Mobiliario Urbano: Escenario de lo Público

Ana María Rojas Gutiérrez

Periodista M&M

El mobiliario urbano abarca toda la serie de objetos que forman parte del paisaje de una ciudad y están instalados en el espacio público: bancos, pasamanos, luminarias, cercas, pérgolas, paraderos, en general, elementos dispuestos con un propósito común al ciudadano: Servir.

Las ciudades de todo el mundo y en todas las épocas han contado con arquitectos y constructores que siguen las sucesivas tendencias económicas, sociales y culturales de su período para producir obras y productos civiles acordes con ellas. Es así que desde los tiempos de las monumentales obras faraónicas en Egipto ó de Fidias –escultor, pintor y arquitecto que engalanó las calles de la Antigua Grecia con esculturas tan magníficas como su Diosa Atenea o el Zeus del Olimpia– hasta nuestros días, el mobiliario urbano se ha ceñido a los dictámenes de la cultura, el gobierno, el pensamiento artístico y político, la arquitectura, el marketing y la comunicación publicitaria de su momento.

De esta forma, se han levantado paisajes de cuidad que incluyen elementos novedosos, composiciones postmodernas influidas, en los que el mobiliario urbano ha tenido gran relevancia al punto que es visto actualmente, como la suma de numerosos elementos estéticos, dispuestos en espacio público y acordes con la arquitectura, pero también como una forma de respuesta a necesidades urbanas elementales que identifican y caracterizan un país, una ciudad o un pueblo.

En este sentido, el amueblamiento urbano moderno –que nace precisamente del proceso de urbanización– no se concibe, diseña, fabrica e instala con un propósito decorativo sino funcional, es decir, social de servicio, de hecho y de acuerdo con Sandra Burbano, diseñadora industrial y docente de la Universidad Nacional de Colombia, “en la actualidad no tiene sentido ocupar el espacio público con un elemento, si éste no cumple una función”.

Considerando que este segmento abarca desde el farol que ilumina una esquina hasta el conjunto de elementos que integran un espacio verde, –por el tema objeto de nuestra publicación– el contenido del presente artículo se enfocará en los muebles, materiales, diseños y oportunidades de negocio.

En Todo Espacio y Por Largo Tiempo

 Dada la amplia variedad de elementos incluidos en este segmento –y que suman desde las tradicionales sillas, jardineras y bancas de parque hasta los contenedores de basura, cerramientos peatonales, soportes de publicidad, parques infantiles y kioscos de madera o metal para venta de productos– han surgido distintas clasificaciones que hablan de productos para decorar la ciudad, informar, proteger y separar, para el reposo o la higiene, mobiliario diseñado para el parqueo de vehículos y la diversión infantil.

En general, todas las piezas de esta línea –bien las ubicadas en exteriores o en interiores, como las dispuesta en los centros comerciales– comparten características fundamentales que son consideradas por las empresas que las fabrican y que tienen su razón de ser en el servicio que prestan según el espacio que ocupan.

Temas como la durabilidad, su fácil reparación, rápido mantenimiento, alta resistencia, armonía estética con su entorno y especialmente, su funcionalidad, son criterios que influyen en el diseño y fabricación los productos; no en vano tienen la misión expresa de servir a múltiples usuarios partiendo de la equidad social de su naturaleza, es decir, ofrecer a todas las personas, sin distingos de género, raza, estrato social, edad, estado físico o trabajo, condiciones de bienestar en un espacio compartido.

Para las compañías encargadas de diseñar e instalar este tipo de muebles una de las prioridades es garantizar durabilidad en el tiempo, considerando que son productos que se instalan en espacios abiertos en los que, por lo regular, las condiciones ambientales y el alto tráfico ponen permanentemente, a prueba, su calidad constructiva y la de los materiales seleccionados para las obras.

Se trata de piezas que además de estar fijadas en un punto de ubicación idóneo –es decir, próximo al ciudadano– deben cumplir una larga vida útil y prestar a la par, un óptimo servicio, condiciones que están directamente relacionadas con la facilidad que ofrezcan para ser reparadas y mantenidas sin que esto implique gastos onerosos para la administración local que los demanda o la empresa que los instala.

Los Materiales

Uno de los temas más importantes de los muebles que sirven en espacio público, es la selección de los materiales empleados en su fabricación y que se escoge en función de la estética, la durabilidad y el sitio en donde se instalarán.

Así, aparecen entre los más frecuentemente aprovechados por la industria: la madera, el plástico en sus distintas variedades, el metal y el concreto; todos, al paso del tiempo han evolucionado según las condiciones impuestas por la arquitectura o la moda de su entorno, aportando a la construcción del concepto mueble urbano y de paso, a la manera como el ciudadano lo aprecia y lo utiliza.

Precisamente, uno de los materiales más comunes para esta aplicación es el concreto, estigmatizado por ser considerado frío, estéticamente limitado, poco comunicativo y rígido para la fabricación de muebles pero cuyas posibilidades estéticas y utilitarias, en el campo urbano, se han hecho evidentes en obras públicas desde hace varios años, especialmente en Europa con trabajos como los adelantados por Calatrava y Gaudí.

Localmente, y usado en la producción de bancas, gradas y demás elementos para reposar, el concreto se constituyó durante años como una solución que permitía contar con piezas muy resistentes y adaptables a la tradición o cultura de cualquier sitio –gracias a sus líneas rectas y color neutro– y que facilitaba producir en serie con instalaciones rápidas, aunque también presentó como complicaciones un difícil mantenimiento (por lo poroso de las superficies) y una reparación casi imposible que dejaba, con el tiempo, una suma de escombros nefastos para el paisaje.

En la actualidad, el concreto sigue utilizándose para fabricar mobiliario urbano, pero las técnicas para construir con él, así como el material mismo han mejorado. Hoy, a la mezcla de hormigón se adicionan aditivos (2) que mejoran las propiedades mecánicas del material evitando su deterioro; y se usa concreto ultrafino (3) para revestir, proteger, impermeabilizar y dar un fino acabado que permite, además, obtener diversidad de texturas, utilizar tintes de tonos distintos al gris tradicional y realizar un fácil mantenimiento con agua y jabón normal.

Posterior al concreto se dio –específicamente en Colombia– la fabricación de mobiliario en maya metálica que, pese a su auge, duró poco debido a su limitada resistencia al tráfico y abuso público, responsables de convertirlo en chatarra, lo que desató críticas en su momento por las inversiones realizadas para instalarlo. Finalmente, fue reservado para áreas en las que se sabía, los usuarios lo conservarían.

El tercero de los materiales usados por los diseñadores y arquitectos nacionales, para mobiliario urbano, fue el acero inoxidable que ciertamente, y pese a su mayor costo, se impuso al concreto en la medida que ofrecía mayor resistencia, fácil mantenimiento, amplias posibilidades de diseño e inspiraba un nivel de conservación mayor entre los usuarios, siendo incluso más seguro frente al acecho de los ladrones de metal, para quienes la venta del material no resultaba tan fácil como la del hierro (4).

Finalmente está la madera que, en unión con otros materiales como hierro forjado o cemento, se ha utilizado desde siempre, siendo incluso el más empleado en Colombia y en el mundo desde comienzos del siglo XX para esta aplicación, aunque por momentos fuera desplazado por otros como el acero inoxidable a razón de una menor durabilidad que fue resolviéndose en la medida que los avances en materia de tratamientos de inmunización y preservación, también avanzaba.

En este sentido, las piezas de mobiliario urbano local fabricadas en madera fueron reservadas especialmente, y gracias a su calidez y belleza, a paisajes amables y naturales como parques y zonas verdes de centros comerciales, hecho que demandó de los fabricantes, la aplicación de sustancias y soluciones insecticidas, fungicidas, inmunizantes y protectoras en las  piezas para sellarlas contra los embates del medio ambiente y la humedad; además del estudio previo al diseño e instalación en sitio, de las características de la madera seleccionada y las condiciones del medio.

Paralelo a las bancas y sillas de parque, surgieron otros productos en madera para espacio público: los parques infantiles, uno de los que hace mayor uso de este material consumiendo volúmenes importantes de pino Pátula (Pinus patula); especie que se adapta a diferentes condiciones climáticas gracias a su estabilidad, que ofrece gran resistencia en obras de alta exigencia, que por ser blanda, facilita la penetración total del inmunizante –lo que no se logra con otras maderas duras como el eucalipto, abarco de río, mangle o flor morado–, que por ofrecer madera amarga, controla insectos, hongos y bacterias y que además, tratada, alcanza una vida útil de 20 años, tiempo muy superior si se compara con los cinco u ocho años del metal, sin ser afectado por la corrosión y/o el desgaste.

Pese al desarrollo mostrado por esta línea en particular y las interesantes posibilidades de diseño y negocio que ofrece, Sandra Burbano afirma que “desafortunadamente en Colombia, el mobiliario urbano en madera no es un segmento al que se dediquen las industrias del mueble, tal vez porque no ven mercado para los productos”, caso contrario a países como Chile y la región escandinava, en Europa, que son líderes en esta industria”.

Industria Local ¿En Crisis Creativa?

Hasta la década de 1990, y específicamente en Bogotá, el tema de mobiliario urbano fue solucionado por las administraciones a través de donaciones realizadas por distintos industriales, lo que provocó paisajes heterogéneos por toda la cuidad, armados con bancas en madera, hierro, cemento y maya metálica que además, no fueron diseños originales sino piezas copiadas de las producidas en Francia que, para dicho periodo, era líder mundial del segmento.

Así nació el mobiliario urbano de espacios como el Parque de la Independencia, con una marcada influencia foránea repetida en distintos escenarios, en la que brilló la ausencia de símbolos estéticos propios, producto del estudio de los espacios citadinos locales y que se manifestó por ejemplo, en el uso de madera sin inmunizar en piezas que en poco tiempo, no fueron más que ruinas.

“Luego de las donaciones, nadie sentía apropiación alguna por el mobiliario instalado así que, cuando acababa su vida útil, nadie lo reparaba; simplemente se esperaba que alguien realizara otra donación y podían transcurrir varios años para ello” afirma Sandra Burbano.

Luego de un largo periodo de tiempo en el que se persistió esta forma de “construir” espacio público con muebles de corta duración –y siguieron las acciones vandálicas en contra de éstos– en Bogotá, en 1999, la Alcaldía Mayor de la ciudad, mediante el decreto 170, adoptó, a través del Taller del Espacio Público, de Planeación Distrital, la ‘Cartilla de Mobiliario Urbano de Santa Fe de Bogotá, D.E.’ la cual fue modificada en el año 2000 con el objetivo que se renovaran estos elementos, se dotara a la ciudad de piezas con identidad, a través de concursos por licitación pública (5).

Partiendo de la publicación de la cartilla –que indicó puntos importantes para el diseño del mobiliario ideal– la ciudad empezó a ser vista con otros ojos por arquitectos, diseñadores, urbanistas y por las mismas administraciones de gobierno que lograron transformar, favorablemente, las alamedas y parques capitalinos, cambiando la cara de muchos sectores a través de proyectos urbanísticos sólidos, atractivos y con elementos estéticos comunes entre sí.

Sin embargo, afirma Burbano que “aunque hoy en día la visión sobre el mobiliario urbano ha mejorado, en Colombia se vive una crisis de creatividad en esta línea porque si bien, las empresas productoras de muebles están a la vanguardia en materiales y tecnología, no diseñan con identidad, casi todo lo que producen tiene como base diseños europeos, lo que resulta casi en una “importación”.

Diseño y Utilidad: Razón de Ser del M.U

 Desde el punto de vista de la utilidad y de acuerdo con Burbano, una de las mayores falencias del segmento es la falta de conocimiento que tienen las empresas fabricantes de muebles urbanos acerca de los requerimientos y costumbres de los usuarios e incluso, de las condiciones sociales, climáticas o culturales de las zonas donde prestarán servicio. Al respecto, explica la profesional que esto resulta fundamental cuando se trata de piezas cuyo frecuente uso y particular ubicación –como las urbanas– exigen de ellas unas condiciones estructurales, de resistencia y práctica a toda prueba.

De allí que las empresas más reconocidas en el segmento en el mundo, fabriquen a partir de ciertos criterios de diseño básicos como: producir familias de elementos que expresen identidad coherente, producir diseños innovadores que incluyan novedosos materiales (tipo policarbonatos o vidrio de alto impacto) o técnicas energéticas (para la iluminación) que eliminen la necesidad de un suministro directo, emplear eficientemente los materiales para obtener precios asequibles para el mercado, diseñar muebles con distintos niveles de interactividad y aplicar métodos de producción eficientes en los que se aprovechen totalmente las materias primas seleccionadas.

Pero vale señalar que al tratarse de elementos activos en un espacio y que cumplen una función esencial en los proyectos de planeación, no siempre son diseñadores industriales quienes se encargan de concebir las piezas mobiliarias, de hecho, es frecuente que sean arquitectos y urbanistas los encargados de diseñarlas inicialmente e instalarlas posteriormente, lo que ha exigido un trabajo mancomunado para que se produzcan muebles realmente útiles, disfrutables en los espacios y coherentes con la realidad nacional pues los desaciertos en este sentido, abundan en la geografía nacional

Ejemplo de ello son los parques arquitectónicamente bien equilibrados que existen en algunas de las capitales colombianas y que –imitando las plazoletas europeas–, exhiben amplios espacios vacíos, sin árboles y con pocos muebles de reposo, configuraciones paisajísticas muy propias del sentir y vivir del viejo mundo pero improcedentes en ambientes como los del trópico, coloridos, de verano constante, ausente de estaciones y muy verdes.

Otro de los puntos de revisión importantes para las empresas que producen esta línea es la durabilidad de los materiales, pues de su permanencia en el tiempo depende que las piezas cumplan su objetivo, que lo hagan de forma estética y eficiente, que cumplan a quienes los demandan y que se mantenga el negocio a partir de la confianza que generan quienes los fabrican.

Para el caso colombiano, pueden citarse como “memorables”, hechos como los ocurridos con el mobiliario instalado en la sección de Transmilenio en la Calle 80, en Bogotá, en el que se pecó al parecer por una selección de materiales de escaza durabilidad y se remató con la usencia de un contrato de mantenimiento permanente, que asegurara su óptimo funcionamiento; de hecho, el estado lamentable alcanzado por las piezas estimuló acciones vandálicas que terminaron por destruir las pocas en pie.

Vale señalar que este episodio provocó el establecimiento, como norma en Colombia que, antes que una compañía fabricante de mobiliario urbano instale sus muebles, ésta debe asegurar la prestación del servicio de mantenimiento respectivo lo que además de sostenerlas, también estimula la producción de elementos de alta calidad, duraderos y que le reportan a la cuidad ahorros en materia de reposiciones.

 El Sector en el Mercado

El mercado de mobiliario urbano a nivel mundial ha registrado buen desarrollo durante los últimos 15 años, representado en un crecimiento constante en el número de empresas dedicadas a éste y en la concepción renovada que, sobre el tema de construir urbe, han apropiado los gobiernos y la sociedad misma. No en vano, hace 25 años, el mobiliario urbano tenía una función secundaria; muchos de los elementos dispuestos en la calle no eran imprescindibles pero, actualmente, con la evolución de la sociedad, se han hecho necesarios.

Hoy, la gestión del espacio público es uno de los temas prioritarios en la agenda de cualquier gobierno, de allí que sean éstos los principales clientes de las empresas fabricantes de mobiliario urbano. En el caso de Colombia, el segmento toma cada vez mayor fuerza a razón del rápido desarrollo que registran las ciudades grandes e intermedias, la recuperación de zonas antiguas con valor histórico e incluso, la planificación urbana –con la construcción de nuevos asentamientos– que ha obligado el desplazamiento de población desde áreas rurales a las ciudades.

Ahora, las alcaldías y gobernaciones buscan en la oferta de diseñadores y fabricantes del sector, las mejores opciones para sus localidades, para construir de cierta forma el “ADN” que distinga sus ciudades a través del mobiliario y para fomentar un negocio que, de paso, es también un reto creativo y constructivo para la industria del mueble nacional.

De acuerdo con Juan Mauricio Betancur Atehortua, Gestor de Proyectos Especiales de Socoda, además de ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali, en las que el concepto de mueble urbano está ya consolidado y se han desarrollado proyectos integrales, existen otras tantas en los 1101 (6) municipios del país que crecen y necesitan mobiliario, con lo que, asegura, el nicho de mercado para este sector es “bastante amplio”.

“El segmento de mobiliario urbano es una buena oportunidad de negocio para los fabricantes de muebles tradicionales –que desconocen el segmento– siempre y cuando compren maquinaria moderna, adquieran materias primas de calidad y hagan buena gestión comercial”, y concluye Betancur, “también es determinante que cuenten con un buen respaldo financiero para invertir en desarrollos exclusivos, que estén en capacidad de producirlos, que puedan fabricarlos en serie y que además se distingan por su durabilidad e impacto visual”.

En efecto, las empresas dedicadas a esta línea cuentan con equipos que les permiten trabajar además de madera, metal de manera eficiente –en procesos que conviertan las láminas en estructuras de planos sencillos, posibles de plegar en planta y muy resistentes y estables–; y con los que alcanzan también los volúmenes de piezas que incluyen los proyectos de este tipo y en los tiempos promedio, regularmente fijados en los contratos para su entrega: cerca de 100 unidades entre bancos, paraderos, paneles publicitarios, botes de basura y columnas de información fabricados en tres meses.

En materia de desarrollos –que vale señalar, pesan favorablemente a la hora de concursar en licitaciones–  algunas de las compañías líderes del segmento han incluido en sus productos, celdas fotovoltaicas instaladas en los techos de los paraderos que proporciona energía para alimentar los paneles informativos durante la noche, así como dispositivos amovibles para mayor comodidad de los usuarios, o ventiladores de refrigeración personal y materiales de cambio de fase instalados en los asientos que cambian de temperatura en función de la presente en el ambiental; estos, detalles han convertido el segmento de mueble urbano en uno tan progresivo, como el de Higt Tech.

Desarrollo Nacional y Mundial

En Colombia, dos grandes ciudades han logrado, en los últimos años, ser pioneras y líderes en el tema de mobiliario urbano, Bogotá y Medellín, ambas comenzaron sus procesos de transformación a partir de la construcción de obras como el Transmilenio y el Metro respectivamente, hechos que cambiaron sus caras, sin duda, los últimos mandatos comprendieron que las transformaciones urbanas no afectan aisladamente las vías y el transporte, si no la totalidad del espacio público y claro, la vida de los ciudadanos.

Si bien en este momento, particularmente, Bogotá aún no ha desarrollado del todo un concepto de proyecto urbano con todos los elementos que incluye –pese a la guía que presta la ‘Cartilla de Mobiliario Urbano de Santa Fe de Bogotá, D.E’–, sí existen unos lineamientos sobre los que se diseñan todos los proyectos en este campo a partir de estudios de movilidad previos que han evaluado la cantidad y tamaños del mobiliario, la arquitectura, los gustos y preferencias de los usuarios y de otros etnográficos, de presupuestos, de temporalidad de los muebles, ergonomía y diseño emocional de los productos.

Adicionalmente, el Gobierno ha logrado además de una modificación en el paisaje, un cambio de comportamiento social y cultural muy positivo frente a los elementos que componen el espacio; ahora se vivencia cierta apropiación y respeto por los objetos que engalanan la cuidad y le prestan un servicio, como ha ocurrido con los famosos kioskos de ventas, instalados recientemente en las calles capitalinas.

Dicho proyecto, que fue ganador del XI Premio Lápiz de Acero realizado en mayo de 2008, es uno de los muebles urbanos tal vez más exitosos y reconocidos de los últimos años en el país, hasta el punto que ahora aproximadamente 600 vendedores –antes ambulantes– se sirven de ellos, y se estima que otros 2000 los tendrán en un corto plazo.

Según los diseñadores de los kioscos, Roberto Cuervo y Alejandro Cárdenas (7), éstos buscaban la exhibición de los productos en un espacio digno para el vendedor, ofreciéndoles óptimas condiciones espaciales en su puesto de trabajo; objetivo que no sólo cumplieron sino que ampliaron al unificar la imagen del mueble en la cuidad, resolviendo necesidades especificas de un grupo de la sociedad y borrando los distintivos entre clases sociales pues el diseño resultó apropiado para cualquier lugar de Bogotá.

Para el caso de Medellín, la onda renovadora ha apuntado al uso de materiales distintos al concreto como la madera, la piedra o los granitos, bien trabajados, más cálidos y atractivos para los muebles de parque y en los que según Burbano “se aprecia un mejor diseño, con formas ergonómicas, alturas adecuadas, buen equilibrio estético en las zonas verdes y en otras como las “tú a tú”, donde mesas y bancas se disponen para una plácida interacción de los usuarios”.

Burbano asegura que “fue en Medellín donde empezaron a ver y tratar, primeramente, el espacio urbano como importante: no fue sólo diseñar para que nos sintiéramos bien, sino que se buscó crear identidad; eso es lo que identifica al Metro de Medellín, es un orgullo paisa”.

Ya, en el ámbito mundial, la batuta la llevan los europeos quienes, desde siglos atrás trabajan sus espacios sobre la base del urbanismo. Ahora, muchas ciudades como París o Barcelona están siendo restauradas, respetando la estética de su rica arquitectura pero con mobiliario urbano de vivos colores, en materiales de última generación o que, incluso, exhiben irreverencia como lo demuestra la “humanización” del mobiliario, una corriente que toma las formas y rasgos de la fisionomía humana para trasladarlas a los muebles.

En Francia, por ejemplo, son frecuentes los concursos que seleccionan diseñadores para que “amueblen” ciertas zonas, barrios o ciudades, con el resultado de tener espacios más estéticos y de paso, más atractivos para los turistas.

En la actualidad, son contadas las empresas en Colombia –alrededor de 15 medianas y afiliadas principalmente a la industria metalmecánicas, algunas con líneas de madera– que se dedican a la producción de mobiliario urbano, y la mayoría con líneas de producto aisladas pero no con paquetes completos de piezas.

Por lo citado, sería interesante considerar este segmento como uno que puede ofrecer posibilidades comerciales a las empresas de muebles que se especialicen en él, que se vale de diversos materiales, que permite numeroso diseños y que además, permite aportar a la construcción de ciudad. Se trata de un segmento de cierta forma inexplorado que bien podría convertirse el líder si cuenta con el indiscutible talento criollo.

Citas

  • Movimiento que apelaba a un gusto vulgar, en la nueva y adinerada burguesía de Múnich, para alcanzar status en las élites culturales, copiando las características más evidentes de sus hábitos.
  • Los aditivos utilizados más comunes son los plastificantes, hidrófugos y retardantes de fraguado superficial.
  • Se conoce como Microcementoâ, es altamente resistente a la abrasión y se comporta como un revestimiento alisado, cementicio y polimérico que posee una gran adherencia sobre múltiples superficies.
  • Para entonces, el mercado del hierro tenía como clientes a asiduos compradores en Argentina, España, Brasil o China.
  • Fue modificada en el 2004, 2005 y 2007 para adoptar el Plan Maestro de Espacio Público para Bogotá y establecer como Política de Calidad del Espacio Público.
  • No existe una cifra exacta sobre número de municipios en Colombia, para la Registraduría Nacional son 1.102, el Ministerio del Interior y Justicia tiene inscritos 1.101, la misma cifra que el Dane y, Planeación Nacional reporta 1.099.
  • Roberto Cuervo: diseñador industrial y director del programa de diseño industrial de la Universidad Javeriana. Alejandro Cárdenas: arquitecto y diseñador independiente, quien falleció el 26 de enero de 2009.

Fuentes

  • Juan Mauricio Betancur Atehortua, Gestor de Proyectos Especiales, Socoda S.A. betancur@socoda.com.co
  • Sandra Burbano, diseñadora industrial y docente de la Universidad Nacional de Colombia. sburbanol@unal.edu.co

Bibliografía

  • Artículo ‘Dimensiones del Mobiliario Urbano en el Espacio Público’, Revista de Diseño Industrial Segundo Acto, mayo de 2003, Universidad Nacional de Colombia.

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