados están promoviéndose para baterías sanitarias, para piso de algunas viviendas no elevadas o para áreas en las cocinas de los grandes restaurantes, en cambio, se apela al extenso recurso forestal presente y que abarca una gran variedad de especies “valiosas”, ampliamente comercializadas en el puerto de Buenaventura y apreciadas en los centros de consumo.

En la lista aparecen entre otras (cuadro 2) el Sande, aprovechada para cerramientos y la estructura de los palafitos, el Guayacán para elementos estructurales o el Oquendo para artesanías y artículos especiales. De igual forma, existe un importante aprovechamiento de algunas especies de palmas de rápido crecimiento, que pueden emplearse en construcción y que son resistentes a la humedad.

Además de la diversidad, también está la facilidad que tienen los pobladores para secar e inmunizar la madera. En este sentido y aunque parezca mito, los procesos se realizan conforme a prácticas y ritos tradicionales asociados a los cambios de luna o de fertilidad y que, de acuerdo a la creencia popular, funcionan muy bien. En realidad, la comunidad no protege la madera contra plagas y menos aun emplean infraestructura para secado, todos se realiza al aire libre.

Vale señalar que dentro del programa de PT, además del aprovechamiento de la madera para obra, es claro el objetivo de conservar y proteger el recurso, a través de la reposición de las especies más explotadas, uno de los temas importantes en las capacitaciones.

La idea de la extracción desordenada –producto de ver y sentir el recuso siempre propio, presente y eterno– es uno de los puntos a reevaluar a través de un aprovechamiento conciente, considerando antes del corte del árbol su tiempo de crecimiento, el empleo que se dará a su madera para no sub utilizarla, las restricciones legales para su explotación y el uso según identificación y clasificación científica y técnica previa.

De hecho, los promotores del proyecto planean labores de reforestación para recuperar las especies que por su continua explotación ya escasean, pero esta claro también que será la comunidad la encargada del trabajo a fin que los beneficios económicos y materiales se queden en la región, con los dueños del recurso, y no pasen a manos de terceros como podría suceder si participan reforestadores inversionistas.

Está claro que la madera definitivamente es y debe ser el material ligado siempre a la construcción de proyectos como el citado o de características similares. La comunidad y los gestores del programa han reconocido su bajo impacto para levantar emplazamientos y obras de baja densidad, que consideren ante todo los ecosistemas con una capacidad de carga mínima.

“En Nuquí no se concibe una construcción que afecte su equilibrio. Si un constructor desea levantar un hotel y no entiende las dinámicas de las mareas, que la playa tiene un nivel, que hay esteros, y sienta una placa de concreto o simplemente construye sobre el suelo provocará irremediablemente daños al ecosistema, menoscabando la calidad de su construcción y desconociendo los principios del ecoturismo”.

Se advierte entonces con esta experiencia, un hecho que va más allá de posibilitar una infraestructura tan exigente como la hotelera en una zona tan vulnerable como Nuquí, y es como la madera en construcción está convirtiéndose en fundamento para el desarrollo un pueblo, está generando beneficios económicos sin atentar contra una cultura y hábitat protegido y está reconfirmando su carácter de material seguro, limpio, ambiental, versátil y estético.

Este modelo –aplicable y replicable en otras zonas del país– es un buen ejercicio que demuestra como la madera debe estar asociada a las soluciones de vivienda digna en las zonas vulnerables y como debe involucrarse a las comunidades para aprovechen y transformen correctamente el recurso para en esa misma medida lo conserven.

Notas:

Se trata de cuatro de los ecosistemas más amenazados del planeta: el manglar, los arrecifes coralinos, los esteros y el bosque húmedo.

La Posadas Turísticas de Colombia es un programa liderado por la Dirección General de Turismo del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y el Plan Pacífico dentro del Plan Nacional de Desarrollo. Específicamente en Nuquí, la iniciativa que fue financiada por el Banco Iberoamericano de Desarrollo y OEI, se consolidó como una estrategia de fortalecimiento de los servicios turísticos no sólo en Nuquí sino en el municipio de Bahía Solano (Chocó).

Ecoturismo: rescata los atractivos naturales de los territorios para que sean detonadores en la transformación del uso del suelo, generando una infraestructura de turismo conforme al equilibrio de la zona. Etnoturismo: turismo dirigido y realizado en territorios de grupos étnicos con fines culturales, educativos y recreativos que permite conocer los valores culturales, forma de vida, manejo ambiental, costumbres de los grupos étnicos. (Ley 300 de 1996).

La capacidad de carga actual de Nuquí es mínima a razón de que no registra la visita constante ni numerosa de turistas; los altos costos representados en el viaje por avioneta o por el mar pacífico, a 24 horas partiendo desde Buenaventura, limita el acceso a la zona.

Fundación Natura: Establecida en 1983 esta ONG contribuye con el desarrollo de proyectos en la Amazonía, los Andes Orientales y el Chocó, sobre conservación y uso sustentable de la biodiversidad biológica de Colombia. Particularmente en Nuquí trabajan desde hace 15 años y han adelantado proyectos como el Inventario Forestal.

El arquitecto Jhon Jairo Mena García, vinculado al proyecto de PT, ha adelantado como parte de su proyecto de grado algunas investigaciones sobre la biodiversidad de la zona, enfocándose en las fibras y maderas que puedan utilizarse experimentalmente para los prototipos de alojamiento.

 Fuentes:

  • John Jairo Mena García. Arquitecto Profesional de apoyo en el diseño de los estándares de construcción con madera para el Proyecto. Posadas Turísticas. Quibdo, Chocó.
  • Josefina Klinger. Promotora Comunitaria, Nuquí, Chocó. Investigadora y asesora Fundación Natura.
  • Sandra Viviana Murillo. Arquitecta. Profesora e Investigadora en aprovechamiento de los recursos forestales para la construcción con madera en Colombia. Facultad de Arquitectura y Diseño y Estudios Ambientales y Rurales, Pontificia Universidad Javeriana. Correo electrónico: murillo@javeriana.edu.co

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