Bosque Tallado, en el Confín del Continente

María Cristina Rojas Cruz

Periodista M&M

 Con parte de la madera de un bosque destruido por las llamas, en Argentina, se levantó el “Bosque Tallado”, una iniciativa artística que hoy muestra 39 obras expuestas a 1400 metros de altura, en un marco natural único en el mundo. Creatividad y belleza que demuestra como el arte vivifica, aun los escenarios más inusuales.

 Lo que un día fuera un cementerio de árboles destruidos por las llamas –y a mano del hombre–, ha sido transformado en una galería natural que hoy reúne 39 obras talladas en madera, fruto del ingenio de un grupo de importantes artistas argentinos y extranjeros.

Cuenta la historia que en 1978, cientos de lengas (1), árboles centenarios y representativos de la zona sur de Suramérica, fueron arrasados por el fuego en el Cerro de Piltriquitrón en Argentina, a 1400 metros de altura s.n.m., minando esta importante área turística, tradicionalmente visitada por el impresionante paisaje que muestra en época de lluvia o días nublados y que, en lengua mapuche, no en vano, significa “Colgado de las nubes”.

Antes del incendio, era un lugar muy frecuentado dado que se le atribuía una energía especial y gozaba de la fama de mejorar notablemente el estado de ánimo de quien lo visitaba a través de su magnetismo, o posibilitar las prácticas de la radiestesia. De igual manera, funcionaba como base de lanzamiento de los parapentes, y brindaba una oportunidad  única de escalar hasta contemplar la cordillera de los Andes, el hermoso valle del río Azul, y en condiciones de excelente visibilidad, hasta el volcán Osorno en territorio Chileno.

Luego del desastre, entre los troncos quemados y con el paso del tiempo, una nueva vegetación floreció para fortuna de los turistas y caminantes quienes, como el escultor Marcelo López y su esposa, no solo hacían recorridos frecuentes por la zona sino que imaginaban el lugar recuperado para el disfrute, y fue en 1997, cuando ese sueño pasó a materializarse, gracias al arte.

Un ejemplo de los alcances de ingenio humano que, aprovechando escenarios y materiales aparentemente estériles logra, a través de su poder, proponer un nuevo estadio de creación, distinto a la fabricación de muebles u objetos decorativos y en los que es el arte el espíritu de lo creado.

La Vida que da el Arte.

Precisamente, fue Marcelo López quien decidió reunir a varios artistas argentinos para proponerles tallar, en los árboles destruidos del bosque, esculturas que se convirtieran en patrimonio cultural de la localidad. Así, se daría nueva vida a un bosque muerto, se enriquecería el patrimonio artístico, cultural y turístico de la región, se abriría un espacio para intercambiar experiencias creadoras y se inauguraría un escenario en el que, permanentemente, se promocionaría la obra de artistas argentinos.

La idea caló y aunque sonaba un tanto descabellada, tuvo el apoyo inicial de la Legislatura de Río Negro. Esta, otorgó un subsidio de 2.000 pesos argentinos, (aproximadamente 1.516.206 pesos colombianos) a los proponentes de la iniciativa para gastos de organización, para cubrir el costo de los pasajes terrestres y aéreos de los artistas que aceptaron el reto y que provenían de distintos puntos del país y para responder a la firma de un convenio con la empresa ‘Vialidad Provincial’, encargada del mantenimiento, enripiado y conservación del camino que conducía a la plataforma del Cerro Piltriquitrón, ubicado a 11 kilómetros del centro de la localidad.

El área dispuesta fue una parcela de bosque de Lenga de 100 por 60 metros, en la cual el Servicio Forestal Andino autorizó trabajar, específicamente sobre los individuos sobremaduros, es decir, sobre Lengas en fase de desmoronamiento, con más de 350 años o ya muertas.

En el plano práctico, el proyecto contemplaba que los escultores invitados tuvieran una experiencia única, en la medida que muchos de ellos jamás habían trabajado fuera de su taller –y menos en un bosque– que, por las condiciones del lugar, debían practicar talla directa, no acoplamiento de piezas o encastres, que sus obras debían medir más de 2.0 metros de altura y que debían terminar sus trabajos en una semana, sin importar las condiciones climáticas del sitio.

Así, y determinando que se daría total liberta a los artistas para escoger el tema de talla, se definió también que el Primer Encuentro Nacional de Escultores se realizaría del 14 al 22 de noviembre de 1998, en El Bolsón, en pleno Cerro Piltriquitrón.

La organización del encuentro estuvo a cargo de la Asociación de Escultores de El Bolsón y  la Cooperativa de Artes y Oficios ‘Cumei Antú’ que, paralelamente organizó también, una exposición de trabajos de los artistas participantes del “Bosque tallado” para promover la visita.

Empieza la Tarea Titánica

“La comarca andina del Paralelo 42” como es denominada esta región, tendría que recibir la infraestructura necesaria para el cumplimiento del sueño artístico; por eso fue dispuesto un campamento principal en un claro que lindaba con el bosque dotado de carpas, generadores eléctricos, mesas, cocinas, alimentos para 30 personas, combustible, agua, maquinaria pesada y equipo propio de los artistas, todo, trasladado a lomo de caballo.

Así empezó la aventura de trece artistas que, a pie o a caballo, subieron al lugar para desarrollar toda la magia de su don. A cada tallador se le asignó una parcela en la pudo seleccionar el tronco con el que trabajaría y en la que, al son de motosierras y herramientas de carpintería, comenzaron una labor “rara” para algunos, pero mágica por el entorno que enmarcaba las labores del oficio.

“Girábamos en torno a un artista y su obra, en torno a otro y a su obra, observando, conversando, tomando fotos. Estábamos ahí, detenidos en lo que trascendía del bosque, a las lengas y a nosotros mismos, rozando el misterio”, narra Graciela Francucci, artista invitada.

Los troncos de lenga centenarios, caídos y secos empezaron a tomar forma, algunos tan grandes, que debieron ser movidos con la ayuda de bueyes.

Los artistas, trabajaron sobre bocetos previos y dieron muestras de gran creatividad al improvisar en sus materiales; mientras los visitantes compartían con ellos un particular proceso creativo que dejo ver, finalmente, los pájaros en vuelo de Susana Vallote, una estilizada mujer de Ángel Marzorati, como salido de la misma tierra, al “señor Lengol” o el puma indio de Eduardo Luso y dos brazos que recibieron el nombre de “fuerzas contrapuestas” de Hugo Vásquez, entre otras obras.

Fueron 25 las obras terminadas, algunas exhibieron alturas superiores a los dos metros pero todas, distribuidas en el espacio sin un orden lógico y tan naturales como si hubieran emergido por la mano del Creador.

Para sellar sus trabajos, los artistas aplicaron sobre ellas aceites vegetales para su mantenimiento y conservación, a fin de protegerlas de la inminente exposición al medio ambiente y de las extremas condiciones meteorológicas del lugar. Ahora, los visitantes de El Bolsón pasean entre maravillas de madera, pueden disfrutarlas producto del cuidadoso mantenimiento al que son sometidas y pueden admirar un particular bosque, una muestra de cómo la mano del hombre y su arte puede transformar incluso lo que por su accionar, ha sido dañado.

Encuentros de Vida

La maravilla del primer bosque tallado contagió a muchos y fue una experiencia tan importante que actualmente, las obras son resguadadas por la declaración de zona intangible expedida por la municipalidad de El Bolsón.

Pero ese primer encuentro fue solo un escalón en el sueño de convertir el área en un santuario de arte, por eso, del 13 al 21 de noviembre de 1999 se realizó un segundo encuentro que contó con la presencia de 14 artistas quienes dieron forma a nuevas creaciones, bajo la mirada expectante y asombrada de un ejercito de espectadores –incluidos estudiantes del Curso de Fotografía de la Escuela Municipal La Llave de San Carlos de Bariloche y varios periodistas–, quienes les acompañaron en su ejercicio.

Durante la jornada, hubo tiempo para compartir una torta de cumpleaños para el maestro Pepe Joscia, y para cambiar la idea original de la obra, como le ocurrió a Mariano Chanourdie quien debió modificar la posición inicial de su trabajo dada las curvas “inesperadas” presentes en el tronco escogido.

De hecho, el artista Juan Carlos Toledo comentó: “Es que la creatividad, es el permanente desafío de descubrir las formas que presenta la madera, es enfrentarse al miedo de que el material cambie al encontrar vetas o sectores podridos que traban las imágenes y obligan a descubrir nuevas”

Después de terminadas y con nombres propios, se incorporaron otras nuevas obras al bosque, para completar así 25, sumando las del primer encuentro, y se dispuso que del 14 al 22 de noviembre de 2003, se celebraría el tercer encuentro, y del 7 al 16 de diciembre de 2007, el cuarto certamen.

Para el tercer encuentro, los maestros invitados fueron Alfredo Godoy Wilson, de Paraná (Entre Ríos), Héctor Gaspar Welschen Michlig, de Santa Fé, Juan José Pezzani, de La Plata (Buenos Aires), Jorge E. Calderón, de El Hoyo (Chubut) y Hugo Florentino Vázquez y Marcelo Raúl López, de El Bolsón (Río Negro) quienes realizaron seis obras más, para completar 31.

En el cuarto, según la Secretaría de turismo del Bolsón, se sumaron ocho obras más a las existentes y los artistas invitados fueron: Miguel Ángel Velit Aguilar de Lima (Perú), Porfirio Cassares Payares de Bogotá (Colombia), Rodolfo Edgardo Soria, de Santiago del Estero, Mariano Chanourdie, de Azul, (Buenos Aires), María Gabriela Kovacevich, de Epuyén (Chubut), Jorge Calderón, de El Hoyo (Chubut) y Diego Rafael Funes y Carlos A. Fernández de El Bolsón, (Río Negro).

Hoy el predio que ocupa el Bosque Tallado tiene una extensión de ocho hectáreas aproximadamente de las cuales, sólo 3.700 m² han sido utilizados, lo que significa que existen cinco hectáreas más, aptas para recibir nuevas esculturas, en el marco de otros encuentros.

En el balance final y luego de los eventos celebrados, cada uno generó no solo una mayor conciencia sobre la importancia de cuidar el bosque, sino además, la oportunidad para que muchos turistas pudieran visitar esta maravilla única en el mundo, que inspiró a replicarla, reproduciendo la iniciativa en el Puerto Madryn en Argentina, donde, en diciembre de 2006 se realizó el Encuentro de Escultores de Talla de Madera, organizado por el Museo Municipal.

Un nuevo escenario y una nueva oportunidad de y para dar vida a través del arte a los árboles que yacen muertos en la rambla frente al mar y que desde 1927, acompañan a los pobladores y visitantes de esta región.

El Compromiso por un Proyecto

 Pero en el Bosque Tallado hay mucho más que la voluntad de los artistas que participaron, hay también compromiso para conservarlo y un deseo genuino de perpetuarlo que se vio representado en los aportes económicos entregados, desde principios del 2000 a finales del 2001, por los escultores como Marcelo López y otros, para mantenerlo, dado que el Estado argumentó no contar con fondos suficientes para esa tarea.

De igual manera, se adelantó también como estrategia de apoyo al espacio artístico en campo abierto, una serie de muestras itinerantes de obras realizadas por los escultores participantes en los encuentros, en distintos sitios del país, que sirvieron de abre bocas para divulgar los nuevos atractivos del ‘Bosque Tallado’ en el Cerro de Piltriquitrón y generar una efectiva publicidad en los medios de comunicación y el público en general.

De hecho, el Aeropuerto Internacional de Bariloche sirvió como escenario para una de las muestras en mención, y de entrada gratuita, que además promocionó a todos los artistas, todos ellos argentinos, para cumplir así una doble función para el arte y la vida.

La Ruta de Llegada

Por trasporte aéreo o terrestre se puede llegar fácilmente al lugar. El bosque Tallado está a 13 kilómetros de la población de Bolsón en la Patagonia Argentina a la cual se puede acceder en automóvil por la Ruta 40 desde Bariloche.

 Por  un desvío de la Ruta 40 se llega al parqueadero en la base del Cerro de Piltriquitrón a 1200 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, es necesario hacer el recorrido a pie por un sendero marcado cuyas pendientes alcanzan, en algunos casos, los 30 grados.

“Son 40 minutos de recorrido en los que el viajero tiene la posibilidad de disfrutar de varios miradores. En el lugar hay una cabaña rústica edificada en madera y en la que dos guías están en permanente servicio para atender las consultas de los turistas”, explica Jorge Szwalnabel, impulsor del Bosque Tallado.

Luego de una corta caminata aparece el ‘Bosque Tallado’ con sus 31 esculturas, una obra única en el mundo que deja ver todas las posibilidades que un cementerio de árboles abrió para un grupo de inquietos y visionarios artistas que, comprometidos con una noble causa, recuperaron un espacio turístico por naturaleza y convirtieron a la naturaleza, precisamente, en su galeria y taller.

Cita:

  • Lenga, roble de Tierra del Fuego o roble blanco, (Nothofagus pumilio): árbol de la familia de las Nothofagaceae (o de la familia Fagaceae según otra clasificación), representativo del bosque andino patagónico del sur de Chile y de Argentina. Crece desde la VIIª a XIIª región de Chile, abarcando desde los 35 a 56° Latitud Sur. Se trata de una especie que ofrece madera de gran calidad y que es utilizada en la construcción y elaboración de muebles finos. Particularmente, en Argentina, varios parques nacionales en la zona de la Cordillera de los Andes conservan ejemplares en abundancia.

Fuentes:

http://www.elbosquetallado.com/bosque.shtmlhttp://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=566027http://www.patagonia-argentina.com/e/content/bosquetallado.phphttp://es.wikipedia.org/wiki/Escultura

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