Pinos Colombianos: Ocho Nativos en Peligro

Ana María Rojas Gutiérrez

Periodista M&M

 Paradójicamente, los pinos más conocidos en el país pertenecen a especies introducidas y en un muy segundo plano está gran familia de variedades colombianas, compuesta por ocho individuos de los cuales sólo tres son actualmente estudiados y plantados, con miras a… ¿para establecer las mejores prácticas silviculturales? No entiendo…

La falta de investigación y conocimiento han sido las principales causas para que en Colombia, no sean plantadas y comercializadas las especies de la familia podocarpáceas, árboles denominados comúnmente “Podocarpus” y que conforman un grupo de ocho pinos nativos que reciben, en distintas regiones del país, nombres como chaquiro, pino romerón, pino colombiano, pino silvestre, pino real, entre otros.

Estos árboles han representado, particularmente, para las comunidades campesinas de la zona andina colombiana y aún, para algunos mercados locales, un material de frecuente uso pero también han soportado durante décadas una agresiva deforestación, ocasionada en especial, por actividades degenerativas adelantadas precisamente por las comunidades, que han convertido las zonas boscosas, en las que crecen las especies, en tierras de uso agrícola y pecuario que les reportan ingresos mayores a sus familias.

Igualmente, está el hecho que los individuos que conforman esta familia de pinos, han sido muy apreciados en el comercio local pues, ofrecen una madera fina, de bello color y veteado, de fácil trabajabilidad y de buen acabado, lo que la convierte en objetivo de los explotadores y comercializadores de especies forestales.

Con base en lo anterior, es posible afirmar que se trata de un recurso natural en vísperas de desaparecer, no en vano, tres de las especies están en la categoría vulnerables de extinción y una, como casi amenazada.

En la actualidad, aunque entidades como la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia –UPTC (1), la empresa Kappa Smufit Cartón de Colombia S.A. y Geombiente han realizado investigaciones sobre las Podocarpacea, sólo ésta última ha plantando y desarrollando protocolos de producción en vivero y paquetes tecnológicos, de los que hasta la fecha, únicamente se ha avanzado en el del Pino romerón (Decussocarpus rospigliosii). Por lo demás, es poco el interés de las instituciones del Estado, los centros universitarios y otras entidades dedicadas a la investigación de carácter forestal, en el tema.

La Familia Podocarpacea

 En general, las podocarpáceas se encuentran distribuidas en tres grandes regiones: Sur de Asia y Oceanía, África y América (2).

De acuerdo con las investigaciones realizadas, las especies pertenecientes a esta familia son, hasta ahora las únicas que constituyen las coníferas nativas conocidas de la flora nacional, y de las cuales se reconoce la existencia de ocho taxones (3) de la familia, agrupados en tres géneros: Podocarpus con tres especies y dos variedades (oleifolius, oleifolius var. Macrostachyus, magnifolius, guatemalensis y guatemalensis var. Allenii); Prumnopitys con dos especies (Prumnopitys montana y Prumnopitys harmsiana) y Retrophyllum con una especie (Retrophyllum rospigliosii).

 Específicamente las especie Podocarpus magnifolius, guatemalensis y guatemalensis var. allenii, crecen en piso basal tropical por debajo de los 1.000 metros de altitud. Ya, a nivel de ubicación geográfica, el P. guatemalensis crece en el valle medio del Magdalena, aunque en los herbarios nacionales existen colecciones de ella provenientes de Antioquia (Río Porce), Putumayo y Santander (Carare, Sabana de Torres y Barrancabermeja).

En el caso de la P. guatemalensis var. allenii hay presencia de la especie en la Costa Pacífica y en la Isla Gorgona, mientras que de la Magnifolius, existen muestras (recolectadas) coleccionadas en el Darién, límites entre Colombia y Panamá, y recientemente en el medio Caquetá.

Las especies Podocarpus oleifolius y la variedad macrostachyus, las Prumnopitys montana y harmsiana y la Retrophyllum rospigliosii, por considerarse las más representativas y las que crecen en las altas montañas de la zona andina colombiana serán las que, en esta oportunidad, M&M abordará con mayor amplitud.

Sobre la Retrophyllum rospigliosii que en Colombia, los bosques con existencias de esta especie son prácticamente relictos y están situados, en la mayoría de los casos, en áreas de alta concentración demográfica y de ocupación de tierras que, por inaccesibilidad y por limitaciones para la práctica de otros usos de la tierra, se han mantenido en relativo estado de conservación.

De otro lado, vale señalar que las áreas asociadas a los Podocarpus se caracterizan por su humedad relativa alta, la mayoría de los árboles están cubiertos por musgos, algas, líquenes, bromelias, orquídeas y helechos, y por suelos con acumulación de hojarasca en descomposición que mantiene altos contenidos de humedad en el aire, condición preferida por la especie, más que la altitud o la baja temperatura.

En un estudio realizado en Colombia, para caracterizar los hábitats naturales de las Podocarpáceas andinas, se halló que el 71 por ciento de los sitios donde éstas crecen, son de pendientes mayores al 50 por ciento, lo que corresponde a una topografía entre escarpada y fuertemente escarpada, no obstante es frecuente encontrarlos a nivel de gran paisaje en las vertientes de las cordilleras.

En este mismo sentido, las podocarpáceas se han distinguido por su tolerancia a la pobreza del suelo, pues crecen en terrenos de baja fertilidad natural, poco profundos, pedregosos y aún sin horizontes orgánicos, lo que deja concluir que su distribución no dependiente de condición topográfica exclusiva, ni de calidades químicas o físicas del suelo, les dan un gran valor a la hora del cultivo.

La Bondadosa Madera de Nuestros Pinos

Referente a la madera, tanto la de Podocarpus oleifolius como la de Retrophyllum rospigliosii, presentan dos características anatómicas comunes: su transición gradual de la albura a duramen y la presencia de anillos de crecimiento observables a simple vista. En cuanto a la estructura anatómica, se ubica al P. oleifolius, de acuerdo con la abundancia de sus fibras, entre las maderas moderadamente heterogéneas, con un porcentaje de fibras inferior al 15 por ciento.

Aunque se considera que los Podocarpus poseen características favorables como baja contracción o un grano recto y cerrado y permiten un buen maquinado, no han tenido un uso considerable debido a la ausencia de figuras atractivas en su veteado, principal interés de los ebanistas.

En general, los podocarpus presentan baja resistencia al biodeterioro, moderada resistencia al ataque de insectos y en pruebas de resistencia natural a la pudrición causada por hongos, se encontró que el duramente de la P. oleifolius está clasificada como resistente, mientras que su albura es moderadamente resistente. Respecto a la R. Rospigliosii, es susceptible al ataque de los hongos que producen la “mancha azul” en las maderas.

A nivel de propiedades organolépticas, las maderas de podocarpus, Prummnopitys y Retrophyllum no presentan olor ni sabor característicos; tienen poco brillo y un veteado suave poco atractivo; son fáciles de trabajar con instrumentos de carpintería –sierra, cepillo, taladro y torno–, fáciles de clavar y atornillar, y se obtiene en ellas un pintado y barnizado satisfactorios.

Por lo que este tipo de especies han sido utilizadas frecuentemente en actividades relacionadas con la construcción de viviendas y con la elaboración de muebles, especialmente fabricadas por campesinos de los Andes colombianos y con las maderas del P. amarus y P. imbricatus obtenidas en grandes cantidades. Otras especies se cultivan como plantas ornamentales por su bello follaje y el buen sombrío que brindan. No entiendo… la redacción está rara…

A nivel de usos y de acuerdo a las propiedades físicas y mecánicas del Podocarpus oleifolius y del Prumnopitys montana, la primera es apta para la fabricación de postes para líneas aéreas, traviesas, muebles, pisos, chapas para triples, cajas, tableros de viruta y de fibra, y fósforos; mientras la segunda lo es para: construcciones estructurales, carrocerías, encofrados, obras de carpintería, muebles y ebanistería, pisos, obras de torneado y durmientes, herramientas para la agricultura, entre otros.

De acuerdo con la ingeniera Adriana Marín Vélez, autora del libro ‘Ecología y Silvicultura de las Podocarpáceas Andinas de Colombia’, se considera que éstas dos especies pueden ¿suplir? (mmmm, ¿se refiere a que pueden compararse o superar?) eficientemente tanto al pino Oregón como al ¿pino insigne? (¿si es igual que el Oregón, no debería estar en mayúscula? en la construcción, carpintería, ebanistería y en la fabricación de tableros de partícula, parquet y chapas decorativas.

Sin embargo, en el país, la madera de las podocarpáceas (¿de cuáles?… de todas? Al inicio del artículo no se dice eso) no ha ocupado un lugar preponderante en los mercados, debido a las bajas cantidades extraídas con fines comerciales, aspecto al que se añade que estas especies no forman rodales densos y por ende, no ofrecen un volumen alto de madera aprovechable en los bosques donde se encuentran, muchos de los cuales, son inaccesibles para los madereros. Además, no son especies con las que se reforeste ¿masivamente? ¿si se usan en reforestación?, debido al desconocimiento existente sobre su manejo silvicultural y a la equivocada reputación de ser árboles de lento crecimiento.

Respecto a la producción de pulpa, el género Prumnopitys ha sido considerado de gran potencial como materia prima para la fabricación de papel, básicamente como donante de fibra larga, mientras que el Retrophyllum rospigliosii ha sido ubicado entre las especies que poseen mejores características para la producción de pulpa, pues con ella han logrado rendimientos del 50,5%, valor considerado alto dentro del rango general que oscila entre el 42 y el 50%.

Estas especies también han sido recomendadas para la recuperación y colonización de suelos erosionados, uso que se fundamenta en la capacidad comprobada que tienen algunas de estas plantas para fijar nitrógeno atmosférico, mediante la formación de estructuras noduladas. En países como Nueva Zelanda y Australia éstas ya han sido aprovechadas para estos fines.

De acuerdo con Marín Vélez, en Colombia, estas especies podrían ser importantes para la protección de cuencas hidrográficas y para la conservación de los valores inmanentes a los bosques naturales como la fauna silvestre, la calidad escénica y la biodiversidad.

El Problema de la Extinción de las Especies

 Varias son las causas que han llevado a las Podocarpaceae al peligro de extinción, en primer lugar está la  explotación constante en los bosques de las zonas andinas del centro del país que dejan, actualmente, sólo pequeños relictos localizados en las partes más altas de las montañas y que se mantienen, gracias a la inaccesibilidad y marginalidad del sitio, para los agricultores y ganaderos.

La pérdida de especies que han fragmentado los bosques y generado una baja posibilidad de regeneración entre ellas, ha contribuido a reducir gradualmente su población; esto, debido a que como son plantas dioicas, masculinas y femeninas, la distancia entre individuos Incide negativamente en la efectividad de la polinización.

Hoy por hoy, la empresa Geoambiente Ltda., en la estación agroforestal Chilacas –centro de producción de material vegetal forestal con énfasis en especies nativas de ecosistemas andinos– ubicada en el Municipio de Pacho, Cundinamarca, ha desarrollando desde hace 12 años, la multiplicación de casi un millón de individuos de las especies Pino Colombiano (Podocarpus oleifolius), Pino de montaña (Prumnopitys montana) y Pino romerón (Decussocarpus rospigliosii), plantando en diferentes regiones del departamento en rondas y nacientes de microcuencas y quebradas como las de Sunchín y la Rute, en el Municipio de Pacho y con el ánimo no sólo de recuperar dichas especies sino de enriquecer los bosques naturales y establecer nuevos rodales en áreas degradadas.

Así mismo, mediante y paralelo a esa labor de producción, ha establecido los protocolos de producción en vivero, los cuales inician desde la escogencia de la semilla, su tratamiento y el buen manejo en vivero (plantulación, transplante, sustratos, fertilización, etc) y que le ha permitido a la empresa avanzar también en la realización de paquetes tecnológicos.

No obstante, la familia de pinos colombianos sigue compitiendo –en cierta desventaja– comercialmente contra los pinos introducidos, primero, porque los introducidos registran un crecimiento mucho más rápido que los nacionales y segundo por precio, factor relacionado directamente con esa diferencia en tiempo para que el árbol sea maderable. Es así como una pieza de pino colombiano, producida en rodales comerciales, con dimensiones de 10 cm x 10 cm x 3.0 mts, puede constar entre 35 y 50 mil pesos; teniendo claro su difícil obtención, mientras que una pieza de pino introducido puede estar entre los 15 y 30 mil pesos.

En este sentido, la desigualdad comercial seguirá latente pues, paradójicamente, para plantar Pino romerón (Decussocarpus rospigliosii), Pino Colombiano (Podocarpus montanus) y Pino Chaquiro (Podocarpus oleifolius) se obtienen los mismos beneficios otorgados por el gobierno mediante el Certificado de Incentivo Forestal (CIF), los entes estatales competentes y la industria en general, no adelantan investigaciones para desarrollar protocolos y paquetes tecnológicos que guíen en el establecimiento de plantaciones con dichas especies.

Otra de las empresas que contribuyen actualmente a la siembra de una de las especies de pinos colombianos –el Pino romerón (Retrophyllum rospigliossi)– es El Semillero, que no sólo desarrolló el protocolo de producción en vivero sino que ofrece las semillas, plantines y árboles en bolsa, aunque de acuerdo con el ingeniero Enrique Trujillo, representante de la empresa, “estas semillas son de baja rotación, quienes las plantan son personas que les gusta reforestar sus propias fincas” asegura.

La empresa comercializa estas semillas a un costo de 80 mil pesos el kilo, del que se producen 200 árboles, plantines a 500 pesos cada uno, ó el árbol en bolsa a 800 pesos.

En la actualidad, el Pino pátula (Pinus patula), especie exótica introducida al país, es la más comercializada, ocupa el tercer puesto entre las cinco especies exóticas más empleadas en el país, con el 16.5 por ciento, y el quinto lugar entre las 43 especies forestales más utilizadas, con un 3,3%. De acuerdo con el ‘Estudio Nacional de Semillas Forestales en Colombia’, publicado en abril del 2003, Colombia es el mayor oferente de Pino Pátula. El mercado formal existe en todos los países de la región andina y puede llegar a representar hasta el 65% de la oferta regional de semillas. ¿A qué se refiere? La idea se lee suelta.

De esta forma se espera que, con los estudios adelantados y con el apoyo del Gobierno, de los entes académicos, empresas privadas y corporaciones autónomas regionales, los pinos colombianos lleguen a ocupar un puesto preponderante en la lista de especies forestales más utilizadas y no sólo se logren ¿regenerar? dichas especies sino reforestar y estabilizar los bosques que han perdido a sus individuos.

Citas- 

La UPTC, a través de la Dirección de Investigaciones y del grupo Bioplasma, junto con el Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología Francisco José de Caldas – Colciencias, desarrollaron el proyecto “Micropropagación de materiales juveniles y ensayos de re-vigorización de materiales adultos de especies forestales Retrophyllum rospigliosii (Pilger de Laub y Quercus humboldtii Bonpland) utilizables en cuencas hidrográficas de Boyacá”, en el que abordaron temas como la regeneración in Vitro de plántulas de pino colombiano. El trabajo fue publicado en el año 2005.

En Australia, en las montañas de Nueva Gales del Sur y Tasmania (género Pherosphaera); en las islas de la región de Malasia y Australasia. En Japón, China, Nepal, Sumatra, Tasmania, Nueva Zelanda, Australia, Islas Fidji y Filipinas. En África, en Madagascar, Este de África (Kenia, Sudán, Uganda, Ruanda, Tanzania, Zambia y Zimbabue) y Sur de África. América, se encuentran desde lo 20o de latitud norte en México, las Antillas, Centroamérica, Guyana Venezolana, Venezuela, Brasil y demás países andinos hasta Chile en los 49o de latid Sur.

Es un grupo de organismos emparentados que, en una clasificación dada, han sido agrupados, asignándole al grupo un nombre en latín, una descripción y un «tipo» (especie, espécimen o ejemplar concreto). Cada descripción formal de un taxón es asociada al nombre del autor o autores que la realizan, los cuales se hacen figurar detrás del nombre La ciencia que define a los taxones se llama taxonomía.

En Bolivia, pino de cerro, Saucecillo en el Perú; romerillo azuceno y sisin en Ecuador; cipresillo blanco en Costa Rica; Ciprés de montaña, chilca, chilca real, ciprés y ciprés real en Honduras.

Pino laso, pinabete y pino real en Venezuela; romerillo macho en el Perú; romerillo, romerillo fino, romerillo azuceno y romerillo blanco en Ecuador.

Fuentes:

Bibliografía:

  • ‘Ecología y Silvicultura de las Podocarpáceas Andinas de Colombia’. 1998. Adriana Marín Vélez. Smurfit Cartón de Colombia S.A.
  • ‘Roble y Pino Colombiano: Aspectos biotecnológicos’. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia’. Colciencias, 2005. José C. Pacheco M., María C. Castellanos C.
  • ‘Libro Rojo de Plantas de Colombia, Especies Maderables Amenazadas’. Volumen 4.

2 Comentarios

  • María Vanegas Reply

    25 octubre, 2019 at 8:43 am

    Hola, parece que publicaron el artículo sin las correcciones y con las anotaciones! Por qué? Buena información de todos modos.

    • mym@dwebR Reply

      29 octubre, 2019 at 2:19 pm

      Buenas Tardes Sr Maria

      Este articulo se publico hace varios años.

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