Explotación Forestal con Helicópteros: Una Tecnología Novedosa para el País

Luisa Fernanda Castro Patiño

Revista M&M

Gran popularidad ha alcanzado la práctica de extraer madera a través de diferentes técnicas de impacto reducido; precisamente, una de ellas es el sistema de explotación empleando helicópteros, adoptada desde hace varios años por países con una tradicional vocación forestal, que hoy se aplica –nacientemente– en Colombia, como una alternativa conveniente desde el punto de vista ambiental y social.

 El término “extracción de impacto reducido” –que apareció por primera vez en las publicaciones forestales a principios de la década del 90– es asociado con la aparición de tecnologías de explotación que se han aplicado en los bosques tropicales y que tienen como fin, reducir efectos ambientales como la afectación edáfica, la disminución de los cauces y cursos hídricos y el daño en los futuros árboles pertenecientes a la regeneración natural, así como, proteger especies que, aunque no son objeto de explotación comercial, tienen alto valor ecológico, ambiental y social.

Una de las técnicas de explotación forestal ligadas al sistema de impacto reducido, es la que se realiza a través de helicópteros, y que surge, en Canadá, en 1973, como respuesta a la necesidad de adelantar operaciones forestales en lugares que, por sus condiciones ambientales, fisiográficas y ecológicas, tienen acceso limitado; regiones inaccesibles o protegidas por ser hábitats de vida salvaje o con cuerpos de agua críticos para las dinámicas poblacionales de algunas especies.

Posteriormente, esta práctica fue adoptada en otros países como Rusia, Indonesia, Australia y Malasia, considerados hoy en día como importantes economías forestales, y donde se aplica sobre otros sistemas, no sólo por las ventajas que ofrece para el balance del ecosistema, sino por la alta productividad que le brinda a la industria forestal.

Pese a esa eficiencia ya comprobada, en Colombia dicha técnica sólo fue implementada hasta el año 2008 en los bosques primarios de Bahía Solano (Chocó), como un proyecto piloto liderado y coordinado por R.E.M International –compañía forestal canadiense que opera en el país desde hace aproximadamente seis años– y que consistió en la explotación de diferentes especies tropicales, de las cuales se extrajeron muestras para ser enviadas a posibles compradores extranjeros.

Sin embargo, antes de abordar el proyecto piloto en la región de Bahía Solano, es necesario explicar –y dado que se trata de una tecnología nueva en el país–, en qué consiste, cómo se adelanta y qué ventajas y desventajas presenta frente a otras técnicas de extracción maderera, en términos económicos y ambientales.

En la Práctica

A diferencia de otros, este sistema incluye como pieza fundamental para la práctica, helicópteros que sacan la madera en pie dado que, en este caso particular de extracción, no se produce la tumba del tronco, sino que el árbol es extraído luego que el operador ha realizado cortes en el fuste, y puede ser levantado aun en posición erguida. Luego, el vehículo transporta las trozas al centro de acopio o a cuerpos de agua, dependiendo del lugar destinado para el apilamiento de la madera.

Se trata de una operación de bajo impacto, idónea para extraer las trozas no sólo de sitios inaccesibles, sino de zonas ambientalmente sensibles, donde el uso de técnicas de arrastre mecánico o animal es imposible o indeseable, es decir, se aplica en terrenos que no permiten ningún otro tipo de aprovechamiento; por esta razones, mitiga los efectos adversos al medio, como el daño a la vegetación residual en pie, la generación de disturbios en el suelo, el consecuente incremento de la erosión y el deterioro en la calidad del agua.

Esta tecnología de extracción forestal se realiza en cinco etapas, por lo regular, coordinadas por una empresa especialista en planeación y ejecución de programas forestales: la primera es la fase de ingeniería y consiste, al igual que en otros modelos para extraer el recurso, en levantar un inventario de las plantaciones que serán aprovechadas; luego –con la ayuda de un GPS, (Global Positioning System)–, son georeferenciadas e ingresadas en una estructura informática o programa de mapeo, para que puedan ser identificadas con facilidad por los operadores encargados del realizar el proceso.

todos los árboles objetivos son marcados, georeferenciados, e ingresados en un programa de mapeo de alta tecnología canadiense.

Para la selección correcta de las especies aptas para ser aprovechadas, los operadores cuentan con unas tablas, producto de la fase de ingeniería, que indican los árboles que deben ser explotados y que condensan información sobre sus características fitosanitarias y medidas de fuste –entre otras variables–.

Una vez realizada la selección de los árboles, la compañía coordina el transporte de un escuadrón de personal al terreno que se encargan de llevar a cabo la segunda etapa: el alistamiento, que consiste en la trepa o escalamiento de cada uno de los árboles escogidos para limpiarlos: eliminar lianas y descoparlos hasta dejar los fustes totalmente limpios.

La tercera fase consiste en las operaciones de tala, tumba o corta de los árboles seleccionados y sólo se realiza cuando la madera, debido a su gran peso y tamaño, no puede ser extraída en pie por el helicóptero. Esta labor la adelanta un equipo experto y/o motosierristas, los mismos quienes, una vez el árbol se encuentra en el suelo, también realizan la clasificación del fuste (1).

En este proceso, el operador debe cuidar que las dimensiones de las trozas sean las adecuadas para que no superen la capacidad de carga del helicóptero, peso que puede variar según el tipo de vehículo empleado. En el mercado existen tres tipos de helicópteros para llevar a cabo operaciones del tipo forestal: ligeros, cuya capacidad máxima de carga está entre dos y tres toneladas; de tipo medio, aquellos que pueden transportar entre dos y cinco toneladas; y pesados, que soportar cargas de hasta once toneladas.

Helicóptero de carga en base de operaciones, listo para recolectar y extraer las trozas del bosque.

Una vez puesto en marcha el proceso de aprovechamiento, un ingeniero forestal coordina la entrada, cargue y salida de los helicópteros, operación adelantada en helipuertos levantados y ubicados, por lo general, cerca al campamento donde permanece el personal operativo, esto, para facilitar el transporte al área de extracción. Vale señalar que estas terminales aéreas se diseñan y construyen bajo parámetros internacionales de aeronáutica, a fin de garantizar total seguridad durante el despegue y aterrizaje de la aeronave.

Paso seguido (quinta etapa), un escuadrón de operarios se encarga de realizar el enganche y levantamiento de las trozas, empleando una guaya de 75 a 100 m de longitud, unidas a la aeronave mediante choquers y que, en su parte final, integran un gancho para sujetar la troza y luego transportarla al patio de acopio. Todo el personal a cargo de esta etapa cuenta con un sistema de comunicación directa para coordinar el trabajo entre los operadores en tierra y el piloto.

El tiempo que demora el helicóptero en hacer el recorrido, desde el bosque hasta el patio de trozas, por lo general, no supera los tres a cuatro minutos (3.0 km de distancia) independientemente del lugar donde se adelante el trabajo, ya que, afirman los expertos, un recorrido más extenso encarecer la técnica por el alto consumo de combustible del vehículo.

Es importante mencionar también que, antes de llevar a cabo la extracción de recurso con helicópteros, la empresa encargada de coordinar cada una de las fases, presenta a los integrantes del campamento todas las directrices y protocolos. En términos generales, el personal debe estar especializado en ascenso de árboles y labores de alturas, conocer las condiciones mínimas de seguridad, ser diestro en el manejo de motosierra y en técnicas de anudado, así como ser de complexión ligera para facilitar el trabajo en el dosel.

Trozas en el patio de acopio listas para su medición, peso y clasificación. Para mover los troncos se utiliza un cargador frontal.

Frente a otros Sistemas

Tanto las empresas dedicadas a la extracción de madera como los ingenieros forestales y demás expertos en este campo, admiten que los costos directos de la saca con helicópteros son más elevados en comparación con otros sistemas de extracción, no sólo por el consumo de combustible que, en aeronaves pesadas y de mayor tamaño es de aproximadamente 2000 galones de alto octanaje (por hora), sino porque las tarifas de funcionamiento del vehículo, las piezas de repuesto, el mantenimiento, el seguro y salario de la tripulación, encarecen el proceso.

De hecho, empresas que utilizan esta técnica de extracción en bosques, han comprobado que el funcionamiento, por hora, de un helicóptero de carga pesada puede ser mucho más elevado que la construcción misma de un aserradero de tamaño medio.

Sin embargo, en algunos casos, los gastos de este tipo de operación son compensados si se consideran los costes que implicaría adelantar otro sistema de aprovechamiento, sobre todo si se trata de explotar terrenos remotos o de difícil acceso; ya que el hecho que un sólo vehículo sea suficiente para realizar la saca en un radio de acción de varios kilómetros –desde el bosque hasta el sitio de apilado de las trozas– significa un gran ahorro en la construcción de caminos y/o carreteras.

Paralelamente están los hechos que la extracción con helicópteros, reduce significativamente el impacto ambiental pues evita desprendimientos y/o derrumbes de terrenos; y que, debido a la forma como se adelanta el proceso –que permite extraer los árboles en pie, sin afectar otras especies– genera un impacto visual bajo en la masa boscosa.

De igual manera, los vehículos, especialmente diseñados para el transporte de carga pesada tienen un rendimiento muy superior en comparación con otros sistemas de extracción: un helicóptero que transporta 5 m3 de madera hasta el patio de acopio, cada cuatro minutos, por ejemplo, podrá transportar 400 m3 en ocho horas, aún descontando veinte minutos por hora para su mantenimiento y para repostar o abastecerlo de provisiones y combustible; mientras que el volumen de madera extraída con un sistema de transporte convencional, en un día, representa un 50 o 60 por ciento menos.

En algunos casos, con condiciones meteorológicas de vuelo y de trabajo óptimas, un helicóptero puede extraer, incluso, 2000 m3 de madera al día; claro está que una productividad tan elevada supone gran presión para los equipos de trabajo, los vehículos de transporte y las demás instalaciones de apoyo. Por tal razón, cuando se utilizan aeronaves para extracción de madera, es necesario planificar cuidadosamente las operaciones; los programas de logística deben ser altamente flexibles con el fin que puedan adaptarse a los cambios repentinos que puedan presentarse durante el proceso.

Es así que las empresas que se dedican a extraer manera, por este método, planean cuidadosamente para lograr ahorros en tiempos de extracción, transporte y descargue de la madera al centro de acopio que, para el caso, es de aproximadamente 10 minutos, mientras que en un proceso tradicional o convencional y en condiciones normales, puede estar en un rango de 20 a 30 minutos.

Otra ventaja está relacionada con la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores que intervienen en cada una de las operaciones de aprovechamiento y extracción, quienes, además de contar con un contrato legal, reciben por su trabajo un pago justo de salario, afiliación a salud y riesgos profesionales y aportes a la seguridad social que, se sabe, la gran mayoría de empresas que practican otros sistemas de extracción, evitan ilegalmente, para no incrementar sus costos.

Por último, y debido a la elevada productividad de este sistema de extracción, el número de trabajadores que integra es mucho mayor que el registrado en otros modelos de saca, de hecho, por esta misma razón, las empresas que coordinan el proyecto, efectúan una coordinación y supervisión estricta y eficiente para reducir el peligro al que están expuestos sus trabajadores y, al mismo tiempo, alcanzar una productividad que evite costosos retrasos.

El Proyecto en Bahía Solano

R.E.M maneja el esquema de “Responsabilidad Social”, por medio del cual las comunidades plantean sus necesidades y proyectos prioritarios y la empresa se encarga de analizar su viabilidad para cofinanciarlos.

Desde siempre se ha afirmado que Colombia cuenta con una inmensa riqueza en recursos naturales, pero también, que su explotación se ha visto dificultada por falta de tecnología apropiada para hacerlo. Tal vez esta fue la razón para que, precisamente, una empresa extranjera fuera la responsable de aplicar por primera vez el sistema de extracción con helicópteros, en el país; una compañía canadiense con los recursos y un amplio conocimiento en el tema, producto también de las experiencias destacadas que registra ese país como potencia en la industria maderera.

 R.E.M –compañía dedicada a la explotación y comercialización de madera a nivel mundial– fue la que implementó, en Colombia, el sistema de extracción con helicópteros, en el año 2008, con el aval de su presidente Timo Seppanen, un ejecutivo involucrado en la explotación forestal, especialmente, en operaciones relacionadas con el desarrollo de innovadores métodos para la industria maderera en su país, durante más de treinta años.

La zona de Mecana, en el departamento del Chocó, por su gran concentración de especies forestales de alto valor comercial y por las condiciones del terreno –formado por colinas disectadas y con dificultades de acceso a causa de la densa vegetación, condiciones que han dificultado su explotación– fue precisamente el punto escogido por Seppanen para adelantar el proyecto piloto, apoyado en su vasta experiencia en el tema y en la necesidad de proveerse de materia prima de calidad excelsa.

El proceso de explotación del bosque, que desde el año 2002 fue adjudicado a la Asociación General de Consejos Comunitarios “Los Delfines” (2), duró aproximadamente tres meses, período en el cual la empresa extranjera extrajo un volumen de madera cercano a los 600 m3, entre distintas especies tropicales como: abarco (Cariniana pyriformis), algarrobo (Hymenaea courbaril), chanul (Humiriastrus procenum), sande (Brusimun utile), choiba (Dipterix Sp.), níspero (Manilkara chicle), guayacán (tabebuía chrysantha), amargo (Vatairea sp) y granadillo (Buchenavia tetraphylla).

Para el transporte de la madera, la compañía utilizó un helicóptero Kamov A-32, con capacidad de carga de cuatro toneladas y otro vehículo, marca Bell 206, para el traslado del personal al bosque, ambos, propiedad de la empresa caleña Helitec y que fue contratada para prestar, específicamente, este tipo de servicio.

Según Carlos Llanos, Ingeniero Forestal y Gerente de Asesorías Forestales –empresa proveedora de servicios ambientales y de reforestación y la encargada de coordinar el inventario, la selección y el descope de las especies en Bahía Solano– desde un comienzo el proyecto en esta zona del país fue concebido para ejecutarse aplicando la técnica con helicópteros, entre otras cosas, porque en Colombia nunca se habían  realizado extracciones en regiones remotas e inaccesibles, y mucho menos cuando la gran mayoría de empresas dedicadas a este tipo de operaciones, aplican métodos convencionales y/o tradicionales de aprovechamiento forestal.

Sin embargo, y pese a que esta experiencia de extracción con helicópteros se llevó a cabo de forma profesional y con todas las medidas técnicas y de seguridad requeridas, los resultados del proyecto no fueron tan positivos como se esperaban; la falta de experiencia de los pilotos para maniobrar los helicópteros afectó significativamente el rendimiento del proceso forestal y obligó a postergar los trabajos para una segunda fase, más no a cancelar las operaciones.

En efecto, la compañía R.E.M tiene programada, para extraer la madera con helicópteros, la llegada de una aeronave canadiense a mediados de este año, con tripulación experta en este tipo de aprovechamiento y continuar así con el proceso en la zona objetivo, operación que ya no se concebirá como un proyecto piloto, sino como parte de una actividad forestal con fines netamente comerciales.

Según Carlos Llanos, el futuro acuerdo entre R.E.M y la comunidad “Los Delfines”, consistirá en el pago de regalías por volumen de madera extraída y vendida, convenio en el que también se ha pactado la generación de empleo a nivel local por parte de la forestal multinacional, y la implementación de un programa de responsabilidad social empresarial, en el que se desarrollarán proyectos para el beneficio de la comunidad.

“Este es un proyecto que ofrece apoyo directo a las comunidades negras e indígenas dueñas de estos terrenos, no sólo para enseñarles a explotar de una manera eficiente y ecológica los recursos naturales existentes en estas zonas, sino para incentivarlos a conformar una estructura organizacional sólida, que les permita administrar eficientemente dichos recursos”, señala Llanos.

Según Timo Seppanen, presidente de R.E.M, la explotación forestal en esta zona representará un beneficio de doble vía tanto para la compañía, como para la comunidades propietarias de los terrenos; primero, porque esos bosques concentran un valioso recurso maderero representado en la gran variedad de especies existentes y por la excelente calidad de la materia prima –factores que le aseguran a la canadiense un importante mercado a nivel internacional– y segundo, porque el proyecto es una oportunidad para el desarrollo social y económico de la zona.

Queda esperar entonces, los resultados ambientales yecológicos que tendrá la aplicación de este novedoso sistema de extracción en esta zona de país, pero en espacial si realmente el modelo representará un beneficio social y económico para los pobladores en cuanto a la transferencia de conocimiento y tecnología. Lo que si es cierto es que la compañía R.E.M tiene confianza en que podrá obtener resultados positivos.

Citas

1) Las medidas de corte de cada troza están determinadas por el área basal del tronco y su longitud, pero, por lo regular, estos datos ya se encuentran consignados en una tabla, diseñada y calculada con anterioridad por ingenieros forestales, de tal manera que los operadores no tengan que realizar estos largos y dispendiosos cálculos en terreno.

2) Gran parte de las grandes áreas forestales en Colombia son de propiedad privada colectiva, otorgadas por la Ley 70 de 1993 a las comunidades negras e indígenas.

 

Fuentes

 

 

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