¿Habrá Una Real Oportunidad para los Proyectos Forestales en el Marco de los Acuerdos Sobre Cambio Climático?

Aunque entre los científicos que estudian las variaciones en el clima de la tierra, aún no hay consenso sobre si nuestra actual civilización está o no experimentando un fenómeno de cambio climático, es un hecho que una importante proporción de naciones y pueblos han considerado que un conjunto de estrategias y mecanismos –con respecto a las actividades productivas de la humanidad– son de indispensable adopción e implementación si se quieren mantener o reducir a valores apropiados la concentración de gases de efecto invernadero, GEI, en la atmósfera terrestre; tales son las decisiones que se enmarcan en la Convención de Cambio Climático de 1998, sus reglas de 2001 y 2003 así como otros acuerdos y procesos similares.

Si bien, para muchos, no existe una correlación aceptable entre los datos de la temperatura media global con los valores de concentración de CO2 atmosférico –que permita asegurar que la causa del aumento de la primera es consecuencia del incremento del segundo–, y tampoco se ha explicado razonablemente como el 7 por ciento del CO2, (proporción que en la atmósfera tiene un claro origen en las actividades de la civilización industrializada) puede ser la causa del incremento medio de la temperatura global –la cual por el contrario parece ha descendido–; quienes afirman que el calentamiento global es un hecho científicamente comprobado, no parecieran comportarse consecuentemente ante los  graves riesgos que tal fenómeno acarrea para las futuras generaciones. Esta última, es una conclusión a la que necesariamente se llega tras verificar que tan ciertas pueden ser las intenciones de enfrentar el problema y los resultados que el sistema de negociaciones y acuerdos políticos, entre los países signatarios de la Convención citada y sus reglas, permite y alcanza.

Muy grandes fueron las expectativas que las negociaciones iniciales de la Convención sobre el Cambio Climático despertaron, al menos en la sociedad civil de países como el nuestro, en razón a las posibilidades que se vislumbraban para implementar proyectos forestales con los que los países desarrollados podrían cumplir sus compromisos de reducción de emisiones de GEIs.

Tales esperanzas fueron disminuyendo cada vez más, hasta casi desaparecer, en la medida que las sucesivas Conferencias de las Partes dejaron de lado a los bosques naturales como sumideros de carbono para luego acordar definiciones y marcos metodológicos para los proyectos de forestación y reforestación –de tal complejidad y dificultad– que a la fecha sólo seis proyectos, ninguno en Colombia, (0.33%) de 1765 registrados bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), aplicable en los países en desarrollo, se relacionan con plantaciones forestales.

En este sentido, es igualmente significativo el hecho que los proyectos forestales aprobados en el marco de la Convención representan solamente el 0.09% del total de las reducciones anuales de CO2 que declaran todos los proyectos del MDL. Aclaro sí, que no es que sólo se hayan propuesto seis proyectos forestales dentro del Mecanismo, cientos son los que no han podido superar los requisitos acordados por las Partes.

En suma, no ha sido hasta ahora la implementación de proyectos forestales, en países en desarrollo, una de las estrategias que, para enfrentar el fenómeno del cambio climático, hayan escogido los países que hasta ahora tienen compromisos de reducciones.

Si bien, los expertos en el tema explican que tal situación tiene su origen en las incertidumbres y dificultades para medir con precisión las reducciones reales de GEIs que los sistemas forestales pueden llegar a acumular, para otros recae la problemática en conceptos tales como la elegibilidad, adicionalidad, permanencia, barreras y otros adoptados por las naciones signatarias de la Convención que, volcados a las metodologías de planeación y ejecución de los proyectos, así como a métodos para medir su absorción neta de CO2, parecieran negar el simple hecho que los árboles y los bosques pueden ayudar a la humanidad a mitigar el problema. ¿Será que realmente éste, si es que existe, no es tan grande como para desechar estas alternativas que, igualmente, se supone poseen la mejor relación costo-beneficio en comparación con otras que buscan los mismos objetivos?

Aclaro a mis respetados lectores que las reglas acordadas hasta ahora para la implementación del MDL forestal son el resultado de negociaciones y acuerdos políticos, y no un consenso en cuyo  trasfondo haya una complicada base científica que derive en que tienen o debe ser como hasta ahora se han planteado.

No obstante, y a pesar de la situación de los bosques dentro del MDL, a pocas semanas de la reunión que en Copenhague definirá el futuro de la Convención de Cambio Climático, una nueva ola de euforia con respecto a los bosques recorre a países como el nuestro. Tal vez, en esta oportunidad, existan mejores posibilidades para los proyectos forestales, pues ahora son los líderes del G8 quienes en su ‘Declaración sobre Energía y Cambio Climático’ han expresado su voluntad de reducir las emisiones de GEIs producto de la deforestación y la degradación de los bosques, y que representan el 29 por ciento de las emisiones originadas por la humanidad, así como propiciar las remociones de estos por medio de los bosques, considerando, para tales propósitos, el soporte a los países en desarrollo junto con la generación de mecanismos financieros que así lo promuevan.

Aunque aún no se conoce cuál será la posición que el Estado colombiano adoptará en la Convención con respecto a los temas de deforestación y degradación evitadas, su relación con el manejo sostenible de los bosques y el papel de las plantaciones forestales, es importe que cualesquiera sean las decisiones y mecanismos que se adopten, eviten ante todo, nuevas condiciones y condicionamientos tales como los que hasta ahora han prevalecido en el caso de los proyectos forestales MDL que, sin duda alguna, no han permitido capitalizar esta porción del potencial forestal para el desarrollo del país. Aclaro, eso sí, que ante los hechos no debemos acotar tales potencialidades a solamente las posibilidades de la Convención del Cambio Climático y esquemas similares, pues, humanos somos y tendemos todos a repetir la historia.

 

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